Que no nos pase nunca y menos en  Navidad.

Estábamos en vísperas de la Navidad, en Bollullos de la Mitación,  un padre Paúl  a quien conocimos en Ayamonte, celebrando la Santa Misa en la capilla que tienen las Hijas de la Caridad, leyó un escrito de Julia Merodio, titulado “María soñaba”.

Ese escrito nos dio ocasión para que, la tarde siguiente, al hacer nuestra oración junto al Santuario de la Cinta en Huelva, lo meditásemos. Fue Blanca la encargada de leerlo despacio, muy despacio. Decía lo siguiente:

“José, anoche tuve un sueño que no pude comprender, pero creo que estaba relacionado con el nacimiento  nuestro hijo.

Veía a la gente ir y venir, hacer preparativos, con mucha premura, para una celebración. Veía como adornaban sus casas, como compraban ropas caras y espléndidos regalos.

Pero todo era extraño. Estos regalos envueltos en vistosos papeles y sujetos por grandes lazos los colocaban debajo de un árbol.

El árbol lo tenían dentro de la casa. Lo habían decorado en sus ramas brillantes bolas y lazos de colores. En él se repartían muchas luces que se encendían y se apagaban acompasadamente. Me pareció ver encima del árbol la figura de un ángel. Te aseguro que todo era realmente hermoso.

Luego, José, vi una mesa suculenta llena de platos deliciosos, exquisitos vinos, postres que no conocía y dulces especiales. Decían que todo se debía al nacimiento de nuestro Hijo. Era como si se celebrase su cumpleaños.

Pero  nosotros no estábamos invitados.

La gente que celebraba la fiesta estaba feliz, sonriente y emocionada abriendo los regalos que se intercambiaban. Mas tampoco había ningún regalo para nuestro Hijo, Es más, me daba la impresión de que en esa fiesta  nadie le conocía porque ni siquiera mencionaban su nombre.

¿No te parece extraño, José, que la gente trabaje tanto y gaste tanto dinero para preparar una fiesta de cumpleaños a alguien a quien ni siquiera dan la impresión de conocer?

En ese momento pensé que si nuestro Hijo hubiera entrado en esa celebración sería un intruso.

Es verdad que todo era realmente hermoso, que la gente se veía feliz ... pero yo sentía enormes ganas de llorar. Me dolía ver que nuestro Hijo era ignorado por los mismos que celebraban su venida.

Pensaba lo triste que sería para Jesús no ser invitado, ni siquiera, a su fiesta de cumpleaños.

Sin embargo, José, estoy contenta de que todo haya sido un sueño. Que triste sería que esto se hiciese realidad.”

De verdad, quiero que no nos pase nunca, te pedimos  perdón Madre nuestra,  por las veces que esto nos ha ocurrido,  queremos rectificar de verdad y ayudar a otros a rectificar también.