Historia de Satipo

La Asociación Niños del Tambo quiere presentar una pequeña historia reciente sobre la provincia Satipo a la cual pertenece el distrito de Río Tambo. Esta historia está  sacada de  Teodoro Noriega gran amante del pueblo Asháninka

Siempre que se desee hacer una historia de Satipo, necesariamente habrá de comenzarse por la labor de las Misiones Franciscanas, con cuya labor heroica y tesonera en pro de la evangelización de los campas, se dio origen sucesivamente a la Colonia de Satipo, a la construcción de la carretera y a la creación del distrito, hoy provincia de Satipo.

  Dejaremos de mencionar las tareas y sacrificios de los misioneros y sus mártires en los siglos XVII al XIX, principalmente en el Pangoa, para dedicarnos a la formación del Satipo moderno.

 Los primeros habitantes de la región fueron, en su mayor parte, indígenas serranos cocaleros que establecieron sus chacras en Pampa Hermosa, donde había en los primeros años de este siglo unos doscientos habitantes que habían construido una capilla rústica dedicada a San Antonio y poblaban la región hasta Santo Domingo.

 En 1903 se suscribió un contrato entre el Gobierno y don Juan Valladares, propietario de la hacienda Runatullu, por el cual Valladares se comprometía a construir un camino de Pampa Hermosa hasta el Perené, y el Estado le concedía la explotación de los gomales de shiringa de toda la ruta.

 El que esto suscribe conoció la llamada "Trocha Valladares" en la parte llana del valle desde la Rinconada hasta el riachuelo Alberta, pasando por la zona alta de lo que hoy es pueblo de Satipo. El resto se había perdido. En esa trocha había cada dos leguas, más o menos, una chacra de indígenas de la sierra para conservar pastos para las acémilas y posada para los transportadores de la shiringa y de los abastecimientos para los trabajadores. 

En 1913 ocurrió la última gran sublevación de los Campas, hasta el Ucayali, y que en el Pangoa fue encabezada por el campa Churinguanti. En el año anterior en R, P. Francisco Irazola había realizado la hazaña de bajar desde Puerto Kimpitirique, el río Apurímac y el Ene, a través de tribus hostiles y agresivas, llegando por el Perené y Pangá al río Satipo hasta Pampa Hermosa, con el objetivo de trazar sus planes para el establecimiento de misiones para catequizar a los campas. Toda su labor fue destruida, así como las chácaras de los cocaleros de Llaylla, Mazamari y algunos de la parte alta de Satipo hasta La Victoria.

 La exploración de estas montañas por el padre Irazola dio lugar a que concibiera grandes proyectos para la colonización, entre ellos la construcción de un camino que uniera Pampa Hermosa con el Perené. Fue así que en el año 1916 inició su construcción desde el caserío de Santa Ana, bajo la dirección del Padre Rafael Gastelúa y con la colaboración de don Augusto Hilser. Este señor fue el primer colono de Satipo, que habiendo llegado en 1898 al Pangoa, se estableció en San Pedro con su familia, siendo nombrado en 1917 Perito Regional de Satipo y Pangoa, y más tarde Comisario de Puerto Ocopa y receptor de correos.

 En 1916 se fundó la Misión de Río Negro, quedando al cuidado de ella Fray Bernardino Muñoz por muchos años.

 En 1919 se terminó la construcción del camino de herradura hasta la confluencia del Pangá y el Perené, habiéndose fundado en aquel lugar la Misión de Puerto Ocopa, quedando encargado de ella el hermano Fray Antonio Luna.

 Como se iban estableciendo numerosos colonos cocaleros en la ruta y formando los caseríos de Santo Domingo, Santa Ana, Santa Bibiana, San Pedro y Bellavista, el gobierno expidió la Resolución Suprema del 31 de enero de 1919, por el cual se reservaba para el Estado todos los terrenos de Satipo y Pangoa, con la mira de una futura colonización más ordenada.

 En 1920 se fundó el pueblo de Bellavista en donde había un huaro y en donde más tarde, en 1924, se construyó un puente colgante llamado Puente Masías. El primer Teniente Gobernador fue don Ceferino Vásquez, vecino de San Pedro, con jurisdicción hasta la boca del Pangoa.

 Ya en 1924 habitaban en Bellavista José Pariona, Eulalio Cruz, los hermanos Alarcón, Salinas, Uscuvilca y otros.

En Kobiriari los hermanos Joaquín y Marcos Ramírez, Payano, Flores, Granados y otros. Frente a Bellavista, en la otra banda, don Vicente Mejía y don Jeremías Aliaga, más abajo, don Hildebrando Alvarez León, Eugenio Ilich, Alfredo John, Miguel Tackash, Isaac Grados, Alfonso Martínez.

 En Marankiari los hermanos Fernández.En Sondobeni, la familia Reátegui. En Pakitzari, don Francisco Soto.

 En Puerto Ocopa, don Armando Vargas, don Manuel C. Torres. Superiora de Puerto Ocopa, la Rev. Madre Teresa hasta 1936.

 Por la banda derecha se hallaban don Sefarin Camargo, Daniel Gutarra, Ceferino Vásquez, Silvestre Granados, Pedro Mellado, don Gabino Escobar, don Domingo Z. Muñez y don Antenor Villacrés.

 En 1926 empezaron a llegar los primeros colonos del Estado. Varios procedentes de Yauyos se instalaron en Kobiriari; de la capital llegó en agosto la Colonia Perú, catorce personas que fueron ubicados en Paratusiari, los cuales abandonaron en pocos meses quedando sólo don Emilio Hernández y su madre doña Josefa Sempere.

 Para ese tiempo se hallaba en San Pedro don Pedro F. Cornejo con su familia y al frente don Teodoro Noriega, que esto escribe.

 En 1927 se crea por Resolución Suprema la Dirección de Inmigración y Colonización de Tierras de Montaña, nombrando  administrador de las tierras de Satipo a Monseñor Francisco Irazola.

 Se estableció un Hotel de Inmigrantes en el Callao, en el galpón que fue la antigua fábrica de fósforos El Sol, y un Hotel de Colonos en la Av. Manco Cápac en Lima, de donde partieron grupos de colonos para Satipo desde marzo de 1926 has 1929. La mayor parte peruanos pero también hubo austriacos, alemanes, húngaros, polacos, rusos y muy pocos españoles e italianos.

 El viaje era en tren hasta Matahuasi y de allí a pie, raras veces había un camión, hasta Santa Rosa de Ocopa en donde se hacía una espera de varios días hasta que la Administración consiguiera acémilas para el traslado a Satipo.

 Los primeros colonos eran atendidos precariamente en la Casa Misión de los Padres Franciscanos, que era rústica, pequeña,de paredón con techo de shapaja, lo administraba el Hno. Fray Bernardino Muñoz, co-fundador de esa casa.

 El viaje era sumamente penoso a través de la cordillera. Alegre y optimista la partida, entre bromas y cantos, hombres, mujeres y niños emprendían el viaje hacia la selva desconocida, con la esperanza de poseer un pedazo de tierra y labrarse un porvenir. Pero a medida que se ascendía la cordillera comenzaban las penalidades: cansancio, soroche a veces, lluvias o nevadas, hambre, mulas que se rendían, ropa mojada, pedregales, pantanos, interminables cuestas, fatigosas bajadas, etc.

 Las jornadas eran cortas y cuando la caravana era numerosa, no había donde alojarse, pernoctando los hombres a la intemperie, aún en la puna helada. Lugares de pascana fueron Sacsacancha, Pomamanta, Comas, Chaca, Cachupia, Yauringa, Muchca, Talhuis, Runatullu, Untaipaccha, Carrizal, Calabaza, llegando por fin a la montaña de Pampa Hermosa donde eran siempre bien acogidos en las casas de Julián Sobero, Salvador Urco, don Vicente Panez, los hermanos Maldonado en Mariposa y don Francisco Ponce en Santo Domingo.

 De allí era una jornada a San Pedro y al final Río Negro. El pueblo de Satipo no existía, este lugar era Monte Real. El alojamiento al término del viaje era en el convento o en las casas de los campas. Recibían al llegar algunos víveres, herramientas, mosquitero y medicinas para los enfermos o maltratados por el largo viaje que podía ser de seis a diez días.

 Después de varios días el perito don Augusto Hilser señalaba la parcela de monte donde debía trabajar y radicarse el colono, siendo de diez hectáreas para hombre soltero y de 30 hectáreas si tenía familia.

 Al acometer a la selva umbría, llena de árboles gigantescos, se sentía uno descorazonado. Había que enardecerse, llenándose de valor para atacar al bosque desolado y hacer su roce. Muchos colonos aún enfermos del temible paludismo, heroicamente se enfrentaron a la selva y, con ánimo de vencerla hicieron sus roces; otros obtuvieron la decisiva ayuda de los campas mediante retribución en mercaderías; muy pocos se ayudaron mutuamente; unos cuantos se dedicaron a otras actividades no agrícolas y de esta manera se fue formando la Colonia de Satipo.

 Pasando el tiempo muchos fueron vencidos por las enfermedades o muerte de familiares y por otras penalidades, abandonando todo y regresando a su lugar de origen.

 Con fecha 13 de enero de 1928 se expidió la Resolución Suprema reservando ubicación de terrenos para la futura ciudad de Satipo, después de lo cual Monseñor Irazola mandó rozar doce hectáreas de terreno en el lugar señalado donde esta ahora la Plaza de Armas y el centro del pueblo de Satipo.

 Otra Resolución Suprema del 4 de mayo de 1928 asigna en dicha área urbana un lote de 1250 metros cuadrados para cada jefe de familia de colonos que construyera su vivienda en el plazo de un año. La Jefatura de la Colonia se trasladó a este lugar ocupando una casa abandonada de un colono en la que es hoy la calle Manuel Prado.

 Se construyó una casa grande de palos y ponas con techo de calamina para el funcionamiento de la Escuela Elemental de la Colonia que fue dirigida hasta 1930 por la Rev. Madre Vicenta; otra casa igual para la Jefatura, Almacén, Posta Médica en donde esta hoy el campo ferial; y poco a poco fueron haciendo sus casa de materiales rústicos varios colonos, entre ellos, Víctor Quichiz, Pedro Cornejo, Antonio Samamé, Francisco Bravo, Emilio Quiroz Quijandría, Buchón y otros.

 En 1927 llegó como primer Jefe de la Colonia don Carlos Schambaer trayendo como auxiliares a don Atilio Palmieri, pintoresco y bondadoso italiano; como comisario a don Celso Chirinos Bautista, jefe de guardia Alférez Luque, reemplazado después por el Alférez Rufasto y provisionalmente almacenero don Demetrio Candela.

 El 4 de julio de 1929 se realizó en la Jefatura una ceremonia de Fundación del pueblo de Satipo, seguida de un gran baile. Nombrando como padrinos al Presidente de la República don Augusto B. Leguía y a su hija Carmen Leguía, representados aquí por don Augusto Hilser y doña Aurora Cornejo, respectivamente.

 En dicho acto no tuvo intervención el Administrador de la Colonia Mons. Irazola, de cuya fundación no queda ningún documento ni prueba alguna que lo recuerde, habiéndose olvidado por completo.

 Era encargado de la Jefatura don Otto Bludau cuando, en 1930 sobrevino la caída del gobierno de Leguía a consecuencia de la gran crisis económica mundial. Se suprimieron los subsidios a los colonos, quedando Satipo abandonado a su propia suerte, por lo cual muchos colonos emigraron a otros lugares.

 Los europeos que habían construido un bonito pueblo llamado Villa Flavia a orillas del riachuelo Kipauriari, abandonaron todos poco a poco, volviendo, con ayuda del gobierno a sus países de origen.

 El segundo Jefe de la Colonia fue don José Carlos Chirif, duró pocos meses en el cargo. En 1931 fue nombrado jefe el Ing. Antonio Scavino, también por poco tiempo. En 1932 era jefe don Juan Elías Lobatón, tristemente célebre por sus escandalosas borracheras.

 En ese año se hizo un censo no oficial, dando como resultado que en toda la Colonia, incluyendo el pueblo, había solamente 121 familias. El resto había abandonado todo por la gran miseria reinante.

 En enero de 1933 el gobierno de Sánchez Cerro envió a Satipo un lote de presos políticos, apristas y comunistas, con custodia de la Guardia Republicana. Muerto Sánchez Cerro en abril, el gobierno de Benavides puso en libertad a dichos presos en agosto.

 Por Ley de 5 de marzo de 1930 fue creado el distrito de Andamarca, pasando a ser Satipo comprensión de este distrito.

 En 1935, también en enero, pasando Satipo por sus más negros días de miseria fue remitido otro contingente de presos políticos con Guardia Republicana y se nombró nuevo Jefe de la Colonia a don Emilio Blanco Ara con catorce empleados, entre ellos el Ing. Raúl Parrau quien trazó el nuevo plano del pueblo de Satipo, que con muy poca diferencia es el actual.

 A fines de ese año se trasladaron los presos nuevamente a El Frontón en el Callao, en vista de las numerosas evasiones que se producían. No se volvió a mandar nunca más presos a Satipo.

 Mientras tanto los trabajos de la carretera Concepción-Satipo avanzaban lentamente. Ya no se viajaba a pie o mula hasta la Concepción, sino sólo hasta Toldopampa, después a Rinconada de Carrizal, luego hasta Santa Ana; llegando por fín la carretera a Satipo en 1940.

 En 1936 se creó la Agencia Municipal de Satipo, siendo el primer dirigente edil don Augusto Hilser. La Agencia  funcionaba como un Concejo Distrital con delegados de varios sectores de la Colonia, actuando como secretario Teodoro Noriega. En este tiempo se construyó el local municipal, que se conservó hasta 1964.

 Se estableció la Granja Experimental y Escuela de Colonos de Satipo, que fue inaugurada con gran pompa el 12 de octubre de 1936, siendo su primer jefe y al mismo tiempo Jefe de la Colonia el Ing. Manuel Sánchez del Aguila. La Escuela de Colonos funcionó solamente dos años.

 Por Ley de 18 de setiembre de 1940 se creó el Distrito de Satipo, con su capuital San Francisco de Satipo, inaugurado solamente el 28 de noviembre del mismo año. Ya por este tiempo se comenzó a festejar al Patrón de Satipo, San Francisco de Asís en su fecha 4 de octubre.

 El primer Alcalde fue don Salvador Urco, reelegido por tres años y posteriormente por dos años más en 1961-1962. Durante su gobierno se expidió la Resolución Suprema de 3 de abril de 1941, que autoriza al Concejo para la adjudicación oficial a los colonos de lotes urbanos en el pueblo de Satipo y su titulación. La reglamentación que para tal fin expidió el Concejo no había previsto el futuro desarrollo urbano de Satipo, produciéndose irregularidades que han quedado sancionadas por el tiempo.

 Con la llegada de la carretera, comenzó la expansión de la incipiente agricultura, exportándose a la sierra gran cantidad de frutas y maderas, y en pequeña cantidad barbasco y otros productos, aumentando el número de pobladores rurales y urbanos y progresando paulatinamente la región.

 El 1 de noviembre de 1947, cuando Satipo desarrollaba alegremente su agricultura y comercio, sobrevino la gran catástrofe que fue el terremoto espantoso en su violencia destructora que sepultó la carretera desde Carrizal hasta Satipo, y con ellas miles de hectáreas de chacras. Todos los caseríos situados al márgen de la vía y numerosos muertos. Desaparecieron convertidos en pedregales San Antonio, Mariposa, Santa Ana, Santa Bibiana, Santa Rosita, La Victoria, y casi la mitad del pueblo de Satipo. Todos los puentes y huaros, además del poblado de la Misión de Puerto Ocopa. Fue destruído totalmente el Centro Escolar de Varones, la Iglesia en construcción, el Hospital , el camal y numerosas viviendas.

 Durante todo el gobierno del General Odría no se intentó ninguna reconstrucción en Satipo, quedando la Colonia sumida de nuevo en la miseria y en la desesperanza. En 1948, mediante el esfuerzo de los residentes, se construyó el actual campo de aterrizaje que alivió un tanto del aislamiento total en que quedó la región.

 Con la mayor demanda y precio del café comenzaron a llegar nuevamente miles de personas para dedicarse al cultivo, que, con la ayuda del Banco de Fomento Agropecuario dio nueva vida al distrito a partir de 1951.

 Durante el segundo gobierno de don Manuel Prado se inició y terminó la reconstrucción de la carretera terminada en 1961. En ese mismo año se fundó por particulares el Colegio Francisco Irazola de Educación Secundaria, nacionalizado en 1965, para beneficio de la juventud que ya no necesita desplazarse a otras ciudades para su educación. En ese mismo año de 1965, se iniciaron las guerrillas revolucionarias en las serranías de Huancayo, produciéndose varias víctimas. Puestos en fuga por las fuerzas del gobierno se desplazaron hasta Pangoa donde hubieron nuevas víctimas. Fueron destruidas a fines de ese año, poniendo término a los días de alarma y zozobra que vivió Satipo. Con ese motivo se instaló en Mazamari la 48ª. Comandancia de la Guardia Civil como batallón antisubversivo.

 El desarrollo creciente de la región dio lugar a que se gestionara y obtuviera la creación de la provincia de Satipo por Ley de 23 de marzo de 1965, cuya inauguración se realizó con toda solemnidad el 27 de junio del mismo año, celebrada con entusiasmo hasta 1968.

 De los colonos fundadores de Satipo sólo quedan en la actualidad 122, incluyendo en ese número a 22 esposas de fundadores sobrevivientes y 16 viudas; casi todos ancianos, de modo que sobreviven 84 varones desde Mariposa hasta Puerto Ocopa.

 No mencionaré lo que todos estamos viendo, o sea el desarrollo contemporáneo de la provincia con sus numerosas escuelas, bancos, farmacias, casas comerciales, establecimientos militares y autoridades provinciales.

 Mientras tanto en Puerto Ocopa, las Madres Franciscanas, como hace 40 años sostienen heroicamente con alimento, vestido y enseñanza a un numeroso grupo de niños campas, con una precaria ayuda del gobierno, tratando de hacer de los nativos, ciudadanos útiles para la sociedad y para la Patria.