Creo en la Iglesia.

Hoy día nos podemos  encontrar con personas que afirman creer en Dios y en la doctrina de Jesucristo, pero que no creen en la Iglesia. Este error creo que no es difícil de combatir siguiendo el siguiente razonamiento.

La Iglesia no es una institución fundada por los hombres, es Jesucristo -Dios mismo- su fundador. Vamos a ver en primer lugar los hechos fundacionales y después la conveniencia de su existencia.

A) Hechos fundacionales.

Jesús dijo:

Mateo 16, 18-19: Y ahora, Yo te digo: Tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del Infierno no la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el  Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en el Cielo.

Confirma Jesús a su Iglesia y habla sobre ella.

A sus apóstoles en Mateo 18, 15 y 17-18: Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. (...) si se niega ..., dilo a la Iglesia reunida, Y si tampoco lo hace con la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano. Yo les digo: todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado. (Les da poder para gobernar y administrar justicia).

En el capítulo diez de Mateo, se ve como Jesús describe los primeros pasos de su Iglesia; cómo escogió a los Doce Apóstoles, las instrucciones que les dio para predicar en Su Nombre, cómo rechazaría Él a quienes les rechazasen a ellos, etc.

En Mateo 28, 19-20, después de la resurrección: Id, pues, y sed los maestros de todas las naciones: bautizadlas en el nombre del padre y del Hijo y del espíritu Santo; y enseñadles a observar todo cuanto yo os he mandado. Y mirad, yo estaré  siempre con vosotros hasta el fin del mundo. (Durará hasta el final de los tiempos.)

En Marcos 16, 15-16: Y añadió: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todos los hombres. El que crea y se bautice se salvará; pero el que no crea, se condenará.

En Juan 20, 22. Recibid el espíritu Santo. Quedan perdonados los pecados a los que los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis.

En Juan 17, 20-23. Será una e indivisa. En la cena Pascual: Pero no ruego sólo por éstos (los Apóstoles), sino por cuantos crean en mí por su palabra, para que todos sean uno, ...

Jesucristo no sólo dio a su Iglesia autoridad para predicar y gobernar, también no sólo  les dio potestad para administrar los sacramentos, el bautismo y la confesión -ya los hemos visto-, sino también para celebrar la Santa Misa y administrar la Sagrada Comunión:  Haced esto en memoria mía, dijo Jesús a sus discípulos en la última cena. (Lu, 20,19).

B) Conveniencia de la existencia de la Iglesia.

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Hay otras cuestiones de interés que conviene resaltar como son:

Las Iglesia ha existido desde los comienzos de los cristianos.

No es la Iglesia un  invento del hombre en una época determinada de la historia, para beneficiar a unos pocos  en perjuicio de la mayoría, como algunos dicen, pues  la Iglesia  existe desde  los principios del cristianismo, y es bien sabido que los primeros cristianos daban su vida por defender sus ideales y muchos vendían sus propiedades para ayudar a los más necesitados. Además, los Apóstoles y sus seguidores conocieron a Jesús, vieron sus milagros, fueron testigos de su doctrina, muerte y resurrección. ¿No tiene sentido que inventasen algo para morir ante los leones o en la cruz? ¡No! La Iglesia no es un invento, es una realidad fundada por Dios mismo para la salvación de los hombres.

- Las críticas a la Iglesia:

- La labor social que hace la Iglesia:

No hay, ni ha habido en el mundo, institución alguna que haya realizado  labor social como  la de la  Iglesia Católica. Claro que no quiero hacer una afirmación gratuita y no dar más datos,  para muestra baste lo siguiente, aunque luego daremos cifras:

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Para terminar diría que, muchas veces, este no creer en la Iglesia corresponde a un prejuicio establecido con anterioridad, por alguna o algunas razones del entorno familiar, por una falta de formación o de conocimiento de la realidad. En otras ocasiones, es por oídas, por lecturas equivocadas. Cuando uno asiste a la Iglesia todos estos prejuicios se desvanecen, pues se  ve entonces la realidad  vivamente.