![]() |
|
El área franciscano
Pasada la puerta del Viento, teatro que fue de la batalla del 5
de diciembre del 1217, entramos en una avenida a cuyos lados ofrecen sombra
esbeltos cipreses. Más allá y a pocos metros del lado izquierdo está el pequeño
cementerio que cobija los restos de los religiosos franciscanos muertos en el
Tabor. Siguiendo el paseo nos encontramos, al lado derecho, con la pequeña
capilla Descendentibus (título que se inspira en las palabras del Evangelio
:"Mientras descendían del monte Jesús les ordenó: no contéis a nadie
esta visión hasta que el hijo del hombre haya resucitado de entre los
muertos." El arquitecto Barluzzi edificó la capilla sobre las ruinas del
oratorio más antiguo que se alzaba en las inmediaciones de una cisterna y de
otros edificios de difícil identificación.
Una vez llegados a la pequeña plaza, nos encontramos, a la derecha, con el
convento franciscano que, juntamente con las habitaciones de los religiosos,
comprende una residencia y un comedor para los peregrinos, con una estupenda
vista panorámica sobre el valle de Esdrelón, la depresión del río Jordán,
los montes de Samaría y las montañas del Carmelo. El convento está unido
directamente a la basílica mediante un corredor abierto en el lado interno del
muro de la fortaleza.
Las ruinas conservadas delante de la basílica pertenecen al monasterio del Santísimo
Salvador construído y habitado por los monjes de S.Benito en tiempo de los
cruzados, por lo menos desde el 1101. Los distintos ambientes son difícilmente
identificables, a parte la capilla en el lado norte, seguida de los restos bien
visibles de un baño que probablemente hacía ya parte de la fortaleza. Al norte
de la basílica se alzaba un sitio vacío que podía haber sido el refectorio
del monasterio.
En la plazuela, al lado derecho, se conserva una especie de escalinata hecha de
piedras disformes de difícil datación.
La basílica moderna construída por la Custodia de Tierra Santa siguiendo los
planos del arquitecto Barluzzi, fué comenzada en el año 1921 e inaugurada en
1924. El arquitecto se inspiró en las iglesias de la Alta Siria, tanto en la
fachada como en el interior. Las puertas de bronce pertenecen al escultor
Tonnini, autor también de las estatuas de S. Francisco y de la Inmaculada
conservadas en los ábsides laterales de la basílica, como lo es también de
los candeleros en bronce que embellecen los altares. La basílica de tres naves
ocupa el plano de la iglesia precedente de la época cruzada mandada construir
por Tancredo príncipe de Galilea.
En el proyecto original el techo iluminaba el ambiente mediante grandes trozos
de mármol que cubren directamente los de madera y que servían únicamente para
hacer filtrar la deslumbrante luz que penetra de fuera. Luminosidad, por otra
parte, con la que el arquitecto había querido subrayar el misterio de luz
encerrado en la Transfiguración tal como lo cuenta el Evangelio. Las
condiciones climáticas existentes en la cima de la montaña exigieron la
copertura de cobre que quita, aunque no anula, el efecto deseado. Ahora la luz
penetra a través del grande rosetón de la fachada y que después del mediodía
ilumina el mosaico del ábside, obra de G.Villani, que representa a Jesús
transfigurado ante tres de sus discípulos entre Elías y Moisés, que
representan la Ley y los Profetas.
El arquitecto ha querido respetar, englobándolos, los restos de la iglesia y
los oratorios anteriores. Las dos torres de la fachada están construídas
encima de las capillas con ábsides medievales hoy dedicadas al recuerdo de Moisés
y de Elías, decoradas con dos pinturas al fresco del pintor Villani que
recuerda para Moisés el don de la Ley en el Sinai, y para Elías la apuesta con
los Sacerdotes de Baal en el Carmelo.
Apenas entrados en la basílica, nos es posible divisar la antigua escalera
cortada en la roca medieval. La escalera fue desviada hacia adelante por el
arquitecto Barluzzi, por razones prácticas, a la altura de la tercera fila de
columnas. La bóveda primitiva de la cripta cruzada está ahora cubierta por un
mosaico, también de Villani, que recuerda las distintas transfiguraciones
misteriosas de Jesús según la creencia cristiana: la encarnación, la Eúcaristía,
la resurrección, el Cordero del apocalipsis, al final de los tiempos ("Y
vi - leemos en el Apocalipsis - entre el trono de Dios y los cuatro
vivientes y los ancianos, un cordero que estaba en pie como degollado... y
cantan un canto nuevo diciendo: Digno eres de recibir el libro y de abrir sus
sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre nos compraste a Dios a nosotros
de toda tribú lengua pueblo y nación...").
De la primitiva basílica cruzada además de la cripta y de algunas
reminisciencias de los muros perimetrales visibles debajo del muro reconstruído,
forma parte también el altar en el centro mismo de la cripta. Ya hemos apuntado
que fuera, tanto los sarracenos como el arquitecto Barluzzi utilizaron las bases
de la basílica para poner los fundamentos de los nuevos edificios.
De la basílica de la época bizantina, rocordada por los peregrinos, el único
elemento cierto es el pavimento en mosaico que puede apreciarse aún hoy al
exterior del muro meridional de la actual basílica yendo en dirección a la
sacristía. El lugar ha sido identificado como baptisterio, si bien esto no
reviste certeza. En el convento franciscano se conservan capiteles y fragmentos
de columnas pertenecientes al santuario bizantino.
Al norte de la basílica y debajo del pavimento del lugar identificado como el
refectorio del monasterio medieval, fue casualmente excavada una pequeña gruta
que contenía en la pared restos de inscripciones en griego y algunos monogramas
con cruces, quizás fuera un humilde resto del cementerio de los monjes
bizantinos que habitaron la montaña.