Tu vida

Querida María:

Hoy quiero dar un repaso a cosas tuyas sueltas.

Tu vida era: trabajo, contemplación, sueño, querer, vivir, vivir con mayúsculas, dominio de la memoria y de la imaginación cuando adormecen el alma, y si, uso de ellas cuando te llevan a los demás y a Dios.

Jesucristo, fin y centro de tu vida, te lo decía la fe, la razón y la experiencia.

Alegría, sonrisas, simpatía, cariño con la gente, vivir ilusionado, amor a la familia, a la casa.

Ofrecías el dolor físico y moral de tu vida.

Esperabas en el cielo.

Vivías para el fin; allí la paz, la alegría perpetua, allí estaba el enamorado por excelencia, la compañía ideal, el amigo que nunca falla, la luz, los seres queridos, la seguridad de nuestro reencuentro, la felicidad eterna, la vida con mayúsculas.

Tenías conformidad a la voluntad de Dios.

Te preguntabas: ¿veo en los demás a Jesucristo?, ¿me preocupo de la gente?, ¿les amo? Era un examen diario.

Esperabas ilusionada la misa diaria.

Tenías fe, fe viva. Querías calma y humildad.

Querías presencia de Dios para entre otras cosas vencer la soberbia.

Cuántas lágrimas contenidas y cuántas derramadas cuando afloraba la soberbia.

Eras consciente de que todo lo que tenías era recibido, y sólo los defectos eran tuyos.

Volcada en casa y con la familia, pendiente de los demás.

El estudio, el trabajo, servicio ofrecido a Dios.

Apreciabas la sabiduría sobrenatural, como muy superior a la simple sabiduría humana, aquella explica lo que esta no puede hacer; el sentido de la vida, la muerte, el sufrimiento y otros.

Hija de Dios, te preguntabas, ¿me doy cuenta de lo que esto significa?, siempre protegida, guiada, amada.

Ponías en las manos de Dios tus asuntos, todo lo trascendente e intranscendente.

Querías más fe, sabías que la fe mueve montañas.

Querías ver a la gente desde el corazón de Cristo, qué bien se les ama desde allí, cuando les miramos desde el nuestro, muchas veces nos quedamos en nosotros que es lo primero que vemos.

Querías orden en las cosas y en el alma. Querías estar cerca de la Virgen, te sentías cuidada por ella.