Trabajo.

Uno puede hablar del trabajo desde muchos puntos de vista; filosófico, económico, sociológico, histórico, político, etc. Pero aquí lo que queremos plasmar es nada más que la visión desde el punto de vista religioso, de la dignidad de la persona , y algunas consideraciones prácticas. Lo vamos a poner de dos maneras, una más seria que llamaremos "La Santificación del Trabajo" y otra más informal a la que llamaremos "Trabajo, encargo de Dios", las dos se complementan y/o se repiten en parte, empecemos por la primera:

La Santificación del Trabajo

El deber de trabajar

a) Dios creo al hombre y "lo puso en el jardín del Edén para que trabajara" (Gen 2.15).

El trabajo no es, pues, castigo por el pecado. El mismo Jesucristo perfecto Dios y perfecto hombre quiso pasar la mayor parte de su vida trabajando como artesano.

Después del pecado original, sin embargo, el trabajo cuesta esfuerzo, fatiga, como advirtió Dios a Adán al expulsarlo del Paraiso: "Comerás el pan con el sudor de tu frente" (Gen 3.19)

b) Pero el trabajo sigue siendo algo bueno en si mismo, algo propio del hombre, que participa así del poder de Dios, Creador del Universo.

Aunque la diferencia es siempre infinita, pues Dios creó de la nada, y el hombre no crea, sino que transforma unas cosas en otras.

c) Es decir, tenemos una obligación grave de trabajar. Un hombre que no quiera trabajar, un vago, si no rectifica, oirá de Dios, al final de sus días, aquel reproche que hace Jesucristo del siervo que recibe un talento y no quiso hacerlo fructificar "Siervo malo y haragán (...) Debías haber negociado con mi dinero a fin de que al regresar retirase lo mío con los intereses ... arrojarle a las tinieblas exteriores. (Mt 25.26-30) y San pablo enseña claramente; que el que no quiera trabajar, que no coma (2 Tes 3.10)

El fin del trabajo

a) Se trabaja para conseguir alguna finalidad.

El trabajo no es un fin sino un medio.

Cuanto más noble sea el fin por el que se trabaja, más se ennoblece el trabajo

Con su trabajo, el hombre no debe de pensar exclusivamente en si mismo, sino que a de buscar además:

        Ser útil a los demás, contribuir al bienestar de los que le rodean y ayudar a resolver los problemas de la humanidad.

El trabajo se convierte así en medio de servir a los demás.

b) Pero el hombre encuentra sentido más alto de su trabajo, cuando lo realiza sabiendo que ha recibido de Dios "una vocación profesional" "unas aptitudes" etc. para que a través de ellas alcance su fin último: la Santidad. Es decir cuando convierte el trabajo en medio de Santificación.

c) San Josemaría Escrivá escribió:

"Es en medio de las cosas materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres (...) el mundo no es malo, porque ha salido de las manos de Dios, porque es criatura suya, porque Yaveh lo miro y vio que era bueno (Gen 1.7). Somos los hombres los que lo hacemos malo y feo, con nuestros pecados y nuestras infidelidades.

No lo dudéis hijos míos: cualquier modo de evasión de las honestas realidades diarias es para vosotros, hombres y mujeres del mundo, cosa opuesta ala voluntad de Dios. Por el contrario, debéis comprender ahora, que Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana; en el laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia (...) Dios nos espera cada día. Sabedlo bien; hay algo santo, divino, escondido en las situación más comunes que toca a cada uno de vosotros descubrir.

Yo solía decir a aquellos universitarios y a aquellos obreros que venían junto a mi por los años 30, que tenían que saber materializar la vida espiritual. Quería apartarlos así de la tentación, tan frecuente entonces y ahora, de llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social, plena de pequeñas realidades terrenas (Conversaciones 113-114).

d) Estas enseñanzas son de un vigor y de una trascendencia incalculables, pues ponen de relieve el autentico significado del trabajo profesional de acuerdo con el fin último del hombre, frente a los conceptos materialistas del trabajo, que ofrecen al hombre, como único motivo para trabajar, el logro del bienestar material.

Como santificar el trabajo

a) Para que el trabajo pueda convertirse en medio de santidad, es necesario ante todo, que quien lo realiza esté en gracia de Dios y sea trabajo honesto.

b) Después, es preciso que el trabajo esté bien hecho, pues a Dios no se le puede ofrecer chapuzas:  "No le presentarás nada defectuoso, pues no sería digno de Él (Lev 22.20)

Ha de ser un trabajo (sea el que sea ...) realizado con la mayor perfección posible, con competencia profesional, acabado hasta los últimos detalles.

c) Además, el trabajo ha de ser ocasión y "lugar" de trato con Dios.

Para esto, podemos ofrecer el trabajo a Dios antes de comenzarlo, y luego procurar renovar este ofrecimiento con frecuencia.

Esto se consigue más fácilmente, si se dedica habitualmente otros momentos del día de modo exclusivo al trato con Dios.

Entre estos momentos, el fundamental es la asistencia a la Santa Misa, donde podemos ofrecer el trabajo de esa jornada, unidos al sacrificio de Cristo en la Cruz.

También es muy conveniente dedicar unos ratos al día a la oración y a la lectura del Evangelio y de algún libro espiritual, que alimenten de continuo el afan de buscar la santidad en medio de nuestras actividades.

d) Por último el trabajo, puede y debe ser medio para santificar a los demás, con el ejemplo, ayudándoles y haciendo apostolado.

Consecuencias

a) Poniendo a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas dignas, contribuiremos a la auténtica solución de los problemas de la humanidad.

b) Que los cristianos tenemos más motivos que nadie para trabajar, y trabajar bien; cumpliendo los propios deberes con abnegación y, al mismo tiempo con serenidad y alegría, conscientes de hacer la voluntad de Dios.

c) Que ante Dios no hay trabajos de más o menos valor en si mismos, pues el valor del trabajo depende de que se convierta o no en medio de Santidad. Es hora de que digamos los cristianos, que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene sentido dividir a los hombres en diversas categorías, según los tipos de trabajo, considerando una tareas más nobles que otras.

d) Hay algo común a la educación y al trabajo, y es el criterio de mejora.

Hemos visto que el trabajo humano debe ser en definitiva trabajo bien hecho, con actitud de servicio, ambas características reclaman aptitud y actitud de mejora.

La aptitud, tenemos idea clara de lo que es, para la actitud de mejora en un trabajo bien hecho supone 1º competencia profesional, 2º dedicación y 3º perfeccionamiento continuo.

Esta actitud de mejora es triple: Está la mejora en sus  aspectos técnicos, humanos y cristianos (Esto obliga a formarnos).

En la actitud de mejora, pondremos más interés, si consideramos el trabajo en su dimensión de servicio, porque no se les puede ofrecer a las personas "si se les respeta" cualquier servicio. Con muchísimo mayor motivo, cuando con visión sobrenatural ofrecemos a Dios ese trabajo.

e) Por último una consecuencia interesada, es que además si contemplamos el trabajo tal como lo hemos expuesto, somos más felices y alcanzaremos mejor la meta deseada (el cielo)

Vamos con la segunda parte:

Trabajo, encargo de Dios.

Esto no es una clase, ni una charla, ni una conferencia.

Esto no son más que unas reflexiones en voz alta.

El tema es "el trabajo", pero no desde una visión filosófica, sociológica, psicológica, ni siquiera humanista o económica, sino como encargo de Dios. que es el más importante.

A) Conviene antes de empezar deshacer un error muy generalizado.

El trabajo no es un castigo de Dios, en el capítulo 2º del  Génesis, cuando Dios puso a Adán en el jardín del Edén, le dijo que lo cuidará y cultivara.

Es en el capítulo 3º cuando el hombre pecó y le dijo Dios entre otras cosas que; ganaría el pan con el sudor de su frente.

Luego el trabajo es un deseo de Dios, un mandato de Dios, que nos crea, nos ama y sabe que es lo mejor para nosotros.

San Pablo dijo que quien no trabaje que no coma.

B) Una vez visto lo anterior, y antes de seguir quiero hacer una pregunta:  ¿Que trabajo es más importante?

     El de un ministro o el de carpintero, el de una cocinara o el de una maestra, ...pues el  trabajo más importante es el que se hace con más amor de Dios.

- No hay trabajos más o menos dignos

- No hay trabajos de 1ª o 2ª categoría

- En Dios no hay acepción de personas, no divide a las personas por su clase de trabajo.

- Dios solo mira el corazón del trabajador

C) ¿Cuales deben ser las fuerzas motrices que nos impulse a trabajar?

El trabajo nos  de proporcionarnos el sustento para nuestra vida y la de las personas que dependan de nosotros, fundamentalmente nuestra familia,

El trabajo es un don de Dios, que quiso que colaborásemos de alguna manera en la creación del mundo.

El trabajo dignifica al hombre y a la mujer.

El ejercicio de la profesión, sea la que sea, es un medio de servir a la sociedad.

El trabajo es camino de santidad.

El trabajo es oración   (.......)

El trabajo tiene un sentido redentor (.........)

D) ¿Como el trabajo es camino de Santidad?

Como lo fue para Jesús que pasó 30 años de vida oculta en Nazaret trabajando, y su trabajo no fue espectacular, fue un trabajo de los que podríamos decir que pasaba desapercibido.

Tenemos que  santificar el trabajo,  tenemos que santificarnos  en el trabajo y debemos santificar a los demás con el trabajo.

Y esto lo conseguimos:

Termino ya, pero quiero dejar claro que un hombre de la calle sino  encuentra a Dios en el trabajo será difícil que lo  encuentre.

"Las tareas profesionales (...) son testimonio de de la dignidad de la criatura humana; ocasión  de desarrollo de la propia personalidad; vínculo de unión con los demás; fuente de recursos; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que vivimos, y de fomentar el progreso de la humanidad entera... -Para un cristiano, estas perspectivas se alargan y se amplían aún más, porque el trabajo -asumido por Cristo como realidad redimida y redentora- se convierte en medio y en camino de santidad, en concreta tarea santificable y santificadora" (San Josemaría Escrivá).