Este es mi Credo

Querida María; cuantas veces hablamos de nuestra fe, de las cosas en las que creíamos y en las que no, voy a poner por escrito recuerdos de conversaciones mantenidas al respecto.

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso. Rico en misericordia. Que trasciende el mundo y la historia. El es la Verdad, porque Dios es Luz, en El no hay tiniebla alguna, El es Amor. En El no hay cambios, no tiene principio ni fin. El es "El que es", desde siempre y para siempre. Que en el  principio hizo el cielo y la tierra. Creador de  todo lo visible y lo invisible, que al hacer la naturaleza nos mandó custodiarla y conservarla, no solo para nosotros sino para las generaciones sucesivas. Que todo lo hace por amor, no sólo nos da la existencia sino que nos mantiene en ella. Que  no abandona a sus criaturas. Que todo lo que acontece en este mundo es querido o consentido por El. Si es querido no hay duda que es para nuestro bien, y si es consentido será también para el bien de los que aman a Dios.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Nos dio un mandamiento nuevo: amarnos los unos a los otros como El nos ha amado. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas: la pobreza de espíritu, la mansedumbre, el dolor soportado con paciencia, la sed de justicia, la misericordia, la pureza de corazón, la voluntad de paz, la persecución soportada por la justicia . Que  por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, a cada uno según sus méritos: quienes correspondieron al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna; quienes lo rechazaron hasta el fin, al fuego inextinguible. Y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo reciben una misma adoración y gloria. Y que habló por los profetas, y ha sido enviado por Jesucristo una vez que ascendió a los cielos. El ilumina, vivifica y protege a la Iglesia, guarda nuestros corazones y enciende en nuestros corazones el fuego del amor de Dios.

Creo en la Trinidad, es decir, que en Dios hay tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero un sólo Dios verdadero, el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, no son tres dioses sino un sólo Dios, difícil de entender pero fácil de creer. Nadie es anterior o posterior, existen desde siempre los tres.

Creo en la Virgen Santísima, madre de nuestro señor Jesucristo, que le encarnó por obra y gracia del Espíritu Santo, madre virgen, antes, en y después del parto, Inmaculada Concepción, Medianera a través de Jesucristo de todas las gracias, Asunta al cielo de cuerpo y alma, Madre de la Iglesia y de todos los hombres. Es para mí: Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos, Puerta del cielo, Madre del buen consejo, causa de nuestra alegría, Salud de los enfermos, Reina de la paz. Mi madre, que aunque yo la olvide, ella no me deja nunca.

Creo que Dios, al crear al hombre y a la mujer, los hizo con cuerpo y alma, ambos de  igual honor y dignidad aunque distintos en apariencia, sensibilidad y  habilidades.  Que Dios creó en el origen un sólo hombre y una sola mujer, que estos pecaron por soberbia y de ahí entró el pecado original en la naturaleza humana, transmitiéndonos esta naturaleza caída de generación en generación. Pero Dios les anunció su liberación, sin concretar tiempo ni forma. Que les dijo, creced y multiplicaos, a través de una  unión matrimonial, única e indisoluble, por eso dejará el hombre a  su padre y a su madre, y serán los dos una sola carne, abiertos a los hijos. Con un amor perpetuo, para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Que a todos los hombres creados son iguales en dignidad, derechos y obligaciones, sin distinción de raza, creencia religiosa, cultura, etc. Que esa igual dignidad le viene de ser hijos de Dios.  Que el hombre es administrador de los bienes recibidos, que en su día deberá dar cuenta a Dios de los talentos recibidos y de como usó de ellos. Que el deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la felicidad que no cesa de buscar. Que Dios puede ser conocido por el hombre con certeza mediante la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas. Que como consecuencia del pecado original el hombre tiene dificultades para este conocimiento, por lo que Dios se lo facilita a través de la  revelación, que es la manifestación que Dios hace de Él mismo. Al principio lo hizo a través de los profetas, pero al final lo ha hecho a través de su Hijo Jesucristo.

Que Dios quiere que todos los hombre se salven, y lleguen al conocimiento de la verdad, a su Amor, pero al amor se llega a través de actos voluntarios, y para ello es preciso tener libertad, por eso Dios ha hecho al hombre libre; libertad que le lleva a amar o a odiar, a seguir los consejos de Dios, que es el que sabe o a seguir nuestros propios caprichos, que somos los que no sabemos. De ahí, del pecado, surge el dolor, el sufrimiento humano, y la muerte. Dolor que es ya inherente a nuestra naturaleza caída, y que sólo se vislumbra algo del misterio que lo envuelve, la cruz de Jesucristo. Creo en la salvación de  todo hombre, que actúa  de buena voluntad, es decir, de acuerdo a la ley natural impresa por Dios en el alma, sea católico, protestante, judío, mahometano, budista, o con una religión natural. Sea creyente, agnóstico o ateo. Pues aunque uno no crea tener alma, la tiene y sólo deberá actuar en conciencia para salvarse. Pero siempre  por los  méritos de Jesucristo, que nos alcanzó con su redención y que a través de la Iglesia Católica se distribuye al mundo.

Por esto creo que el hombre, todo hombre, debe esforzarse por cumplir esa ley natural. Buscar a Dios, amarle, honrarle, darle gracias. Buscar sus mandamientos, para tratar de cumplirlos. Amar al prójimo, respetarle, eso no quiere decir que haya que ser transigentes con el error, al contrario, pero siempre se debe respetar la libertad de la conciencia. Honrar a los padres, respetarlos y cuidarlos. Amar a los hijos, escucharlos, educarlos en la fe y buenas costumbres. No matar, ni hacer mal a nadie en su honra, en sus propiedades. No ser lujurioso, ni comilón, ni bebedor. Utilizar el sexo, hecho por Dios, y que, por lo tanto, es bueno, para los fines establecidos por Él. Ser veraz. No ser codicioso, ni avaro, ni rencoroso. Ser servicial, alegre, trabajador, honrado. Formarse en la Fe y ser hombre de esperanza. Ser hombre de oración. Ser  sacrificados. Reconociendo que tendré que dar cuenta, a Dios,  de los dones recibidos y de cómo los hemos utilizado, porque soy administrador de ellos. Que la propiedad privada, que es un derecho natural, no es absoluta. Que la justicia social no es algo ajeno a mi persona, sino que se me pedirán cuentas de cómo la vivo. Que la predicación de la palabra de Dios, no me es indiferente, cada uno en su sitio y a su estilo, pero también se me pedirá cuentas. Ojo con el mal ejemplo, sobre todo a los niños. Que tengamos la vista en el cielo, no quiere decir que debamos desocuparnos de las cosas de este mundo, al contrario. Deberé de participar en la medida de mis posibilidades en construir un mundo más justo.

En lo que no creo es en el derecho a: la pena de muerte,  las guerras, al aborto criminal, la libertad de mercado con desprecio a las gentes  necesitadas, las dictaduras del género que sean, el consumo de drogas, el terrorismo,  la paternidad a cualquier precio, al sexo indiscriminado,  la esclavitud de cualquier tipo, el abuso de cualquier persona, y qué horror el abuso de menores, el tráfico de armas, la fabricación de las mismas bajo pretexto de no se sabe qué razonamientos, los anticonceptivos y más los criminales, la eutanasia, la manipulación genética a cualquier precio, el uso de la fuerza, a la pornografía, las prácticas homosexuales, las relaciones sexuales prematrimoniales. Respeto a las personas siempre, pero al error, no. Hay verdades objetivas que además son inamovibles, sino no serían verdades.

Creo en la Iglesia, como única y verdadera religión,  fundada  por el mismo Jesucristo sobre la piedra que es Pedro. Que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Creo en la infalibilidad de que goza el sucesor de Pedro, cuando enseña -ex cátedra-, como pastor y maestro de todos los fieles, creo que el sucesor de Pedro está asistido de manera especial por el Espíritu Santo, y que este es como el  alma de la Iglesia, por eso creo además en el magisterio de la Iglesia.

Creo en los sacramentos instituidos por Jesucristo; Bautismo, Confirmación, Penitencia, Eucaristía, Matrimonio, Orden y Unción de  enfermos . Confieso que sólo a través del bautismo se borra del hombre el pecado original, bautismo de hecho o de deseo explícito o implícito. Pecado original que se transmite con la naturaleza humana, como consecuencia del pecado de nuestros primeros padres. Que los pecados personales, Dios los perdona a través de la confesión con el sacerdote, salvo imposibilidad material, en cuyo caso,  un acto de contrición perfecta es suficiente para el perdón con el compromiso, basta que sea implícito, de confesarlos en la primera ocasión que se tenga. Creo que en la Eucaristía está real verdadera y consustancialmente  presente, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo. Que es para nuestras almas como el alimento es para el cuerpo. Creo que la misa celebrada por el sacerdote representante de la persona de Cristo, en virtud del poder recibido en el sacramento del Orden, es verdaderamente el sacrificio incruento de la Cruz, es el Sacrificio del Calvario, hecho presente sacramentalmente en nuestros altares.

Creo que la autoridad, viene de Dios, que las  leyes deben ser justas y mirar el bien común, que deben  respetar los derechos de las minorías. Creo en los Derechos fundamentales del hombre como son: derecho a la vida, por ello considero un crimen horrendo el aborto, la eutanasia, la manipulación genética que sacrifica vidas humanas, pues la vida comienza desde el primer instante de la fecundación;  derecho a fijar la residencia donde se quiera para el mejor  sostenimiento de la familia y del suyo propio; derecho a la educación de  los hijos como mejor lo crea; derecho a  elegir y crear las escuelas que crea oportunas; derecho a la vivienda, sanidad,  alimentación, vestido etc. Creo que los derechos de los más indefensos se deben de cuidar  más expresamente; los niños tienen un derecho primordial que es, una vez nacidos, el de la felicidad, para ello, tienen los padres un deber de justicia para  con ellos, que es el de amarse y respetarse toda la vida, para que ese amor se vuelque hacia el niño. Creo en la propiedad privada, pero sin perder de vista que Dios ha hecho la tierra para todos los hombres y no sólo para unos pocos.

Creo en la  resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.  Al buen ladrón le  dijo Cristo: "hoy estarás conmigo en el paraíso". Creo en el cielo y en el  infierno, ambos eternos, y en el purgatorio. Creo en el juicio después de la resurrección, y en el purgatorio.  Por eso, me esfuerzo para estar preparado. Jesús en su vida muchas veces nos dijo: "estad en vela, pues no sabéis el día ni la hora".  Pero espero con la gracia de Dios, estar preparado y al final de mis días, contar con la Virgen para que, de la mano, me lleve al cielo. Allí, la dicha para siempre.

Amén.