Quiero comentar unas ideas sobre la imaginación.

 

Amar a Dios, decimos, es lo primero, pero, ¿en quién o en qué pensamos cuando no pensamos en Dios o en los demás por Dios?

 

Es difícil hacer una clasificación de la imaginación por temas, pero sí puede clasificarse en: pecaminosa, innecesaria y útil. De la primera sobra hablar, hay que huir de ella como de la peste, de las otras dos merece la pena que le dediquemos un poco de tiempo.

 

La imaginación innecesaria es cuando se piensa en hechos pasados buenos o malos e incluso indiferentes que no nos llevan a rectificar actuaciones futuras, de nada sirven las lamentaciones o la mística hojalatera.

 

Es triste pensar en tragedias pasadas y no digamos nada si son supuestas, pasadas o futuras, aunque estas últimas puedan tener algún grado de probabilidad cierta, es inútil pensar en ellas. Y decimos que esta imaginación es inútil no solo porque a nada conduce, sino porque además puede inquietarnos e incluso entristecernos.

 

Tampoco es bueno cuando uno se recrea en situaciones hipotéticas de protagonismo, alabándose por algo o por el contrario cuando le damos vueltas al que dirán, etc. No sirven para nada, es más hay que huir también de ellas.

 

La imaginación útil es la que nos acerca a Dios, es la única que debemos tener, la que además nos traerá la paz. 

          

Se puede uno meter en las escenas evangélicas, acompañar a la Virgen para ayudar a su prima santa Isabel, en el alumbramiento en Belén, con san José pendiente de la Virgen y trabajando en su hogar. ¿Cómo trabajaría? Puede estar uno con Jesús hablando a la gente, ayudando a los desamparados, camino del calvario y al pie de la Cruz junto a su madre, etc. Y todo ello sirviéndonos para la vida.

 

Uno puede examinarse sobre los defectos que tiene, cómo quitárselos, como mejorar en una virtud. Todo ello alegrará a Dios y hará la vida más agradable a los demás.

 

Imaginación útil es la que nos lleva a mejorar nuestras actuaciones familiares, profesionales, apostólicas, sociales. Lo que ocurrirá en estas ocasiones, sobre todo al tomar decisiones importantes es que nos tendremos que parar un cierto tiempo para analizar, estudiar y ver los pros y los contras de las distintas posibilidades, pero una vez tomadas en la presencia de Dios, no debemos volver a ellas a no ser que haya nuevos datos a tener en cuenta.

 

La imaginación útil nunca es obsesiva, ni nos quitará la paz porque debe de estar dirigida siempre a Dios o a los demás por Dios.