Sobre tus lecturas
 

Querida María:

¡Cómo disfrutabas con las novelas de amor!, tenias una buena colección, pero siempre dedicabas un poco de tu tiempo a lecturas formativas. Te acuerdas que comentábamos, las personas adquieren unos conocimientos elementales cuando son niños, conocimientos elementales de lengua, de historia, de matemáticas , de religión, de ciencias, etc., al ir madurando la persona se sigue formando en las ciencias, las artes, la política, etc., pero en el tema religioso se queda con aquellos conocimientos adquiridos cuando niño..., claro, y así luego no entienden.

Los libros que sobre tu mesa y estantería tenías, utilizándolos bien como lectura espiritual, bien como apoyo a la oración , aquel dos de octubre de 1996, día en que te fuiste al cielo, eran :

Carta a los hombres (de Jesús Urteaga). En este libro marcabas lo siguiente:

"Ser cristiano no es un título de mera satisfacción personal. Ser cristiano no es algo accidental, es una divina realidad que se inserta en las entrañas de nuestra vida.

Se aprende así que el peregrinaje del cristiano en el mundo ha de convertirse en un continuo servicio prestado de modos muy diversos, según las circunstancias personales, pero siempre por amor a Dios y al prójimo ."

Vía Crucis (de María Montenegro). Consideraste lo último, la VII estación:

"Jesús consuela a las hijas de Jerusalén. Eres asombroso, Señor. Apenas puedes dar un paso. Arrastras el madero, ya casi sin vida, y haces un alto en el camino, por que descubres a un grupo de mujeres que llora.

¡Qué maravilla, Jesús! Cómo quieres a los hombres. Con qué cariño infinito tratas a las almas, a cada alma, para movernos a la contrición. " No lloréis por mí, les dice; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos" .

¿Qué huella dejarían tus palabras en aquellas mujeres! Y en mí, Jesús, quiero que dejes una idea que no pueda olvidar: la seguridad de que, en el camino de mi vida, siempre hay alguien que espera una sonrisa, una palabra de consuelo, un consejo que le acerque a Dios.

Que nunca mi dolor, si llega, me encierre en mí mismo. Dame tu capacidad de olvido propio para darte a los demás, incluso en esa hora en que estás destrozado. Sé que es una gran ambición. Pero También sé que eres Tú quien estás empeñado en que me parezca a Ti. Y Tú lo puedes todo."

Reflexiones Doctrinales y Pastorales en el XXV aniversario de la ENCÍCLICA HUMANAE VITAE de Pablo VI. (de la Conferencia Episcopal Española). Estabas marcando:

<<La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto su cumplimiento. Por eso la Iglesia que "que está en favor de la vida", enseña que todo "acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisión de la vida"...Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios>>.

Dos homilías del Beato José María Escrivá, La Humildad y las Virtudes Humanas. Estabas leyendo sobre la Fortaleza, serenidad, paciencia y magnanimidad.

"El camino del cristiano, el de cualquier hombre, no es fácil. Ciertamente, en determinadas épocas, parece que todo se cumple según nuestras previsiones; pero esto habitualmente dura poco. Vivir es enfrentarse con dificultades, sentir en el corazón alegrías y sinsabores; y en esta fragua el hombre puede adquirir fortaleza, paciencia, magnanimidad, serenidad."

"Es fuerte el que persevera en el cumplimiento de lo que entiende que debe hacer, según su conciencia; el que no mide el valor de una tarea exclusivamente por los beneficios que recibe, sino por el servicio que presta a los demás. El fuerte a veces, sufre, pero resiste; llora quizá, pero se bebe sus lágrimas. Cuando la contradicción arrecia, no se dobla (...)"

"El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud; es paciente. La fortaleza nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia. "Mediante la paciencia vuestra, poseeréis vuestras almas (Luc XXI-19). (...) Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás..."

"Fuertes y pacientes: serenos. Pero no con la serenidad del que compra la propia tranquilidad a costa de desinteresarse de sus hermanos o de la gran tarea, que a todos corresponde, de difundir sin tasa el bien por el mundo entero. Serenos por que siempre hay perdón, (...) Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contras, de examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después, sosegadamente, intervenir con decisión."

"Magnanimidad: ánimo grande , alma amplia en la que caben muchos. Es la fuerza que nos dispone a salir de nosotros mismos, para prepararnos a emprender obras valiosas en beneficio de todos. No anida la estrechez en el magnánimo; no media la cicatería , ni el cálculo egoísta , ni la trapisonda interesada..."

La Virgen de Fátima. (de C. Barthas) . Marcabas con una estampa del Sagrado Corazón de Jesús que decía: " ¡Automovilista; confía en Mí, "el capítulo de: La primera visita de la Señora".

"Que recuerdos comunes tenemos de nuestras romerías a Fátima; regresando del encuentro de la juventud con el Papa, en Santiago de Compostela en el año 1989, íbamos con mamá, Eduardo y Ana, Gabriel y Juan Pedro, Lucía y Blanca;

y cuando fuimos con el padre Gerardo y Blanca Ferrer, Eduardo y Ana, Lucía y Blanca, qué canciones a la Virgen, rosarios, y tertulias con guitarra, ...

....las seguiremos en el cielo. Bueno, continúo, para terminar los últimos libros que tenías eran:

Hablar con Dios. (de Fco. Fdez. de Carbajal).

Tomo I, marcabas nuestros pecados y la confesión , leías:

"Cada confesión bien hecha, es un impulso que recibimos del Señor para seguir adelante, sin desánimos, sin tristezas, libres de nuestras miserias. Y Cristo nos dice de nuevo: Ten confianza, tus pecados te son perdonados, hijo mío, vuelve a empezar...Es El mismo quien nos perdona después de la humilde manifestación de nuestras culpas. Confesamos nuestros pecados a Dios mismo, aunque en el confesionario los escuche el hombre-sacerdote(...)"

Y en el capítulo " La humildad de María " marcabas:

"La humildad nos dispone y nos ayuda a tener paciencia con los defectos de quienes nos rodean y, también, con los propios. Prestaremos pequeños servicios en la convivencia diaria, sin darle excesiva importancia y sin pedir nada a cambio; y aprenderemos de Jesús y de María a convivir con todos, a saber comprender a los demás, también con sus defectos. Si procuramos ver a los demás como los ve el Señor, será fácil acogerles también como El los acoge."

Y en el Tomo II , marcabas;

"El dolor, que ha separado a muchos de Dios porque no lo han visto a la luz de la fe, debe unirnos más a El. Y debemos enseñar a los enfermos su valor redentor. Entonces llevarán con paz la enfermedad y las contrariedades que el Señor permita, y las amarán, porque habrán aprendido que también el dolor viene de un Padre que solo quiere el bien de sus hijos.

Acudimos a nuestra madre Santa María. Ella, que en el Calvario, estando de pie valerosamente junto a la cruz del Hijo, participó de su pasión, sabe convencer siempre a nuestras almas para unir sus propios sufrimientos al sacrificio de Cristo, en un "ofertorio" que, sobrepasando el tiempo y el espacio, abraza a toda la humanidad y la salva. Pidámosle que el dolor y las penas -inevitables en esta vida- nos ayuden a unirnos más a su Hijo, y que sepamos entenderlos cuando lleguen, como un bendición para nosotros mismos y para toda la Iglesia."

Y te encontrabas leyendo entre:

"Y si vivimos con piedad, con amor, la Santa Misa,
saldremos a la calle con una inmensa alegría,
firmemente dispuestos a mostrar con obras la vibración de nuestra fe. (cap. 49) y
No queramos prescindir del Señor en nuestros proyectos.
El es el fundamento y nosotros el edificio;
El es el tallo de la cepa y nosotros las ramas.
El es la vida y nosotros vivimos por Él;
es la luz y disipa nuestra oscuridad.
Nuestra vida no tiene sentido sin Cristo; no debe tener otro fundamento.
Todo quedaría desunido y roto si no acudiéramos a Él en nuestra obras. (cap 50)"