S. Esteban y el Rey David en el Monte Sión
Desde los tiempos de Herodes, la tradición judía situaba
sobre esta colina la fortaleza conquistada por David: la fortaleza de Sión.
También los cristianos que se habían establecido en este lugar consideraban
que estaban sobre el Monte Sión. Otra memoria indudablemente unida al Monte Sión
fue la del protomártir san Esteban. En el 415 su cuerpo fue trasladado a este
lugar, hasta que la emperatriz Eudoxia construyó, en el 460, una basílica
al norte de Jerusalén, expresamente para acoger sus reliquias.
Cenotafio en el Sión que recuerda al Rey David
Después del traslado, los peregrinos recuerdan el lugar como
una tumba, llamada por algunos la Tumba de David, haciendo nacer de este
modo la infeliz leyenda, que será en los siglos XIV y XV una de
las razones para la expulsión de los cristianos.
La tradición que relaciona Sión con la Tumba de David se refiere al texto bíblico,
sobre todo 1Re 2,10, que sitúa en la “Ciudad de David” el lugar de la
sepultura del Rey. También san Pedro, en su primer discurso (Hch 2, 29)
después de Pentecostés, proclama que la tumba de David ”está todavía
entre nosotros”. Esta es la razón por la que la tumba de David fue
localizada en el Sión cristiano y la Iglesia de Jerusalén cada año
celebraba esta memoria.
La memoria de David es hoy venerada por los judios.