Querida María:

Este año de 2003, como otros muchos,  hemos pasado el fin de año en San Sebastián. Siempre ha sido entrañable, la familia, la conversación, los villancicos, y un sin fin de cosas de familia. Este año, tratamos un tema apasionante: "lo social". Siempre se ha dicho que de joven, se tienen inquietudes sociales, pero que al pasar el tiempo muchos las olvidan. En  mi caso no ha sido así, y como el tema salió, lo comento. La conversación tuvo lugar con Elena y Alberto, crítica principal, "los gobiernos de las Naciones", sobre todo las de los países ricos. El tema no es tan fácil como parece, porque si las ayudas gubernamentales hacia los países más necesitados no se controlan correctamente, estas van a parar, en unos casos,  a los  bolsillos de los dictadores, y en otros, a la compra de armamento. Pero creo que la crítica no sólo debe estar dirigida  a los gobernantes sino también a todos en general y a cada uno de nosotros en particular.

Para ver mejor el tema me he propuesto hacer un resumen, naturalmente mío y por lo tanto sujeto a errores de trascripción y otros, de la doctrina social cristiana. Pero antes de entrar en detalle quisiera poner en claro una cosa: no conozco a nadie denominado marxista, que haya dejado sus bienes  a los pobres, y ya en  la miseria  haya entregado su tiempo, energías y la propia vida a los más necesitados.  Pero si que conozco católicos de todas las épocas, que han dado todo lo que tenían a los pobres, hasta quedarse sin nada, y luego se han dedicado con todas las fuerzas de su alma al más necesitado.  Ejemplos en el mundo entero y en todas las épocas de caridad cristiana los tenemos a millones, no hay institución alguna en el mundo que se la pueda comparar. Unas son instituciones de la Iglesia y otras muchas de organismos  privados, pero impulsados por el espíritu cristiano. Sin más entro en la exposición de un resumen de la doctrina social católica

El Mensaje Social de la Iglesia

Cuando se mira alrededor y se analiza la situación económica que nos rodea, no deja uno apenarse. Al cielo reclamamos justicia.  No me resisto a plasmar, aunque sea brevemente, la doctrina Social de la Iglesia, que no es más que reflejo de las enseñanzas de Jesucristo. Para ello voy a indicar los aspectos que más me han llamado la atención. 

DOCTRINA SOCIAL  DE LA IGLESIA SITUACIÓN DEL MUNDO Y ERRORES MODERNOS
PROPIEDAD PRIVADA PALABRAS A EMPRESARIOS
PALABRAS A LOS TRABAJADORES RECOMENDACIONES A LOS ESTADOS

 

DOCTRINA SOCIAL  DE LA IGLESIA

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

..., el hombre no debe considerar las cosas externas como propias, sino como comunes, es decir, de modo que las comparta fácilmente con otros en sus necesidades. De donde el Apóstol dice: "Manda a los ricos de este siglo... que den, que compartan con facilidad" A nadie se manda socorrer a los demás con lo necesario para sus usos personales o de los suyos; ni siquiera a dar a otros lo que él mismo necesita (... ). Pero cuando se ha atendido suficientemente a la necesidad y al decoro, es un deber socorrer a los indigentes con lo que sobra. Lo que sobra, dadlo en limosna.

..., antes que la ley y el juicio de los hombres están la ley y el juicio de Cristo Dios, que de modos diversos y suavemente aconseja la práctica de dar: es mejor dar que recibir, y que juzgará la caridad hecha o negada a los pobres como hecha o negada a Él en persona: Cuanto hicisteis a uno estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Todo lo cual se resume en que todo el que ha recibido abundancia de bienes, sean éstos del cuerpo y externos, sean del espíritu, los ha recibido para perfeccionamiento propio, y, al mismo tiempo, para que, (...), los emplee en beneficio de los demás.

Los que han recibido de Dios mayor abundancia de bienes, ya sean corporales o externos, ya internos y espirituales, los han recibido para que con ellos atiendan a su propia perfección y, al mismo tiempo, como ministros de la divina Providencia, al provecho de los demás

De la Encíclica QUADRAGESIMO ANNO, del  Papa Pío XI, año 1931.

A pesar de que  se haya repartida entre los particulares, la tierra no deja por ello de servir a la común utilidad de todos.

Es necesario, (...), que las riquezas, que se van aumentando constantemente merced al desarrollo económico-social, se distribuyan entre cada una de las personas y clases de hombres, de modo que quede a salvo esa común utilidad de todos, ...

A cada cual, por consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la participación de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, ..

Hay que luchar, por consiguiente, con todo vigor y empeño para que, al menos en el futuro, se modere equitativamente la acumulación de riquezas en manos de los ricos, ...

... los hombres son libres para elegir la formas de gobierno que les plazca, con tal de que queden a salvo la justicia y las exigencias del bien común.

Por lo tanto -y nos servimos de las palabras de nuestro predecesor-, si hay que curar a la sociedad humana, sólo podrá curarla el retorno a la vida y a las costumbres cristianas.

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

(...) tanto la libre competencia ilimitada que el liberalismo propugna, como la lucha de clases que el marxismo predica, son totalmente contrarias a la naturaleza humana y a la concepción cristiana de la vida.

(...) el derecho de propiedad privada no puede  en modo alguno constituir in obstáculo  para que sea satisfecha la indestructible exigencia de que los bienes creados por Dios para provecho de todos los hombres lleguen con equidad a todos, de acuerdo con los principios de la justicia y de la caridad.

... la prosperidad económica de un pueblo consiste, más que en el número total de bienes disponibles, en la justa distribución de los mismos, de forma que quede garantizado el perfeccionamiento de los ciudadanos, fin al cual se ordena por su propia naturaleza todo el sistema de la economía nacional.

..., han de considerarse como exigencias del bien común nacional: facilitar trabajo al mayor número posible de obreros; evitar que constituya, dentro de la nación e incluso entre los propios trabajadores, categorías sociales privilegiadas; mantener una adecuada proporción entre salarios y precios; hacer asequibles al mayor número de ciudadanos los bienes materiales y los beneficios de la cultura; suprimir, o limitar al menos, las desigualdades   entre los distintos sectores de la economía -agricultura, industria, servicios-; equilibrar adecuadamente el incremento económico con el aumento de los servicios generales necesarios, ..., lograr, en fin, que el mejoramiento en el nivel de la vida no sólo sirva a la generación presente, sino que prepare también un mejor porvenir a las futuras generaciones.

Todos somos solidariamente responsables de las poblaciones subalimentadas...es necesario despertar la conciencia de esta grave obligación de todos y de cada uno, y de modo muy principal en los económicamente poderosos.

De la Encíclica PACEM IN TERRIS,  del  Papa Juan  XXIII, año 1963.

(...) una sociedad que se apoye sólo en la razón de la fuerza ha de calificarse de inhumana. (...) Verdad, justicia, amor y libertad, son fundamentos de la  convivencia humana. 

(...) son muchas y muy grandes las diferencias entre los hombres en ciencia, virtud, inteligencia y bienes materiales. Sin embargo, este hecho no puede justificar nunca el propósito de servirse de la superioridad propia para someter de cualquier modo a los demás. Todo lo contrario: esta superioridad implica una obligación social más grave para ayudar a los demás a que logren, con el esfuerzo común, la perfección propia.

(...) la paz no puede darse en la sociedad humana si primero no se da en el interior de cada hombre, es decir, si primero no guarda cada uno en si mismo el orden que Dios ha establecido.

Que finalmente, Cristo encienda las voluntades de todos los hombres para echar por tierra las barreras que dividen a los unos de los otros, para estrechar los vínculos de la mutua caridad, para fomentar la recíproca comprensión, para perdonar, en fin, a cuantos nos hayan injuriado. De esta manera bajo su auspicio y amparo, todos los pueblos se abracen como hermanos y florezca y reine siempre entre ellos la tan anhelada paz.

CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, año 1965

..., muchos en diferentes lugares, menosprecian las leyes y los preceptos sociales. No pocos, con diversos fraudes y engaños, no tienen reparo en burlar los impuestos justos y otros deberes para con la sociedad. Otros subestiman determinadas normas de la vida social, -por ejemplo, las  establecidas   para salvaguardar la salud o para reglamentar la conducción de vehículos-,  sin darse cuenta de que con tal descuido ponen en peligro su propia vida y la de los demás.

La finalidad fundamental de la producción, (...), no es el mero aumento de los productos ni el lucro o el poder, sino el servicio del hombre, (...), de cualquier hombre, decimos, y de cualquier grupo de hombres, no importa de qué raza o de qué región del mundo.

..., ponen en grave peligro el bien común quienes conservan improductivos sus bienes ...

En esta tierra la paz no se puede obtener a no ser que se garantice el bien de las personas y  los hombres se comuniquen entre sí confiada y espontáneamente las riquezas de su espíritu y de su talento.

De la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, del Papa Pablo VI, año 1967

<<¡Llenad la tierra y sometedla!>>. La Biblia desde sus primeras páginas nos enseña que la creación entera es para el hombre, ...

Si la tierra está hecha para procurar a cada uno los medios de subsistencia y los instrumentos de su progreso, todo hombre tiene el derecho de encontrar en ella lo que necesita.

<<Si alguno, tiene bienes en este mundo, y viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios?>>. (...) No es parte de tus bienes -dice San Ambrosio- lo que tu das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo ha sido dado para el uso de todos, tu te lo apropias. La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos>> Es decir, que la propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario. 

Nadie puede permanecer indiferente ante la suerte de sus hermanos que todavía yacen en la miseria presa de la ignorancia, victimas de la inseguridad.

Que los individuos, los grupos sociales y las naciones se den fraternalmente la mano, el fuerte ayudando al débil a levantarse, (...), proseguirá su camino, irradiando alegría y derramando luz y gracia en el corazón de los hombres en toda la faz de la tierra, haciéndoles descubrir, por encima de todas las fronteras, el rostros de los hermanos, el rostro de los amigos.

De la Carta Apostólica OCTOGESIMA ADVENIENS, del Papa Pablo VI, año 1971

Es deber de todos (...) trabajar con energía para instaurar la fraternidad universal, base indispensable de una justicia auténtica y condición de una paz duradera.

El cristiano que quiera vivir su fe en una acción política, concebida como servicio, tampoco puede adherirse sin contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente o en los puntos sustanciales a su fe y a su concepción del hombre: ni a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva ni a la ideología liberal que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como un fin y un criterio más elevado del valor de la organización social.

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

(...), se debe, ante todo, recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del trabajo frente al capital. Este principio se refiere al proceso de producción, respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primera, mientras el capital, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o causa instrumental.

Conviene subrayar y poner de relieve la primacía del hombre en el proceso de  producción, la primacía del hombre respecto de las cosas.

(...) no se puede separar el <<capital>> del trabajo,  y que de ningún modo se pueda contraponer el trabajo al capital ni el capital al trabajo, ... 

La conciencia de que el trabajo humano es una participación en la obra de Dios, debe llegar -como enseña el Concilio- incluso a <<los quehaceres más ordinarios. Porque los hombres y las mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia>>.

De la Congregación para la Doctrina de la Fe, LIBERTATIS NUNTIUS,  año 1984

Recordemos que el ateísmo y la negación de la persona humana, de su libertad y de sus derechos, están en el centro de la concepción marxista. Esta contiene, pues, errores que amenazan directamente las verdades de la fe sobre el destino eterno de las personas.

La llamada de atención contra las graves desviaciones de ciertas <<teologías de la liberación>> de ninguna manera debe ser interpretada como una aprobación, aun indirecta, dada a quienes contribuyen al mantenimiento de la miseria de los pueblos, a quienes se aprovechan de ella, a quienes se resignan o a quienes deja indiferente esta miseria.

... la lucha por los derechos del hombre, que la Iglesia no cesa de recordar, constituye el auténtico combate por la justicia. La verdad del hombre exige que este combate se lleve a cabo por medios conformes a la dignidad humana. Por esta razón el recurso sistemático y deliberado a la violencia ciega, venga de donde venga, debe ser condenado. El tener confianza en los medios violentos con la esperanza de instaurar más justicia es ser víctima de una ilusión mortal. la violencia engendra violencia y degrada al hombre. Ultraja la dignidad del hombre en la persona de las víctimas y envilece esta misma dignidad en quienes la practican.

La urgencia de reformas radicales de las estructuras que producen la miseria ... no pueden hacer perder de vista que la fuente de las injusticias está en el corazón del hombre.

De la Congregación para la Doctrina de la Fe, LIBERTATIS CONSCIENTIA,  año 1986

El principio del destino universal de los bienes, unido al de la fraternidad humana y sobrenatural, indica sus deberes a los países más ricos con respecto a los países más pobres. 

De la Encíclica SOLLICITUDO REI SOCIALIS, del Papa Juan  Pablo II, año 1987

... la doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica tanto ante el capitalismo liberal como ante el colectivismo marxista.

El carácter moral del desarrollo no puede prescindir tampoco del respeto por los seres que constituyen la naturaleza visible ...no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados ... Al contrario , conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es precisamente el cosmos. Usarlos (se refiere a los recursos naturales)  como si fueran inagotables, ..., pone seriamente en peligro su futura disponibilidad, no sólo para la generación presente, sino sobre todo para las futuras...., es,  cada vez más , la contaminación del ambiente, con graves consecuencias para la salud de la población.

Es de desear que también los hombres y las mujeres sin fe explícita se convenzan de que los obstáculos opuestos al pleno desarrollo no son solamente de orden económico, sino que dependen de actitudes más profundas que se traducen para el ser humano, en valores absolutos. En este sentido, es de esperar que todos aquellos que, en una u otra manera son responsables de una <<vida más humana>> para sus semejantes -estén inspirados o no por una fe religiosa- se den cuenta plenamente de la necesidad urgente de un cambio de las actitudes espirituales que definen las relaciones de cada hombre consigo mismo, con el prójimo, con las comunidades humanas, incluso las más lejanas y con la naturaleza; y ello en en función de unos valores superiores, como el bien común, o el pleno desarrollo <<de todo el hombre y de todos los hombres>>, ...

El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas.  Los que cuentas más,  al disponer de una porción mayor de bienes y servicios comunes, han de sentirse responsables de los más débiles, dispuestos a compartir con ellos lo que poseen.

La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo en cuanto tal, ... En efecto, no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal de que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, ...

La doctrina social de la Iglesia no es, pues, una <<tercera vía >> entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una ideología, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre y de la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teología y especialmente d el teología moral.

Es necesario recordar una vez más aquel principio peculiar de la doctrina cristiana: los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava <<una hipoteca social>>, es decir, posee, como cualidad intrínseca, una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes. En este empeño especial por los pobres, no he de olvidarse aquella forma especial de pobreza que es la privación de los derechos fundamentales de la persona, en concreto el derecho a la libertad religiosa y el derecho, también, a la iniciativa económica.

De otros documentos e intervenciones

... la Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o menos amplios, o hasta de enteras Naciones y bloques de Naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Se trata de pecados muy personales de quien engendra, favorece o explota la iniquidad; de quien, pudiendo hacer algo para evitar, eliminar, o, al menos, limitar determinados males sociales, omite el hacerlo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o por indiferencia; de quien busca refugio en la presunta imposibilidad de cambiar el mundo; y y también de quien pretende eludir la fatiga y el sacrificio, alegando supuestas razones de orden superior. Por lo tanto, los verdaderamente responsables son las personas. Una situación -como una institución, una estructura, una sociedad- no es, de suyo, sujeto de actos morales; por lo tanto, no puede ser buena o mala en sí misma. (Exhort. Apost. Reconciliatio et paenitentia, 1-12-1984)

SITUACION DEL MUNDO Y ERRORES MODERNOS

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

No es justo, (...), que ni el individuo ni la familia sean absorbidos  por el Estado; lo justo es dejar a cada uno la facultad de obrar con libertad hasta donde sea posible, sin daño del bien común y sin injuria de nadie.

...queden avisados los ricos de que las riquezas no aportan la exención del dolor, ni aprovechan nada para la felicidad eterna, sino que más bien la obstaculizan; de que deben imponer temor a los ricos las tremendas amenazas de Jesucristo y de que pronto o tarde se habrá de dar cuenta severísima al divino Juez del uso de las riquezas.

... acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; 

... la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la  Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros ...

... no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole, se hayan sometidas al poder de unos pocos, ...

... los socialistas, ... tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. (...). Esta medida (...),  sumamente injusta (...) ejerce violencia contra los legítimos poseedores, ...Y va a admitir la justicia que venga nadie a apropiarse de lo que otro regó con sus sudores.

De la Encíclica QUADRAGESIMO ANNO, del  Papa Pío XI, año 1931.

...la sociedad humana cada vez más dividida en  dos clases: (...). Soportaban fácilmente la situación, desde luego, quienes abundando en riquezas, juzgaban que una tal situación venía impuesta por las leyes necesarias de la economía y pretendían, por lo mismo, que todo afán por aliviar las miserias debía confiarse exclusivamente a la caridad, como si la caridad estuviera en el deber de encubrir una violación de la justicia, no sólo tolerada, sino inclusive sancionada a veces por los legisladores.

Si alguno no quiere trabajar, que no coma; (se vislumbra aquí la injusticia que se realiza cuando se hace  una distribución igualitaria de la riqueza).

Igual que  la unidad del cuerpo social no puede basarse en la lucha de "clases", tampoco el recto orden económico puede dejarse  a la libre concurrencia de las fuerzas. Pues de este principio, como de una fuente envenenada, han manado todos los errores de la economía "individualista", que, suprimiendo, (...), estimó que ésta debía ser considerada y tratada como totalmente independiente de la autoridad del estado, ya que tenía su principio regulador en el mercado o libre concurrencia de los competidores, ...

Salta a los ojos de todos, (...), que en nuestros tiempos no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio.

Aun cuando el socialismo, como todos los errores, tiene n sí, algo de verdadero (cosa que jamás han negado los Sumos pontífices), se funda sobre una doctrina de la sociedad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez católico y verdadero socialista.

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

(...) la oposición entre el comunismo y el cristianismo es radical. (...) los católicos no pueden aprobar en modo alguno la doctrina del socialismo moderado.

..., frente a la extrema pobreza de la mayoría, la abundancia y el lujo desenfrenado de unos pocos contrasta de manera abierta e insolvente con la situación de los necesitados; ...

Como en tiempos pasados, también en los nuestros los progresos de la ciencia y de la técnica influyen poderosamente en las relaciones sociales del ciudadano. (...), se han elaborado y difundido por escrito muchas ideologías. Algunas de ellas han desaparecido ya, ... Otras han sufrido hoy un cambio completo. Esta desintegración proviene del hecho de que son ideologías que no consideran la total integridad del  hombre y no comprenden la parte más importante de éste. (...). Porque la teoría más falsa de nuestros días es la que afirma que el sentido religioso, que la naturaleza ha infundido en los hombres, ha de ser considerado como pura ficción o imaginación. lo cual debe, por tanto, arrancarse totalmente de los espíritus por ser contrario en absoluto al carácter de la época y al progreso de la civilización. Lejos de ser así, esa íntima inclinación humana hacia la religión resulta prueba convincente de que el hombre ha sido, en realidad, creado por Dios y tiende irrevocablemente  hacía Él, como leemos en San Agustín: Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.

Por lo cual, por grande que llegue a ser el progreso técnico y económico, ni la justicia ni la paz podrán existir en la tierra mientras los hombres no tengan conciencia de la dignidad  que poseen como seres creados por Dios y elevados a la filiación divina; por Dios, decimos, que es la primera y última causa de toda la realidad creada. El hombre, separado de Dios, se torna inhumano para sí mismo y para sus semejantes, porque las relaciones humanas exigen de modo absoluto la relación directa de la conciencia del hombre con Dios, fuente de toda verdad, justicia y amor..

De la Encíclica PACEM IN TERRIS,  del  Papa Juan  XXIII, año 1963.

(...) una opinión equivocada induce con frecuencia a muchos al error de pensar que las relaciones delos individuos con sus respectivas comunidades políticas pueden regularse por las mismas leyes que rigen las fuerzas y los elementos irracionales  del universo, siendo así que tales  leyes  son de otro género y hay que buscarlas solamente allí donde las ha gravado el Creador de todo, esto es, en la naturaleza del hombre.

No en la revolución, sino en una evolución concorde, están la salvación y la justicia. La violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas; acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes, ...

CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, año 1965

Quienes profesan el ateísmo sostienen que la libertad consiste en que el hombre es fin de sí mismo, artífice único y demiurgo de su propia historia, lo cual no se compagina con el reconocimiento de un Señor, autor y fin de todas las cosas, ...esas doctrinas ... van contra la razón y contra la experiencia común humana y degradan al hombre de su innata excelencia.  La Iglesia aunque rechaza totalmente el ateísmo, sin embargo, está sinceramente convencida de que debe ayudar a todos los hombres, creyentes y no creyentes, para que edifiquen como es debido este mundo en el que viven juntos; ...

Mientras que una enorme multitud carece todavía de las cosas absolutamente necesarias, algunos, incluso en regiones subdesarrolladas, viven opulentamente o malgastan los bienes. Se dan juntos el lujo y la miseria. Mientras que una minoría goza de la máxima facultad de decisión, una multitud carece casi de toda posibilidad de actuar por propia iniciativa y responsabilidad, e inclusive con frecuencia se encuentra en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana.

Para instaurar un verdadero orden económico universal hay que acabar con el excesivo afán de lucro, con las ambiciones nacionales, con las apetencias de poder político, con los cálculos de orden militar, asó como con las maquinaciones para propagar e imponer las ideologías.

De la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, del Papa Pablo VI, año 1967

Es cierto que hay situaciones, cuya injusticia clama al cielo. Hay que darse prisa. Muchos hombres sufren y aumenta la distancia que separa el progreso de los unos del estancamiento y aun retroceso de los otros. Sin embargo, es necesario que la labor que hay  que realizar progrese armónicamente, so pena de ver roto el equilibrio que es indispensable.  (...) , la insurrección revolucionaria -salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada, que atente gravemente a los derechos fundamentales de las personas y damnificase peligrosamente al bien común del país  engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede  combatir un mal real al precio de un mal mayor. (...) Hay que emprender, sin esperar más, reformas urgentes. 

Toda acción social implica una doctrina. El cristiano no puede admitir la que supone una filosofía materialista y atea, que no respeta ni la orientación de la vida hacia su último fin, ni la libertad ni la dignidad humana.

Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de todos ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre.

(...): una economía de intercambio no puede seguir descansando sobre la sola ley de la libre concurrencia, que engendra también demasiado a menudo una dictadura económica. El libre intercambio sólo es equitativo si está sometido a las exigencias de la justicia social.

De la Carta Apostólica OCTOGESIMA ADVENIENS, del Papa Pablo VI, año 1971

Mientras amplísimos estratos de población no puede satisfacer sus necesidades primarias, se intenta crear necesidades de lo superfluo. (...). Después de haberse asegurado un dominio necesario sobre la naturaleza, ¿no se está convirtiendo ahora en esclavo de los objetos que fabrica? 

Entre el número de las víctimas de situaciones de injusticia -aunque el fenómeno no sea desafortunadamente nuevo- hay que contar a aquellos que son objeto de <<discriminaciones>>, de derecho o de hecho, por razón de raza, su origen, su color, su cultura, su sexo o su religión.

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

La distribución desproporcionada de riqueza y miseria, la existencia de países y continentes desarrollados y no desarrollados, exigen una justa distribución y la búsqueda de vías para un justo desarrollo de todos.

De la Congregación para la Doctrina de la Fe, LIBERTATIS NUNTIUS,  año 1984

... bajo el nombre de <<teología de la liberación>> proponen una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de la misma.

De la Congregación para la Doctrina de la Fe, LIBERTATIS CONSCIENTIA,  año 1986

El hombre, negando o intentando negar a Dios, su Principio y Fin, altera profundamente su orden y equilibrio interior, el de la sociedad y también el de la creación visible.

El hombre pecador, habiendo hecho de sí su propio centro, busca afirmarse y satisfacer su anhelo de infinito sirviéndose de las cosas: riqueza, poder y placeres, despreciando a los demás hombres a los que despoja injustamente y trata como objetos o instrumentos. De este modo contribuye por su parte a la creación de estas estructuras de explotación y de servidumbre que, por otra parte, pretende denunciar.

De la Encíclica SOLLICITUDO REI SOCIALIS, del Papa Juan  Pablo II, año 1987

Nos encontramos, ..., frente a un grave problema de distribución desigual de los medios de subsistencia, destinados originalmente a todos los hombres, y también de los beneficios de ellos derivantes. Y esto sucede no por responsabilidad de las poblaciones indigentes, ni mucho menos por una especie de fatalismo dependiente de las condiciones naturales o del conjunto de las circunstancias.

Una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es al injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originalmente a todos.

SOBRE LA PROPIEDAD PRIVADA

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

El que Dios haya dado la tierra para usufructuarla y disfrutarla a la totalidad del género humano, no puede oponerse en modo alguno a la propiedad privada.

El derecho de poseer bienes en privado no ha sido dado por la ley, sino por la naturaleza, y, por tanto la autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso y compaginarlo con el bien común. Procedería, por consiguiente de una manera injusta e inhumana si exigiera de losa bienes privados más de lo que es justo bajo la razón de tributos.

Los hombres sabiendo que trabajan lo que es suyo, ponen mayor esmero y entusiasmo. Aprenden incluso a amar más a la tierra cultivada por sus propias manos, de la que esperan no sólo el sustento, sino también una cierta holgura económica para sí y para los suyos. 

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

...,  la propiedad privada de los bienes materiales contribuyen en sumo grado a garantizar y fomentar la vida familiar, 

... los hombres tienen un derecho natural a la propiedad privada de los bienes, incluidos los de producción.

Además, la historia y la experiencia demuestran que en los regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida la de los bienes de producción, se viola o suprime totalmente el ejercicio de la libertad humana en las cosas más fundamentales, ...

CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, año 1965

Dios destinó la tierra, con todo lo que ella contiene, al uso de todos los hombres y los pueblos; de manera que los bienes creados deben llegar equitativamente a todos, dirigidos por la justicia y acompañados de la caridad. Cualesquiera que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las legítimas instituciones de los pueblos según las diversas y cambiantes circunstancias, siempre se ha de tener en cuenta este destino universal de los bienes. Por eso el hombre, al utilizar esos bienes, debe considerar no sólo como propias las cosas que legítimamente posee, sino también como comunes, en el sentido de que no sólo a él le aprovechen, sino también a los demás. Por lo tanto, todos tienen el derecho a una parte suficiente de bienes para sí y para sus familias. Así pensaban los Padres y Doctores de la Iglesia que enseñaban que los hombres estaban obligados a ayudar a los pobres, y no sólo con los superfluo. Quien se encuentra en extrema necesidad tiene el derecho a procurarse lo necesario tomándolo de las riquezas de los demás.

Al poner en práctica todas estas cosas, hay que estar atentos, sin embargo, para que los ciudadanos no se vean llevados hacia una especie de pasividad con respecto a la sociedad o pierdan su sentido de responsabiliodad o rechacen prestar su servicio.

La propiedad privada o un cierto dominio sobre los bienes externos garantizan a cada cual una zona absolutamente necesaria de autonomía personal y familiar, y deben ser considerados como prolongación de la libertad humana.

La propiedad privada tiene, por su misma naturaleza, un carácter social que se funda en la ley del destino común de los bienes. Si se descuida este carácter social, ocurre muchas  veces que la propiedad se convierte en ocasión de codicia y de graves perturbaciones, de manera que da pretexto a los impugnadores para atacar ese mismo derecho.

De la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, del Papa Pablo VI, año 1967

El bien común exige algunas veces la expropiación, si, por el hecho de su extensión, de su explotación deficiente o nula, de la miseria que de ello resulta a la población, del daño considerable producido a los intereses del país, algunas posesiones sirven de obstáculo a la propiedad colectiva.

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

El trabajo es un bien del hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante el trabajo el hombre no solo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en cierto sentido <<se hace más hombre>>.

Es sabido, además, que es posible usar de diversos modos el trabajo contra el hombre, que se puede castigar al hombre con el sistema de trabajos forzados en los campos de concentración, que se puede hacer del trabajo un medio de opresión del hombre, que, en fin, se puede explotar de diversos modos el trabajo humano. Todo esto da testimonio en favor de la obligación moral de unir la laboriosidad como virtud con el orden social del trabajo, que permita al hombre hacerse más hombre en el trabajo y no degradarse a causa del trabajo, ...

PALABRAS A EMPRESARIOS

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

Pero entre los primordiales deberes de los patronos se destaca el dar a cada uno lo que es justo. Cierto es que para establecer la medida del  salario con justicia hay que considerar muchas razones; pero generalmente tengan presente (...) que oprimir para su lucro a los necesitados y desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena, no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudara alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo.

..., han de evitar cuidadosamente (...)  perjudicar en lo más mínimo los intereses de los proletarios no con violencia, ni con engaños, ni con artilugios usurarios ...

...respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, ...Que lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro ...

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

..., destruir por completo o malgastar bienes que son indispensables para la vida de los hombres es tan contrario a los derechos de la justicia como a los que impone la humanidad.

Es necesario, asimismo, que las naciones económicamente avanzadas eviten con especial cuidado la tentación de prestar su ayuda a los países pobres con el propósito de orientar en su propio provecho la situación política der dichos países y realizar así sus planes de hegemonía mundial. 

De la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, del Papa Pablo VI, año 1967

... todo programa concebido para aumentar la producción, al fin y al cabo no tiene otra razón de ser que el servicio de la persona. Si existe es para reducir las desigualdades, combatir las discriminaciones, librar al hombre de la esclavitud, hacerle capaz de ser por sí mismo agente  responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual. 

Economía y técnica no tiene sentido si no es por el hombre, a quien deben servir.

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

...: que se ofrezca un trabajo a las personas minusválidas según sus posibilidades , dado que lo exige su dignidad de hombres y de sujetos de trabajo.

PALABRAS A TRABAJADORES

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

...cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo.

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

,,, que el trabajo, además de ser concebido como fuente de ingresos personales, lo realicen también todos los miembros de la empresa como cumplimiento de un deber y prestación de un servicio para la utilidad general.

De la Carta Apostólica OCTOGESIMA ADVENIENS, del Papa Pablo VI, año 1971

(...) aun las ideologías más revolucionarias no desembocarán más que en un simple cambio de amos: instalados a su vez en el poder; estos nuevos amos se rodean de privilegios, limitan las libertades y consientes que se instauren otras formas de injusticia. 

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

..., el cometido de los sindicatos no es <<hacer política>> en el sentido que se da hoy comúnmente a esta expresión. Los sindicatos no tienen carácter de <<partidos políticos>> que luchan por el poder, y no deberían ni siquiera ser sometidos a las decisiones de los partidos políticos o tener vínculos demasiado estrechos con ellos.

... los trabajadores deberían tener asegurado el derecho a la huelga, sin sufrir sanciones penales personales por participar en ello. Admitiendo que es un medio legítimo, se debe subrayar al mismo tiempo que la huelga sigue siendo, en cierto sentido, un medio extremo. No se pueden abusar de él; no se puede abusar de él especialmente en función de los <<juegos políticos>>.

PALABRAS PARA  LOS ESTADOS

De la Encíclica RERUM NOVARUM, del Papa León XIII, año 1891.

No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de unos o de pocos, porque está constituida para el bien común de todos.

De la Encíclica QUADRAGESIMO ANNO, del  Papa Pío XI, año 1931.

A los gobernantes de la nación compete la defensa de la comunidad y de sus  miembros, pero en la protección de esos derechos de los particulares deberá sobre todo velarse por los débiles y los necesitados.

De la Encíclica MATER ET MAGISTRA,  del  Papa Juan  XXIII, año 1961.

(...) el trabajo (...), ha de ser considerado como un deber y un derecho de todos y cada uno de los hombres. En consecuencia, corresponde a ellos, en primer lugar, regular sus mutuas relaciones de trabajo. Sólo en el caso de que los interesados no quieran o no puedan cumplir esta función, es deber del estado intervenir en la división y distribución del trabajo, según la forma y medida que requiera el bien común, rectamente entendido.

..., hay que establecer que la economía debe ser obra, ante todo, de la iniciativa privada de los individuos, ya actuando  éstos por sí solos, ya se asocien entre sí ..., es necesaria también la presencia activa del poder civil en esta materia, a fin de garantizar, como es debido, una producción creciente que promueva el progreso social y redunde en beneficio de todos los ciudadanos. Esta acción del Estado, que fomenta, estimula, ordena, suple y completa, está fundamentada en el principio de la función subsidiaria, ...

La experiencia diaria prueba, en efecto, que, cuando falta la actividad de la iniciativa particular, surge la tiranía política. Pero cuando en la economía falta totalmente, o es defectuosa la intervención del Estado, los pueblos caen inmediatamente en desordenes irreparables y surgen al punto los abusos del débil por parte del fuerte moralmente despreocupado.

... en las naciones económicamente más desarrolladas no raras veces se observa en contraste de que, mientras se fijan retribuciones altas, e incluso altísimas, por prestaciones de poca importancia o de valor discutible, al trabajo, en cambio, asiduo y provechoso de categorías enteras de ciudadanos honrados y diligentes, se les retribuye con salarios demasiado bajos, insuficientes para las necesidades dela vida, o, en todo  caso, inferiores a lo que la justicia exige, si se tiene en la debida cuanta su contribución al bien de la comunidad, a las ganancias de la empresa en que trabajan y a la renta total del país.

..., que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación.

En estos últimos tiempos se plantea a menudo el problema de cómo coordinar los sistemas económicos y los medios de subsistencia con el intenso incremento de la población humana ..., Dios en su bondad y sabiduría, ha otorgado a la naturaleza una capacidad casi inagotable de producción y ha enriquecido al hombre con una inteligencia tan penetrante, que le permite utilizar los recursos naturales al servicio de las necesidades y del provecho de su vida. Por consiguiente , la solución clara de este problema no ha de buscarse fuera del orden moral establecido por Dios, violando la procreación de la propia vida humana, sino que, por el contrario, debe procurar el hombre, con toda clase de procedimientos técnicos y científicos, el conocimiento profundo y el dominio creciente de las energías de la naturaleza.

De la Encíclica PACEM IN TERRIS,  del  Papa Juan  XXIII, año 1963.

(...) algunas naciones aventajan a otras en el grado de cultura, civilización y desarrollo económico. Pero esta ventaja, lejos de ser causa lícita para dominar injustamente a las demás, constituye más bien una obligación para prestar una mayor ayuda al progreso común de todos los pueblos.

(...) la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana, exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas; que, por último, todos los pueblos, en virtud de un acuerdo, lleguen a un desarme simultáneo, controlado por mutuas y eficaces garantías.

CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, año 1965

..., compete a la autoridad pública impedir que nadie abuse de la propiedad privada contra el bien común.

De la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO, del Papa Pablo VI, año 1967

<<el derecho de propiedad no debe jamás ejercitarse con detrimento de la utilidad común, según la doctrina tradicional de los Padres de la Iglesia ... >>. 

Si es normal que una población sea el primer beneficiario de los dones otorgados por la Providencia como fruto de su trabajo, no puede ningún pueblo, sin embargo, pretender reservar sus riquezas para su uso exclusivo. cada pueblo debe producir más y mejor, a la vez para dar a sus súbditos un nivel de vida verdaderamente humano y para contribuir también al desarrollo solidario de la humanidad. Ante la creciente indigencia de los países subdesarrollados, se debe considerar como normal el que un país desarrollado consagre una parte de su producción a satisfacer las necesidades de aquellos.

Cuando tantos pueblos tiene hambre, cuando tantos hogares sufren la miseria, cuando tantos tantos hombres viven sumergidos en  la ignorancia, cuando aún  quedan por construir tantas escuelas hospitales, viviendas dignas de ese nombre, todo derroche público o privado, todo gasto de ostentación nacional o personal, toda carrera de armamentos se convierte en un escándalo intolerable. Nos nos vemos obligados a denunciarlo. Quieran los responsables oírnos antes de que sea demasiado tarde.

De la Carta Apostólica OCTOGESIMA ADVENIENS, del Papa Pablo VI, año 1971

La persona humana es y debe ser el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones.

La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática.

No pertenece ni al Estado, ni a los partidos políticos que se cerrarían sobre sí mismos, el tratar de imponer una ideología por medios que desembocarían en la dictadura de los espíritus, la pero de todas. 

De la Encíclica LABOREM EXERCENS, del Papa Juan  Pablo II, año 1981

... deber de otorgar las convenientes subvenciones indispensables para la subsistencia de los trabajadores desocupados y de sus familias es una obligación que brota del principio fundamental del orden moral en este campo, esto es, del principio del uso común de los bienes o, para hablar de manera aún más sencilla, del derecho a la vida y a la subsistencia.

De la Encíclica SOLLICITUDO REI SOCIALIS, del Papa Juan  Pablo II, año 1987

..., los responsables de la gestión pública, ..., tienen la obligación moral, ..., de tomar en consideración, en las decisiones de gobierno, esta relación de universalidad, esta interdependencia que subsiste entre su forma de comportarse y la miseria y el subdesarrollo de tantos miles de hombres.

¿Como justificar el hecho de que grandes cantidades de dinero, que podrían y deberían destinarse a incrementar el desarrollo de los pueblos, son, por el contrario utilizados para el enriquecimiento de individuos o grupos, o bien asignadas al aumento de arsenales, tanto en los Países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, ...? 

... los recursos destinados a la producción de armas deben ser empleados en aliviar la miseria de las poblaciones necesitadas.

... las Naciones más fuertes y más dotadas deben sentirse moralmente responsables de las otras, con el fin de instaurar un verdadero sistema internacional que se base en la igualdad de todos los pueblos y en el debido respeto de sus legítimas diferencias.

La solidaridad nos ayuda a ver al <<otro>> -persona, pueblo o Nación-, no como un instrumento cualquiera para explotar a poco costo su capacidad de trabajo y resistencia física, abandonándolo cuando ya no sirve, sino como un semejante nuestro, una ayuda.

Juan Pablo II, termina la Encíclica SOLLICITUDO REI SOCIALIS  con lo siguiente:

Oh Dios, que diste un origen a todos los pueblos y quisiste formar con ellos una sola familia en tu amor, llena los corazones del fuego de tu caridad y suscita en todos los hombres el deseo de un progreso justo y fraternal, para que se realice cada uno como persona humana y reine en el mundo la igualdad y la paz.