Los Franciscanos en el Monte Sión

Después de las cruzadas, la Providencia quiso que se estableciese una nueva presencia cristiana en el Sión. Un fraile de la provincia francesa de Aquitania, fray Roger Garin, llegó a Jerusalén en el 1333. Se alojó en el hospicio de san Juan, cerca de la iglesia del santo Sepulcro, en donde se hospedaban los peregrinos y vivía una noble señora siciliana de nombre Margarita que era una gran benefactora de los cristianos, incluso de cierta influencia con el sultán de Egipto. Fray Roger, por su parte, era representante de los soberanos de Nápoles, el rey Roberto y la reina Sancha, en la difícil misión de negociar el rescate de los lugares santos del Monte Sión.

Según los documentos en lengua árabe conservados en el Archivo Histórico de la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén, el 15 de mayo de 1335 la cristiana “franca” Margarita adquirió del Tesoro Público una propiedad sobre el Monte Sión por mil denarios de oro. El 19 de septiembre de 1335 fray Roger compró un tercio de esta propiedad por mediación de Margarita por 400 denarios. El 1º de febrero de 1337 fray Roger y otros frailes, llamados los Frailes de la Cuerda, compraron otra propiedad, esta vez a su nombre por 1400 denarios. De esto se deduce que fray Roger, que por aquel tiempo era residente en el convento cercano al Cenáculo (Aliat Sahiun – la Sala Alta – hyperoon Sion), a juzgar según los límites asignados a la propiedad, no pertenecía más al Tesoro público. Resulta que entre el 1335 y el 1337 fray Roger adquirió el Cenáculo.

Dos bulas papales del 1343 comunicaban al mundo católico que “después de difíciles negociaciones y grandes sumas de dinero” entre los Soberanos de Nápoles y el Sultán de Egipto Melek en-Naser Muhammed, los franciscanos tomaron posesión del Cenáculo de Nuestro Señor, de la Capilla de la venida del Espíritu Santo y de la capilla de las Apariciones de Jesús Resucitado; y al lado de estos lugares la reina Sancha había construido un convento para 12 frailes y 3 personas seglares. Fue probablemente en el 1336 cuando tomaron posesión del lugar, porque desde ese momento los peregrinos encontraron frailes en el convento.

El claustro del primer convento franciscano del Sión

A su ingreso los franciscanos preservaron lo más posible la situación existente antes del 1336. El edificio fue descrito como de dos plantas, cada planta compuesta por dos partes diferentes:

-Planta tierra: en la parte oriental (más alta de la occidental), a izquierda, en una pequeña sala rectangular se veneraban las tumbas de David y de Salomón; a la derecha estaba la Capilla de san Tomás. La parte occidental, oscura y subterránea, se veneraba como el lugar en donde Jesús tuvo los últimos discursos con sus Apóstoles; posteriormente en este lugar estuvo la Capilla de san Francisco y se utilizó como dormitorio para peregrinos. La memoria del Lavatorio de los pies se transfirió a un altar lateral en la sala superior.

-Planta superior: hacia occidente estaba la iglesia de los frailes, que era el Cenáculo, el lugar de la última Cena. Una escalera, en el ángulo sur-oeste, ponía en comunicación la capilla inferior. La parte oriental o Capilla del Espíritu Santo estuvo siempre en ruinas.

 

El papa Pablo VI reza en el Cenáculo en el 1964

Por alguna razón la Capilla del Espíritu Santo no se restauró. En el 1288 fray Ricoldo da Montecroce recuerda que parte del Cenáculo, es decir el lugar del Descenso del Espíritu Santo, se convirtió en mezquita. El dicho sultán, favorecedor de los frailes, murió en el 1340 y un período difícil empezó, como lo demuestra la carta del 1346 del papa Clemente VI a Pedro IV de Aragón. El segundo Guardián, fray Nicolás, fue obligado a re-comprar en el 1346 una parte de la propiedad ya adquirida en el 1337 por fray Roger. Se creaban nuevas dificultades que tenían que ser superadas y sabemos por una carta del tribuno Cola de Rienzo del 1361 que trabajos de restauración iniciados en el tiempo de la reina Sancha se tuvieron que interrumpir y todavía no habían terminado al final del 1361. Una señora de Florencia, Sofía de los Ángeles, en el 1363 abrió un hospicio para peregrinos al norte del convento franciscano. Con el tiempo este hospicio pasó a manos franciscanas y las mujeres que lo servían se hicieron Terciarias.

Cuando en el 1365 Pedro I de Chipre atacó Alejandría, el sultán se vengó de los cristianos y los franciscanos de Monte Sión fueron conducidos a Damasco en donde murieron en prisión. La paz se concluyó en el 1370 y volvieron nuevos frailes de occidente a los lugares santos del Sión y del Santo Sepulcro. Siguió un período de tranquilidad y en el 1337 el Guardián del Sión se hizo independiente del Provincial de Chipre y pasó a depender del General de la Orden. En aquel tiempo los frailes eran 20 y servían el Monte Sión, el Santo Sepulcro y Belén. Si bien eran propietarios de todo el edificio, no pudieron llegar a reconstruir la Capilla del Descenso del Espíritu Santo, descrita por los peregrinos como una terraza abierta. Fue en este punto cuando se iniciaron las intrigas de los judíos para adquirir a los musulmanes la Capilla de David y establecer una sinagoga. Ni los judíos ni los musulmanes tenían alguna tradición cierta sobre la Tumba de David. En el 1383 el judío Isaac Chelo de Aragón afirma que las tumbas de la Casas de David que se encontraban en el Monte Sión no son reconocidas ni por los judíos ni por musulmanes.