Razones para rezar

Hay personas que rezan mucho, y otras poco o nada. Es frecuente la pregunta ¿para que rezar? No se si sabré explicarme suficientemente, pero voy a intentarlo.

Una persona puede rezar por diversos motivos; en señal de adoración a Dios; por motivos de agradecimiento debido a los dones recibidos; en reparación de sus pecados y de los del mundo; para pedir dones materiales  y favores espirituales; por la confianza que tiene en algún santo, para que interceda ante Dios por él y le alcance algún favor; también se puede rezar para no perder la presencia de Dios; o para no enfadarse; o para tener más cariño  con el prójimo.

¿Se puede rezar por algo que no esté incluido en lo expuesto  anteriormente? Pienso que sí. A cada uno se nos podría ocurrir otros motivos para rezar. Voy a indicar una que me ha llamado especialmente la atención pues nunca se me había ocurrido, aunque implícitamente la haya utilizado, quizá sin darme cuenta.

El motivo al que me refiero es posiblemente uno de los que menor valor tienen: sabemos que las razones antes expuestas para rezar,  no son todas del mismo valor, es más importante rezar por los demás que por nosotros, es más importante la oración en señal de adoración a Dios, que la oración de petición. La oración a la que me refiero, la conozco por que es la de un moribundo que en su agonía, rezaba y rezaba, lo hacía de manera continua, y decía que rezaba para no sentirse solo. Me maravilla ese motivo.

¿Cuantas veces en la vida nos hemos sentido solos? El creyente cristiano sabe que no está solo, que nunca está solo, Dios está con él, le ayuda en su caminar, le fortalece, sufre con él. Pero a pesar de saberlo, el sentimiento es otra cosa, uno aunque lo sepa, puede sentir soledad. Y el sentimiento de soledad que a veces nos angustia, se alivia con la oración. Uno cuando reza, reza a alguien, y con este  alguien se siente acompañado. ¡Que acompañamiento tan excepcional! Sentir a mi lado a Dios mismo, a su Madre, y Madre mía, la Virgen María, no hay compañía humana que se asemeje a su compañía.

Madre, se que no me dejas, pero a veces no te siento, quizá pienso en mí, en mis angustias y dolores, en mis cosas de cada día. No dejes madre que deje de rezarte, de pedir por todos los hombres. Tu eres mi compañía, que no note nunca tu ausencia, aunque se que estás aquí a veces no lo noto, que te sienta siempre Madre. Contigo no siento  tristeza, ni  dolor, ni angustia,  y, menos soledad. Se que me acompañas pero también me siento acompañado. Gracias Madre.

Me ilusiona esta forma de rezar, la menos valiosa, ya lo se, pero para mi importante. A partir de ahora, además de rezar a Dios en señal de adoración, de agradecimiento, de petición, y  de desagravio: rezaré , para no sentirme sola. Y cuanto más sola me sienta, más rezaré: de continuo si es preciso.