Liturgia

Es frecuente, hoy día, encontrarse en actos litúrgicos comunitarios con celebraciones bien distintas, en ocasiones puede ser la ignorancia de los asistentes y  otras está motivada por las innovaciones del celebrante. De este tema que siempre me ha importado quiero hablar.

Pero antes de nada y para aclarar lo que quiero decir sobre la importancia de la unidad de la Liturgia vamos a ver como se puede definir. Podemos hablar de Liturgia, como el modo y las formas por la que nos dirigimos a Dios cuando estamos en comunidad.

También a la forma con que se llevan a cabo las ceremonias en una religión. Conjunto de ritos y oraciones determinados por la autoridad competente que constituye el culto divino de una comunidad religiosa.

Es el modo como la Iglesia en su cabeza y en su cuerpo místico o miembros puede ponerse en contacto y comunicación con Dios, a través de gestos, palabras, ritos, acciones y así poder participar de la maravillosa gracia de Dios, santificarnos y entrar en esa vida íntima de Dios.

En la tradición Católica, la Liturgia es el conjunto de actos y ceremonias empleados en el culto  oficial de la Iglesia en la adoración pública de Dios, principalmente en la Misa, en el rezo del Oficio Divino y en la administración de los sacramentos.

Expresada más teológicamente, podemos hablar de Liturgia como la acción sagrada por la cual ritualmente se ejerce siempre y se realiza en la iglesia, la obra sacerdotal de Cristo, de la santificación de los hombres y de la glorificación de Dios. La liturgia es la Cumbre a la cual tiende toda la actividad de la iglesia, y al mismo tiempo Fuente de donde mana toda su fuerza.

Liturgia es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica. Todas las acciones litúrgicas: oración, sacramentos están dirigidas, por tanto, a dar culto a Dios Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo, y a la santificación de cada uno de los fieles que forman esta Iglesia de Cristo.

El Concilio Vaticano II no quiso dar una definición técnica, pero halló razones para considerar “ La liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, en el cual los signos sensibles significan y cada uno, a su manera, realiza la santificación del hombre, ejerciendo así, el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir la cabeza y sus miembros, el culto público íntegro.

En palabras del Pío XII: “La Liturgia no es solamente la parte exterior y sensible del culto, ni mucho menos el aparato de ceremonias o conjunto de leyes y reglas..., es el ejercicio del oficio sacerdotal de Cristo”.

La Liturgia es, pues, el servicio que el hombre da a Dios, porque Él se lo merece. Y trae aparejada nuestra propia santificación, es decir, gracias a la liturgia nosotros nos vamos santificando, purificando, pues quien entra en contacto con Dios, recibe ese fuego divino que calienta, purifica y perfecciona.

Una bella definición nos la ha dado Juan Pablo II en la carta apostólica con motivo del cuadragésimo aniversario de la “Sacrosanctum Concilium”: “¿Qué es la liturgia sino la voz unísona del Espíritu Santo y la Esposa, la santa Iglesia, que claman al Señor Jesús: `Ven’? ¿Qué es la liturgia sino la fuente pura y perenne de ‘agua viva’ a la que todos los que tienen sed pueden acudir para recibir gratis el don de Dios? ”La Liturgia es el lugar principal del encuentro entre Dios y los hombres, de Cristo con su Iglesia” (n. 7).

El Catecismo de la Iglesia Católica ha explicado también que la misma palabra Liturgia significa, en la tradición cristiana, que el pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. En la Liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, hace presente en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra Redención.

La Santa Iglesia Madre desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma, y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano... pero  ¿Quién celebra?

Las acciones litúrgicas son celebraciones de la iglesia; es decir, del pueblo santo congregado y ordenado bajo la presidencia del obispo o de un presbítero.

La asamblea reunida celebra junto con Jesucristo, (centro de toda celebración y sacramento en sí mismo)  de forma activa y participativa, como verdaderos integrantes del pueblo de Dios y no como meros espectadores, y siendo presidida por el ministro ordenado.

La celebración litúrgica se transforma así en ese misterio de comunión, junto a todos los hombres, unidos a la liturgia celestial, lo humano y lo divino se, confunden en un mismo cuerpo celestial.

El Sacrosanto Concilio fiel a la tradición declara,  que la Santa Madre Iglesia concede igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios.

Pero vamos al meollo de la cuestión, ya que todo lo anterior siendo importante nos introduce en lo que quiero resaltar, y es que Joseph Ratzinger escribió, antes de ser nombrado Papa, que "hoy vemos que muchos clérigos y grupos parroquiales hablan de "comunidades", de la comunidad, de su comunidad, olvidándose de la Liturgia como elemento que unifica la comunidad. Digo esto porque se ha desarrollado la impresión de que la Liturgia se "hace", que no es algo que existe antes que nosotros, algo "dado", sino que depende de nuestras decisiones. Como consecuencia de ello, no se reconoce esta capacidad sólo a los especialistas de ello o a una autoridad central, sino a que, en definitiva, cada "comunidad"  quiera darse una liturgia propia. Pero cuando la liturgia es algo que cada uno hace a partir de sí mismo, entonces no nos da ya la que es su verdadera cualidad: el encuentro con el misterio, que no es un producto nuestro, sino nuestro origen y la fuente de nuestra vida.

Si la Liturgia no aparece en la comunión de la fe, la unidad universal de la Iglesia y de su historia, el misterio del Cristo viviente, ¿donde hace acto de presencia la Iglesia en su sustancia espiritual? Entonces la comunidad se celebra sólo a si misma, que es algo que no vale la pena. Y dado que la comunidad en sí misma no tiene subsistencia, sino que, en cuanto unidad, tiene origen por la fe del Señor mismo, se hace inevitable en estas condiciones que se llegue a la disolución en partidos de todo tipo, a la contraposición partidaria en una Iglesia que se desgarra a sí misma. Es preciso por tanto unificar dentro de nuestras comunidades la liturgia".

Y como de la Liturgia de la Iglesia es de lo que he querido hablar, la unificaremos mejor si seguimos las indicaciones al respecto emitidas por la Santa Sede, y que además de haber mucha bibliografía al respecto, un resumen de algunas cosas podemos ver en lo que sigue, tomado de aciprensa.com:


Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa

VATICANO, 23 Abr. 04 -La instrucción Redemptionis Sacramentum, describe detalladamente cómo debe celebrarse la Eucaristía y lo que puede considerarse como "abuso grave" durante la ceremonia. Aquí les ofrecemos un resumen de las normas que el documento recuerda a toda la Iglesia

En el Capítulo I sobre la “ordenación de la Sagrada Liturgia” se señala que:

En el Capítulo II sobre la “participación de los fieles laicos en la celebración de la Eucaristía”, se establece que:

En el Capítulo 3, sobre la “celebración correcta de la Santa Misa” se especifica sobre:

La materia de la Santísima Eucaristía

La Plegaria Eucarística

Las otras partes de la Misa

Unión de varios ritos con la celebración de la misa

En el capítulo 4, sobre la “Sagrada Comunión”, se ofrecen disposiciones como:

En el capítulo 5, sobre “otros aspectos que se refieren a la Eucaristía”, se aclara que:

En el capítulo 6, el documento trata sobre “la reserva de la Santísima Eucaristía y su culto fuera de la Misa”. Se recuerda que:

El capítulo 7 versa sobre “los ministerios extraordinarios de los fieles laicos”. Allí el documento especifica que:

El capítulo 8 está dedicados a los Remedios:

Para leer el texto completo puede visitar: www.aciprensa.com/Docum/redemptoris04.htm