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El monte de la Transfiguracion
No especifica el Evangelio dónde se transfiguró el Señor.
Alude únicamente a un monte alto de la Galilea (Mc.9,2; Mt.17,1) que, en la
segunda Carta de S.Pedro, donde es recordado nuevamente el episodio, se
convierte, en clara referencia teológica, en el santo monte (2Pt.1,6-18). Mas
la tradición de la comunidad cristiana de Palestina, ya desde los primeros
siglos, ha identificado la montaña precisando que se trataba del Tabor. En el
"Tránsito de la Beata Virgen María", uno de tantos apócrifos
relativos a la muerte y la asunción de la Virgen cuyo núcleo debe datarse en
el II-III siglos d.C., se narra que llegada la hora del tránsito de la Virgen,
bajó Cristo del cielo con una multitud de ángeles y acogió el alma de su
amada madre: "y fue tan grande el fulgor de la luz y el suave perfume -
escribe el autor - que cuantos allí estaban presentes cayeron postrados por
tierra como cayeron los Apóstoles cuando Cristo se transfiguró ante ellos en
el monte Tabor." Leemos también en el Apocalisis apócrifo de S.Juán el
Teólogo: "Subió al cielo nuestro Señor Jesucristo, yo Juán, subí yo sólo
al monte Tabor, allí donde ya nos había manifestado su divinidad
inmaculada." Esta tradición quedó definitivamente fijada en el siglo IV y
generalizada en la celebración litúrgica. La Iglesia siria recuerda la fiesta
de la Transfiguración como la fiesta del monte Tabor. Lo mismo se diga de la
liturgia de la Iglesia bizantina en la que la fiesta es conocida con el nombre
de To Taborion.
La víspera del 6 de agosto, fecha aceptada en toda la iglesia oriental y
occidental para la celebración litúrgica en memoria de la Transfiguración,
numerosos fieles de Nazaret y de Galilea suben al monte para celebrar allí la
fiesta. En una fresca tarde de agosto la ascención a pie casi se convierte en
una necesidad. Hay quien prefiere desviarse de la carretera sinuosa y llena de
difíciles curvas, construída a principios del siglo por los religiosos
Franciscanos y escalan la montaña entre arbustos, maleza y pinos, hasta llegar
a la cima. El panorama es único e invita a semejantes "proezas".
A la cima de este monte llevó Jesús un día a sus discípulos predilectos. Así
leemos en la paráfrasis del Apocalipsis apócrifo de Pedro: "Luego, mi Señor
Jesucristo, nuestro rey, me dijo: subamos al monte santo. Y sus discípulos
caminaros con él orando. Y he aquí que había allí dos hombres. Nosotros
fuimos incapaces de fijar nuestros ojos en sus rostros. Resplandecía en ellos
una luz más brillante que el Sol."
El Tabor está situado en la extremidad de la llanura de Esdrelón a cerca 20
Km. al suroeste del lago de Tiberíades y a 7 Km. al sureste de ?Nazaret, en línea
recta, y se alza solitario en la llanura (660 m. de altitud). Su importancia
estratégica, el verde que lo recubre, su singularidad y el soberbio panorama
que puede admirarse desde su cima abarcando toda la región circunstante, han
sorprendido siempre y fascinado al viajero y al peregrino y seguramente no podía
quedar olvidado en la historia del pueblo elegido.
El Salmista (89,13) cita el Tabor y el Hermón como ejemplos de la magnificencia
de Dios en la creación. El profeta Jeremías, hablando del poderío de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo dice estable y seguro, como el Tabor entre
los montes (Jer.46,18). Fundándonos en el testimonio de escritores como Flavio
Josefo y Eusebio, el Tabor era uno de los confines septentrionales de la tribú
de Isacar que comprendía también en su territorio la Galilea meridional (Jos.19,22).
Cual plaza fuerte militar es recordada en el libro de los Jueces. Barak, de la
tribú de Neftalí, por sugerencia de la profetisa Dévora, toma la iniciativa
contra Sísara, general del rey cananeo de Hazor y, desde el Tabor donde ha
reclutado a sus hombres, se lanza contra el enemigo y le pone en fuga (Jue.4,Iss).
Vuelve de improviso en la historia de Gedeón, de la tribú de Manasés, que
libra a los Israelitas de la opresión de los Madianitas, en dos campañas
victoriosas: la primera en Cisjordania, en Transjordania la segunda. En ésta
son capturados también los dos jefes enemigos, Zeibaj y Salmaná. Gedeón les
mata porque ellos habían degollado -explica el autor- a sus hermanos en el
monte Tabor (Jue.8,18).
Algunos comentaristas suponen que el Tabor es una montaña sobre la que las tribús
de Zabulón y Isacar invitaron a los pueblos a ofrecer sacrificios de Justicia.
(Deut.33,18). Semejante suposición se basa en la opinión que tenían algunos
rabinos judíos, quienes pensaban que el Templo debía ser construído en el
Tabor, a menos que una orden expresa no hubiera determinado otra cosa: en el
Targúm de Jerusalén (Jue.5,5s) se imagina al Tabor que grita al Hermón (¡alto
más de 2000 m.!): Sobre mí es donde Dios ha establecido su gloria; a mí élla
pertenece de pleno derecho. Cuando al principio, en los días de Noé, el
diluvio cubría todas las montañas, sus olas no pasaron por encima de mi
cabeza, ni mis espaldas. Yo soy pues la más alta de todas las montañas, y es
privilegio mío legítimo ofrecer a Dios el lugar a donde El baja." Además
algunos opinan que fuese el Tabor el primitivo santuario de las tribús del
norte, convertido después en el lugar de cultos idolátricos. Esta hipótesis
se basa en el texto de Oseas, 5,1 en el que el profeta acusa a los dirigentes
del pueblo, sacerdotes y casa reinante, proque, faltando a sus obligaciones, habían
tolerado los cultos ilícitos en Mizpá y en el Tabor, convirtiéndose así en
un lazo para Israel.
Bien pronto construyeron los cristianos en la cima del monte tres capillas, allí
mismo donde, como hace notar un peregrino del s.V, Pedro lleno de entusiasmo,
había gritado al Señor: " Señor, qué bien se está aquí. Si quieres,
hago aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
Destruídas varias veces a lo largo de los siglos, estas capillas quedan hoy día
dentro de la digna basílica construída a principios de siglo siguiendo los
planos trazados por el arquitecto romano Barluzzi; en élla gozamos actualmente
de la posibilidad de recogernos para orar.
Según bajamos a la cripta, varios mosaicos iluminados por el sol, que se filtra
a través de la vidriera del ábside, nos traen a la memoria las otras
misteriosas y no menos gloriosas transfiguraciones del Señor, a saber: el
nacimiento, la Eucaristía, la muerte y la resurrección. En este jolgorio de
luz y de colores leemos complacidos las bellas paginas que los Padres han
escrito sobre este episodio en una prospectiva de consuelo y confianza
cristianas. La Transfiguración constituye para éllos el anticipo del regreso
del Señor el último día, un hermoso motivo de esperanza. Orígines escribe;
"La Transfiguración es el símbolo de lo que acontecerá después del
mundo presente." Y Cirilo de Alejandría nos dice que : "puesto que
habíamos escuchado que nuestra carne resucitaría, pero ignorábamos de qué
manera, transfigura (el Señor) su carne para proponernos el ejemplo de su
cambio y para reforzar nuestra experanza." Siempre en esta perspectiva la
liturgia bizantina de la fiesta se dirige al Señor con estas palabras:
"Para indicar la mutación que harán los mortales con vuestra gloria , ¡oh
Salvador! al momento de vuestra segunda y temible venida, os transformásteis en
el monte Tabor.