Recuerdos del uno de noviembre.

Hola María: tú feliz, nosotros caminando, pero dentro de poco nos veremos. Quiero comentarte cosas que hoy han invadido mi alma.

Sabes que no hemos sido muy frecuentadores de los cementerios, puede que sea un tema de sentimientos o quizá que siempre hemos visto a nuestros familiares y amigos en el cielo desde el hecho de su muerte, no lo sé. Lo que es verdad es que desde niños, en San Sebastián, y con mis padres, solo hemos ido al cementerio el día uno de noviembre, día de todos los Santos. Ya novio de mamá, seguimos con esa tradición, solo el uno de noviembre íbamos al cementerio de Pollóe, rezábamos por los abuelitos y por los fallecidos en general.

Hay un uno de noviembre muy especial para mi, fue en el año 1961, yo tenía 21 años y mamá 17, llevábamos tres años de novios, y fue bajando de Pollóe por la cuesta de Eguía, atravesamos las vías del tren por el paso superior y nos internamos en la avenida de Francia, el río Uruméa por la izquierda y la estación del Norte por la derecha, arriba los árboles frondosos del paseo, y nosotros en silencio caminábamos. En ese paseo camino de nuestras casa fue cuando nuestras manos se toparon, fue un pequeño roce, su mano izquierda con mi derecha, creo que fue algo no pensado, no lo recuerdo bien, lo que si se es que fue un momento jamás olvidado, fue, no se decirlo, la manifestación del amor por medio del acto más simple que se puede dar. Nos agarramos de la mano y así en silencio paseamos por ese gran paseo junto al río.

Llevábamos tres años de noviazgo, así empezó todo, un día a la salida de un partido de fútbol en Atocha nos conocimos, mamá con catorce años. Poco después empezamos a salir todos los días. Éramos jóvenes, sobre todo mamá, y yo, algo mayor, era consciente de nuestro largo noviazgo, así que fuimos despacio, experimentando poco a poco las dichas que Dios tiene preparadas para sus hijos. Si no hubiéramos esperado, jamás hubiéramos conocido sensaciones tan maravillosas.

Pero no es eso lo que quería comentarte, sino del Campo Santo donde reposan tus restos. Hemos seguido siendo poco frecuentadores de los cementerios, es más, ya hasta dejamos esa costumbre de visitarlos, quizá el hecho de querer ver a los difuntos ya en el cielo nos hacía alejarnos de los cementerios como algo olvidado.

Así seguimos en tu caso, tu entierro en el cementerio de Sevilla, que fue acompañado por la familia y numerosos amigos siguiendo el rosario que por tu alma dirigíamos a la Virgen, fue casi nuestra última visita al Campo Santo. Después, viéndote en el cielo pocas flores pusimos, nosotros ninguna, otros si que las pusieron.

Pasaron los años y al a venir a vivir a Espartinas, trajimos tus restos mortales al cementerio de san Fernando, fui en coche con Juan Pedro, tus restos cabían ya en una pequeña caja metálica, fueron depositados en la calle Alejandro, banda derecha nº 16 fila 4, pero mantenía el número 113 del cementerio de Sevilla. Con tu  hermano Juan Pedro de pié, con ojos vidriosos pero firmes  rezamos  unas oraciones propias del momento. Nunca más hemos hablado de esos momentos, los guardamos en el recuerdo.

 

Y ahí empezaron mis visitas, fui recuperando esa costumbre de visitar a los difuntos, y aunque tú ya en el cielo, tus restos en Espartinas esperan, a los nuestros para después la gozosa alegría de la Resurrección. Pero a lo que voy, hoy 15 de febrero del año 2008, acabo de visitar ese cementerio de Espartinas, y después de un rato de oración he regresado a casa y escribo lo que me sale del alma.

Ya muchas veces visito tus restos, bueno he dicho muchas veces, no tantas, una vez al trimestre, puede que más, pero pocas, un rato de oración, algún rosario, la contemplación de nuestra muerte y poco más, y todo ello sentado en el banco bajo el naranjo que contempla tu tumba.

 

La verdad es que seguimos siendo poco amigos de los cementerios, y la respuesta me la doy de una manera quizá no del todo correcta, como lo diría, trataré de explicarme.

Yo he meditado mucho sobre los temas trascendentales de la vida, he sido un hombre muy reflexivo, bastante metido en Dios, quizá no por un amor generoso sino por un amor egoísta ya que me da el bienestar, pero en fin, metido en Dios. Y siempre he querido memorizar las cosas que me convienen para mi felicidad, y una de ellas es el tema de la muerte.

¿Qué pienso de la muerte? Que es el tránsito de la tierra al cielo, de una lucha con asperezas a la felicidad verdadera y eterna, y morimos cuando Dios quiere, y siempre Él busca o permite los mejores momentos. Ese fue tu caso, yo te vi desde el primer momento en el cielo, nada sufrí como otras veces he dicho, ya estabas en la gloria para siempre, y allí nos esperas.

Como siempre te vemos en el cielo no pesamos en los cementerios, quizá hago mal, pues es una costumbre cristiana el respeto, atención y cuidado de los restos humanos, pero no puedo evitarlo: te veo en el cielo y me olvido de tus restos.

¿Será por no pensar en la muerte? No, sí pienso en la muerte y mucho, la veo con alegría. En un escrito de Benedicto XVI, vislumbré algo que me hizo pensar que la muerte es "un premio que Dios nos da", dejamos de sufrir las calamidades propias de los hombres -ya que el sufrimiento humano es siempre debido al propio hombre- y entonces, en ese premio espero, espero sin traumas, congojas o ansiedades, espero con la esperanza en Dios, que Jesucristo me da.

¿Por qué no pienso en los cementerios ni me da pena la muerte? ¿Qué pienso? Es sencillo,

1º Mi muerte llegará en el mejor momento, cuando Dios quiera, como Dios quiera y donde Dios quiera

2º La compañía de la Virgen en ese trance está garantizada.

3º Ella de la mano me pasa por el purgatorio para que al entrar en el cielo se me vea limpio.

4º Es un pasar sin tiempo, ya que muerto no existe el tiempo.

5º Y la gloria para siempre, el encuentro con los seres queridos.

6º No pienso en lo que dejo, ¿egoísmo? No, es que muerto no hay tiempo, entonces veo ya la resurrección final. Quiero decir que los seres que quiero, aunque parece que los dejo en la tierra, al no existir el tiempo una vez muerto yo, todo es el final, ya nos encontramos todos allí.

Es por eso que no pienso en los cementerios ni me duele dejar a los que quiero, ya que en el cielo y de inmediato me los encuentro, y es entonces como seguir en la tierra siempre juntos, la familia, los amigos, el mundo, y con ellos Dios, la Virgen, y todos...., que más quiero, ya no habrá lágrimas, ni llanto, ni pena alguna, todo alegría y felicidad para siempre.

Termino con estas palabras de una de las cartas san Pablo, que no son textuales;

"Ni ojo vio, ni oído oyó, ni en mente alguna cabe lo que Dios tiene preparado para los que le aman."

Y con algunas aisladas de san Juan en el Apocalipsis:

"Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios,

... y puso su mano diestra sobre mí, diciendo:

no temas, soy Yo, el primero y el último,

el que vive y estuve muerto,

y tengo las llaves de la muerte y del lugar de los muertos".

"Al que venciere le daré a comer del árbol de la vida,

Permanece fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.

El que venciere será exento de la muerte segunda.

Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, ya desde ahora.

("ya desde ahora", antes del juicio final, qué alivio, no ya más espera.

Hoy estarás conmigo en el paraíso, dice el Señor).

Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra, ...

Y oí una gran voz...que decía:

He aquí la tienda, mansión de Dios con los hombres,

Y fijará su tienda entre ellos, ellos serán pueblo suyo,

Y el mismo Dios estará con ellos como Dios suyo y

enjugará toda lágrima de sus ojos,

y la muerte no existirá ya más,

ni habrá ya más duelo, ni grito, ni trabajo;

lo primero pasó.

Y dijo: He aquí que hago nuevas todas las cosas.

Yo soy el Alfa y la Omega,

El principio y el fin.

Y yo para él seré Dios y él para mi será hijo.

... y nada habrá allí que sea objeto de maldición.

Y no habrá allí noche, y no tienen necesidad de

luz de antorcha, ni de luz del sol,

porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos

y reinará por los siglos de los siglos.

Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin.

... y el que quiera, tome de balde agua de vida".

¿COMO EXPERIMENTAR DOLOR EN ESOS MOMENTOS?

AL CONTRARIO, ALEGRÍA, ALEGRÍA INMENSA

HASTA PRONTO, TE QUEREMOS