Sobre las postrimerías
Que estas oraciones,
salmos, pensamientos, etc. sobre el pecado y las postrimerías: muerte, juicio,
infierno y gloria nos ayuden en esta vida para llegar a la meta que es el cielo
para siempre.
- María: llegaste al final, allí la
paz, la alegría perpetua, el enamorado por excelencia, la compañía ideal,
la luz, los seres queridos, la seguridad de nuestro encuentro, la
felicidad eterna,..., la Vida. Qué bien cantarás allí.
- Yo, ¿para qué nací? Para salvarme.
¿Que tengo que morir? Es infalible. Dejar de ver a Dios y condenarme
triste cosa será, pero posible. ¿Posible ... y río, y duermo y quiero
holgarme? ¿Posible ... y tengo amor a lo visible? ¿Qué hago? ¿En qué me
ocupo? ¿En qué me encanto? Loco debo de ser, pues no soy santo. (Lope de
Vega).
- La muerte entró en el mundo como consecuencia
del pecado original, pero hoy, en nuestra naturaleza caída, con la muerte,
viene un premio para los que aman a Dios.
- Hay que vivir con la nostalgia del cielo (Juan
Pablo II).
- No al pecado mortal ni al venial deliberado.
- Los actos de desagravio (contrición) no son,
actos del corazón, sino de la voluntad y de la inteligencia. No tiene por qué
sentirse, aunque sí hemos de desear sentir dolor por los pecados.
- Oh Dios. Padre mío, Señor de la vida y de la
muerte, que con decreto inmutable, en justo castigo de nuestras culpas,
has establecido que todos los hombres hayan de morir: mírame aquí postrado
delante de Ti. Aborrezco de todo corazón mis culpas pasadas, por las que
he merecido mil veces la muerte, que ahora acepto para expiarlas y para
obedecer a tu amable voluntad.
Gustosamente
moriré, Señor, en el tiempo, en el lugar, del modo que tú quieras y hasta
entonces aprovecharé los días de mi vida que me queden para luchar contra mis
defectos y crecer en tu amor, para romper todos los lazos que atan mi corazón a
las criaturas, para preparar mi alma a comparecer a tu presencia; y desde ahora
me abandono sin reservas en los brazos de tu paternal Providencia.
Creador mío
y Padre mío, te pido la más importante de todas las gracias: la perseverancia
final y una muerte santa. Por grande que haya sido el abuso hecho de la vida
que me has dado, concédeme vivirla desde ahora y terminarla en tu santo amor.
Que yo muera como los santos Patriarcas, dejando sin tristeza este valle de
lágrimas, para ir a gozar del descanso eterno en mi verdadera patria.
Que yo muera
como el glorioso san José, acompañado de Jesús y de María, pronunciando estos
nombres dulcísimos, que espero bendecir por toda la eternidad. Que yo muera
como la Virgen Inmaculada en la caridad más pura y con el deseo de unirme al
único objeto de mis amores. Que yo muera como Jesús en la Cruz, plenamente
identificado con la voluntad del Padre, hecho holocausto por amor.
Jesús muerto
por mí, concédeme la gracia de morir en un acto de perfecta caridad hacía Ti.
Santa María, Madre de Dios, ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte. San
José mi Señor, alcanzame que muera con la muerte de los justos.
Señor, Dios
mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de tu mano, cualquier
género de muerte que quieras enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.
Jesús, José
y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José
y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José
y María, que en vos descanse en paz el alma mía.
- Ante las tentaciones, en importantísimo no
confundir el sentimiento con el consentimiento.
- ¿Por qué me preocupa el purgatorio? Debo de
estar contento. Estoy contento de pasar por el purgatorio y/o de sufrir en
la tierra, así en el juicio final estarán perdonadas y olvidadas mis
faltas y mis muchos pecados cometidos.
- Siempre sales vencido, dices, proponte cada vez
la salvación de un alma ... así estoy seguro de tu victoria.
- Qué bien viene en las tentaciones, decir:Apártate
de mí, Satanás. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (al
tiempo que me santiguo). Amén.
- No importa cuando moriré, sino, cómo moriré.
- ¿Es vivir el objeto de mi vida? Exclama un
personaje de Claudel, no es vivir, sino morir; y no construir una cruz,
sino subir a ella.
- Si la muerte llega siempre, ese pequeño
desgarrón de la separación, si viene antes no vendrá después, ¿no es el
mismo dolor?¿Es que no estamos preparados? Será eso que no pensamos, es más,
¿huimos de esa idea?
- Al despertar me saciaré de tu presencia, Señor.
- Dios ha perdonado al hombre aunque este no haya
pedido perdón.
- Ven, ¡oh Santo Espíritu! Ilumina mi
entendimiento para conocer tus mandatos, fortalece mi corazón contra las
insidias del enemigo; inflama mi voluntad ... He oído tu voz, y no quiero
endurecerme y resistir diciendo: después ... mañana, Nunc coepi ¡Ahora! No
vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh Espíritu de verdad y sabiduría,
espíritu de entendimiento y consejo, espíritu de gozo y de paz!: Quiero lo
que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando
quieras ... (San Josemaría Escrivá).
- La purificación y la penitencia, se pasa en
esta vida o en la otra (Purgatorio).
- Debemos pensar, meditar y hacer oración sobre
la muerte, para, entre otras cosas, estar preparados, para verla con
naturalidad, para tener los asuntos de la tierra arreglados y pensar no en
lo que dejo sino a dónde voy, con la idea del reencuentro con los seres
queridos; los que ya están en el cielo y los que quedan en la tierra, que
ya están llegando al cielo con nosotros, porque el tiempo no existe allí.
- Al atardecer de la vida, me examinarán en el
amor.
- Qué poco sabemos del cielo.
Si has
sentido el flechazo del amor.
Si has
experimentado lo que el fuego de una chimenea en un día de viento y frío de
invierno produce en el cuerpo y en el alma.
Si conoces
lo que la poesía y la música producen en el espíritu.
Si sabes lo
que el comer y el beber producen en el cuerpo cuando se tiene hambre y sed de
verdad.
Si has
experimentado el descanso al final del día cuando te sentías totalmente agotado.
Si has
sentido el cariño de tus padres y de tus hijos.
Si has
experimentado la alegría del deber cumplido.
Si conoces
la satisfacción del deporte.
Si has
conocido la sonrisa de Dios cuando has hablado a alguien de Él.
Si has
viajado, conociendo países y a
gentes distintas.
Si has
experimentado, aunque sea muy poco, la gracia de Dios... pues a pesar de todo eso,
dice san Pablo que ni ojo vio, ni oído oyó, ni cabe en corazón humano, lo que
Dios tiene preparado para los que le aman.
- El cielo es una realidad en la que conviene
pensar. Aquí no importa la imaginación, es más, conviene habituarnos a la
idea del cielo, así prepararemos mejor la muerte. En el Catecismo de la Iglesia
Católica (1992) se dice Que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva
tierra... cuya bienaventuranza llenará y superará todos los deseos de paz
que se levantan en los corazones de los hombres.
- ¿Purgatorio? ¿Por qué no? No he hecho méritos
que borren el recuerdo de mis pecados.
- Pienso que es bueno y deberíamos de
ejercitarlo, que al acompañar a alguien que sufre mucho y más si es un
moribundo, le repitiésemos machaconamente y acompañando con nuestro
cariño, oraciones en alto que le ayuden a pasar ese momento -si el las
repite mejor- oraciones acuñadas en el tiempo como:
Alma
de Cristo santifícame...
Tomad
Señor y recibid...
Hágase,
cúmplase, sea...
Nada
te turbe, nada te...
Con
tu Cruz, Señor...
Por
quien lo necesite Señor,...
Padre
nuestro que estás en el cielo...
Jesús,
José y María os doy...
Te
lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso.
- El purgatorio viene bien, es verse limpio ante
nuestro Padre Dios, es lógico, es como la limpieza corporal y ropa nueva
que se le pone a un mendigo para comer en el palacio con el rey. El
mendigo se encontrará más a gusto si se ve limpio.
- No sé por qué insisto tanto en el tema del
purgatorio, sé que no es dogma de fe, aunque es doctrina común de la
iglesia, creo que es porque me da paz, como me la da la corrección
fraterna, con esta me siento libre en mi actuar sabiendo que si hago algo
mal me lo dirán, con el purgatorio me siento tranquilo, pues en el juicio
final, pienso haber pasado antes por el purgatorio, para terminar de
borrar mis pecados y así entrar limpio en el cielo sin agachar la cabeza.
Ahora sí que la agacho.