LABOR  QUE  SE  REALIZA  EN  SANTA  TERESITA  DE  PUERTO  OCOPA

Santa Teresita fue el nombre que los primeros franciscanos que llegaron a Puerto Ocopa pusieron a la Casa-Hogar,  en ella se recogían a niños y niñas, muchos huérfanos o abandonados, que procedían de las Comunidades Nativas amazónicas limítrofes. Al principio estos jóvenes eran atendidos por los franciscanos, pero la atención fue creciendo de tal manera que tuvieron que dar paso a las Franciscanas de la Inmaculada Concepción, institución fundada en Perú, que se hicieron cargo de la dirección de la Casa-Hogar, y de la atención familiar y personalizada  a estos niños, niñas y jóvenes necesitados de atención y de cariño.      (FOTOS ABAJO)

Nelida Vicente Salas,  monja franciscana superiora de la Casa-Hogar juega con un niño en la  mision.

Abril 2007, por Barbara J. Fraser.

 

PUERTO OCOPA, Perú — La niebla mañanera todavía se aferra a los árboles mientras más de una docena de niñas se alinean en bancas de madera en la capilla de una vieja misión franciscana y bajo la mirada de una estatua de Jesús vestida en túnica blanca con franjas rojas, verdes y púrpuras muy apropiadas para el clima tropical de la selva central de Perú. Después de oraciones, canciones, la Comunión y el beso de la paz las niñas entran en fila al comedor cavernoso para un desayuno de avena y  guineos. A ellas se unen media docena de niños mayores cuyos platos son apilados con arroz por respeto a sus apetitos adolescentes. En medio de un ruido estrepitoso de bancas y de una breve canción de agradecimiento los jóvenes se dirigen cuesta abajo hacia el río para fregar sus platos y tazas de lata con arena fina y oscura de la ribera.

Durante casi un siglo la misión ha recibido niños de comunidades distantes con nombres exóticos, tales como Ucayali, Shanky, Jairikishi y Shevoja, que viven medio ocultas en el denso bosque.  La  mayoría son indígenas, principalmente ashaninka con algunos shipibos y miembros de otros grupos. “Ellos vienen hablando ashaninka y poco a poco aprenden español. Y nosotros aprendemos ashaninka”, dijo la hermana Nélida Vicente, superiora de la misión.

Ella y cuatro otras monjas franciscanas cuidan de casi 100 niños durante el año escolar. En enero y febrero, en el verano sudamericano, la mayoría de los jóvenes regresan a sus hogares, pero unos 30 permanecen en la misión. “A veces nos llegan recién nacidos. Sus madres mueren y nos traen el bebé”, dijo ella. Los niños permanecen hasta la adolescencia, asistiendo a la escuela primaria y a la escuela secundaria en la diminuta comunidad de Puerto Ocopa, puerto de río rodeado por la densa vegetación de la selva. Una escuela vocacional nueva ofrece cursos de enfermería, agricultura y la zootecnia, permitiéndoles a los jóvenes obtener destrezas laborales sin ir a un pueblo distante, movida que en muchos casos es prohibitivamente costosa.

La hermana Nélida les recordó a las niñas cambiarse de faldas a pantalones cortos antes de tomar las escobas y trapos, luego tomó tiempo para jugar un juego cantado con uno de los residentes más jóvenes de la misión. Para mediados de febrero ella ya había recibido 17 nuevos niños y más estaban llegando lentamente. Esto llenó la misión casi hasta su capacidad máxima antes del comienzo del año escolar el 1 de marzo. “Alguna gente nos los traen porque en sus comunidades no tienen suficiente para alimentarlos”, ella dijo. Walter Mejía, de 12 años de edad, llegó al hogar hace unos seis meses después de su madre murió.

“Me gusta más trabajar en el jardín. Me gusta estar en la naturaleza”, dijo él, aunque tiene la esperanza de ser médico. El jardín ayuda a la misión a estirar su magro presupuesto. La hermana Nélida dijo que los niños “lo siembran ellos mismos y comen los guineos y la mandioca que cosechan”. Pero el alimento es una preocupación constante. Las donaciones de un programa de nutrición del gobierno no son suficientes.

La misión tiene una larga historia de acoger a personas en necesidad. Los franciscanos llegaron por primera vez en el centenario de 1600, pero terremotos destruyeron los edificios originales.

 

 

El Padre Teodorico Castillo Corrales, de 81 años de edad, ha trabajado en la misión durante 50 años. El dijo que el convento, que fue reconstruido en 1918, es conocido como la “misión de rescate” porque los frailes recibían niños “que eran intercambiados o vendidos (en esclavitud) o que estaban condenados a muerte porque eran sospechados de brujería”.

Historia Breve de la Casa Hogar de Santa Teresita

La Madre Teresa de la Sagrada Familia (Posadas Madrid) de gran espíritu apostólico tenía mucho deseo de internarse en la selva para evangelizar a los nativos. 

Encuentro providencial:  El reverendo Padre Juan Uriarte OFM del Convento de los Descalzos, hacia más o menos dos años se hallaba en la selva cerca, de los ríos Pangoa y Perené, tratando de catequizar a los campas (tribu nómada) que habitaban en aquella región, pero ellos se mostraban recelosos y desconfiados.

Había el precedente de que muchos años antes los campas habían dado muerte a unos misioneros; sin embargo el Padre Uriarte se había instalado en ese lugar y vivía en una choza a la vista de ellos. De cuando en cuando venía a Lima a proveerse de lo indispensable. En una de esas ocasiones el P. Uriarte, se encontró en la calle con la Madre Teresa. El Padre invitó a la Madre Teresa a fundar una casa en el lugar donde él vivía, después de varias entrevistas, con el permiso del vicariato apostólico, Mons. Francisco Irazola OFM se decidió hacer la fundación en Puerto Ocopa, con el nombre de Santa Teresita en la confluencia de los ríos Pangoa con el Perené.

El 13 de junio de 1922, arribó la Madre Teresa en compañía de la Madre Vicente Aristizábal, al lugar de la fundación, donde el Padre había preparado una choza (paredes de caña y techos de palmera).

Para establecer la casa misión, la Madre Teresa tuvo que pasar muchos trabajos y dificultades, viajes por tierra, por malos caminos, llenos de zaras y desniveles. Gracias a esas dificultades vencidas con heroica constancia se estableció la casa y la Madre Teresa fue nombrada superiora el 15 de mayo de 1924.

 El 26 de marzo de 1946, fue elegida superiora Madre Carmela del Santísimo Sacramento. En este tiempo ocurrió un gran terremoto en Satipo el que dio lugar a una inundación el 1º de noviembre de 1947.  La casa quedó inhabitable nadie pereció porque huyeron a un lugar más alto donde se encontraba la ladrillera.

En consecuencia se clausuró la misión pues las habitaciones estaban sumergidas,  porque el desmonte impidió que el Pangoa siguiera su curso y enlagunándose fue subiendo el agua y cubriendo  hasta una notable altura. Muchos de los niños fueron sacados en hidroavión, el mismo Mons. Buenaventura León de Uriarte OFM, el que realizó este servicio, los menores fueron traídos a Lima, otros los instalaron en Santa Rosa de Ocopa, los mayores se quedaron en la Misión con sus familiares, de los que vinieron a Lima, un grupo estuvo en San Alberto y los tenía a cargo la Madre Imelda y se sostenían con las mensualidades que pagaba el Estado a las Religiosas como maestras, que subsistieron por todo este tiempo.

Los nativos reclamaban la vuelta de las religiosas a la Misión y el hermano Antonio Rojas OFM, restauró el campo y habilitó algunas habitaciones de material noble que las Madres habían construido antes del terremoto.

Se restableció la Casa Misión,  y no situamos en 1964 donde es nombrada superiora de Puerto Ocopa, la Madre María Amalia de Jesús, de la que el Padre Castillo no hace más que elogiarla por su comportamiento y valentía ante la llegada de los terroristas de Sendero Luminoso y de como ayudo a la población a sobrevivir.

A nuestra llegada en marzo del año 2006 estaba de superiora la madre Clara, mujer de gran temple, en uno de los videos que reflejamos se la ve atravesando la grandísima corriente del  río Panga, viniendo de trabajar la chacra del otro lado del río con los niños y niñas d eñla Misión.

 Y actualmente, en 2.007, es superiora de la Misión, la Madre Nélida Vicente Salas.

Vamos a describir y a plasmar con fotografías lo que es la Misión (años 2006 y 2007).

Lo más importante;  los niños y niñas

Edificios

Instalaciones

Alrededores
Clases, la interior y la exterior improvisada.
Ambiente familiar y atención personalizada
Dormitorios
Preparando la comida
Cocinas que se utilizan   ( dependiente del estado del tiempo)
Comedor
Limpieza personal
Otra limpieza
Juegos
Actividades festivas con el traje regional asháninka
Colaboración de niños y niñas  en el mantenimiento de su Casa-Hogar
Cada sábado recogen lo que la naturaleza exuberante produce, su alimento diario que ellos mismos atienden. 

 Plátano, coco, yuca, piña, huevos, arroz y maíz.   *     En una foto se ve como  afilan sus machetes con las piedras.

Fotos más recientes se ven en las páginas de proyectos realizados y otros.