Santo Sepulcro, periodo 614 al 1009
Toda la espléndida belleza y riqueza de la era posterior a
Constantino se desvaneció en el 614, cuando el 20 de mayo la ciudad de Jerusalén
fue conquistada por las hordas dirigidas por el general Romizanes conocido como
Scharbaraz (cerdo real). "Cosroe –narra el patriarca Eutichio en los
Anales – envió a su general Scharbaraz… destruyó las iglesias de
Constantino, la del Calvario y la del Sepulcro, quemó la iglesia del Calvario y
del Sepulcro y destruyó la mayor parte de la ciudad". Esto fue un tremendo
golpe, casi todas las iglesias cristianas fueron arrasadas, todas las reliquias
robadas y 33.877 personas muertas y enterradas en una cueva en Mamilla (según
el relato dado por Tomás que cavó algunos de los sepulcros). El daño hecho
durante el período persa fue prontamente reparado gracias a la generosa ayuda
de parte de los cristianos de Tiberías, Damasco, Tiro y Alejandría. Durante
esta restauración el peñasco del Calvario fue cubierto mediante una iglesia
Esta invasión persa sacudió la totalidad del imperio y para el año 622 el
emperador Heraclio ya había recobrado todo el territorio y forzado a los persas
a devolver los trofeos de guerra entre los cuales estaba la reliquia de la Santa
Cruz, que fue devuelta a la Iglesia del Santo Sepulcro el 20 de marzo del 630.
La llegada de los conquistadores árabes en el 638 no alteró
la Santidad de este lugar de culto. Así es como el Patriarca de Alejandría,
Eutichio (siglo X) describe los acontecimientos de la conquista árabe:
"Omar ibn al-Khattab y sus generales dejaron Siria,
yendo hacia Jerusalén asediaron la ciudad. Sofronio, el Patriarca de Jerusalén,
fue a ver a Omar ibn al-Khattab quien le otorgó su protección para los
habitantes y la ciudad mediante una carta entregada al Patriarca en persona.
Omar ibn al -Khatab otorgó la salvaguardia de los lugares cristianos dando la
orden de no destruirlos ni de usarlos como viviendas".
En este relato de Eutichio se dice que Omar ibn al-Khattab hizo una visita a la
Iglesia de la Resurrección y se sentó en su patio, a la hora de la oración
dejó la Iglesia y rezó afuera temiendo que generaciones futuras pudieran usar
su oración dentro de la iglesia como un pretexto para convertirla en una
mezquita. Eutichio más adelante agrega que Omar ibn al-Khattab redactó también
un decreto que se lo dio al Patriarca, en el que prohibía a los musulmanes que
se reunieran en este sitio para sus oraciones.
Al principio del siglo IX un violento terremoto dañó la cúpula de la Anástasis.
Los daños fueron reparados en el 810 por el Patriarca Tomás. La iglesia fue
incendiada en el 841 y en el 935 los cristianos consiguieron superar los
persistentes intentos de los musulmanes para construir una mezquita adyacente a
la Iglesia. La Iglesia volvió a ser incendiada por los Musulmanes en el 938 y
el fuego rodeó a la basílica, al jardín del claustro y también a la Anástasis.
Una vez más, la iglesia fue incendiada en el 966 como venganza por la guerra
perdida en Siria por el ejército Musulmán. Pero todos estos infortunios sólo
afectaron a las estructuras de madera que pudieron ser reparadas mediante un
gran sacrificio de la ya empobrecida comunidad cristiana.