Ser feliz
Desear
la felicidad, es la gran aventura de todas las personas; caminos habrá
varios, si lo consiguen o no, no lo sé, yo sólo sé el mío, el que
me enseñaron, el que he seguido, creo yo que es el mejor, ¿habrá
otro de verdad que también llegue a esa meta? Lo dudo, aunque posible.
Como siempre he tenido mentalidad
de ciencias, voy a tratar de esquematizar aquello por lo que he luchado,
he seguido, he ganado:
- Filiación divina: Dios
es mi padre, y quiere lo mejor para mí, El que me ha creado, me guía,
me orienta, me anima, me protege, ¿qué podrá pasarme?
si cuento con su ayuda, a nada tendré miedo, siempre adelante con
esa confianza.
- Voluntad de Dios; todo acontecimiento
sólo puede encuadrarse en una de las dos realidades; las queridas pos Dios
o las no queridas pero consentidas, nada ocurre sin el consentimiento de
Dios.
Los acontecimientos queridos por
Dios siempre me conducirán al bien, a la belleza, a la felicidad.
Los acontecimientos no queridos por
Dios pero consentidos, que los cometemos abusando de la libertad que Dios
nos ha dado, (libertad imprescindible para poder amar, libertad con la que
Dios nos ha creado precisamente para poderle amar, para amarle si queremos),
como pueden afectar a dos personas; al que realiza el acto y al que lo sufre,
lo veremos separado:
a) La persona pasiva que sufre el acontecimiento,
sea este de cualquier tipo, será siempre para su bien. Otra cosa
distinta es que en ocasiones no se vea a primera vista.
b) Y la persona que comete ese acto,
no deseado por Dios, aunque si consentido, sí se arrepiente y pide perdón,
también le conducirá al bien. Yo por eso estoy tranquila,
yo tengo capacidad de arrepentimiento. Pido perdón y a empezar de
nuevo.
- Desprendimiento de los bienes;
Hay que estar desprendido de todas las cosas materiales que usamos, recordando
además que no son nuestras, que somos administradores de ellas.
Podemos disfrutar de ellas cuando las tengamos y daremos gracias a Dios
por ello, pero sabremos renunciar a ellas cuando las circunstancias lo
exijan y sabremos también dar gracias a Dios. No tenemos que esperar
nada.
- Desprendimiento de nuestra persona;
No somos nada, todo lo bueno que tenemos nos lo ha dado Dios, y todo lo
malo, la mayor parte de las veces a sido debido a nuestras faltas y pecados.
Por eso, no podemos enorgullecernos, hay que acabar con nuestra soberbia,
con esa preocupación del qué dirán.
- Dominio ante toda clase de dolor;
Todo dolor físico o psíquico, debe ser ofrecido, con Cristo
en la Cruz, por nuestros pecados, por los pecados de la humanidad; podemos
además aplicarlo a alguna intención especial o por una persona
concreta. Si sabemos que ese ofrecimiento de nuestro dolor alivia a algún
ser querido, queridos deben ser todos, nosotros sufriremos mucho menos.
Ese dolor tendrá un sentido aunque nosotros no lo entendamos.
- Aceptar la muerte; La muerte
es algo natural en la vida, somos los hombres los que la hacemos extraordinaria;
es el paso natural al cielo, la debemos meditar diariamente, vendrá
cuando Dios quiera, como Dios quiera, pero siempre a su debido tiempo que
será el mejor. Vivamos también desprendidos de la vida.
- Inmersos en medio del mundo;
El mundo y todo lo que en él hay, es bueno, pues ha sido hecho por las
manos de Dios, tenemos que llevar a Dios todas nuestras actuaciones, trabajos,
diversiones, familia, tenemos que sobrenaturalizar la vida corriente, podemos
y debemos de disfrutar -a su debido tiempo- de todo lo bueno que Dios ha
hecho.
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Sin olvidar los medios tradicionales
de; la oración, los sacramentos, el cuidado de las cosas pequeñas,
la alegría y el amor al Papa y a la Virgen.
Claro que nada valdría sin
la caridad; en verdad si amamos a Dios y al prójimo de verdad, todo
el esfuerzo anterior sobraría, ya que con caridad auténtica
todo lo anterior se nos viene dado y la felicidad estaría implícita.
Busquemos el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se nos
dará por añadidura.