Condena al poder ilimitado del estado

Me llamó la atención las manifestaciones reproducidas en el diario, La Voz de España, periódico editado en San Sebastián, por el entonces Papa Pío XII, planteando al mundo unas cuestiones de rabiosa actualidad, digo actualidad a pesar de que las declaraciones que voy a reproducir se sitúan el día 11 de julio de 1945 en la ciudad de Roma.

“¿Tiene el hombre ciertos derechos dados por Dios, que el estado tiene la obligación de proteger y que no pueden ser ignorados?  ¿O prevalece, en cambio, el poder ilimitado del estado, dejando al individuo solamente los derechos y las prerrogativas que el propio Estado puede considerar útil conceder?

Este error conduce inevitablemente a la ley despótica de una persona o de varias, que sin piedad y sin conciencia han sido capaces de conseguir el Poder y bloquear o envenenar las venas naturales de la vida nacional de un pueblo. Así la libertad se estanca y muere.

Por otra parte, semejante pretensión del poder absoluto e irresponsable del estado deja a merced del mismo caprichoso despotismo la estabilidad de las relaciones internacionales .

De esta forma, el fundamento de toda paz duradera resulta amenazado. No hay que maravillarse de que los hombres con pensamiento recto estén preocupados por el futuro  y que las grandes esperanzas de muchos pueblos del Mundo comiencen a desvanecerse.

Los jefes responsables del pensamiento  político de los pueblos y los Gobiernos de todas las naciones deben sostener hoy a estas gentes, a estos pueblos, animándoles en sus esfuerzos para resurgir de las ruinas de un pasado doloroso hacia una nueva vida, hacia una vida nacional mejor y más estable.

Y deben sobre todo, asegurárseles a ellos y a las minorías nacionales que podrán gozar de completa y genuina libertad en lo que les es más caro en su vida cultural y religiosa.”

En esta época María no había nacido, y yo, su padre, solo tenía 5 años. Estábamos en una época especial,  hoy día se dicen de ella muchas cosas  totalmente falsas, unos por mala fe, otros por intereses económicos y creo que los más por desconocimiento.

A la Iglesia se le ha atacado siempre mucho, injustamente la mayor parte de las veces. Este caso expuesto es de una claridad que asombra. El Papa Pío XII, al que en ocasiones se le ha criticado de apoyar a Franco, afirmación totalmente errónea, se ve como critica claramente todo despotismo y además defiende con valentía los derechos nacionales de las minorías.