Dios cuenta con nosotros

Al principio creó Dios el cielo y la tierra (Gen 1.1). Entonces dijo Dios: "Hagamos un hombre a imagen nuestra, conforme a nuestra semejanza, ...(Gen 1.26). Creó, pues, Dios al hombre a su imagen, a imagen de  Dios creólo, macho y hembra los creó (Gen 1.27). Y los bendijo Dios y díjoles: Procread y multiplicaros, y ocupar  la tierra y sojuzgarla, y dominad en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en todo animal que se mueva sobre la tierra (Gen 1.28).

Ya se ve que Dios cuenta con nosotros desde el primer momento de la creación, y lo que quiere es que nos ocupemos de lo creado, de todo los creado, pero especialmente que cuidemos del hombre que ha sido creado a imagen suya. El cuidado del hombre implica tanto el  aspecto material como  el espiritual. Y esto se ve muy claramente a los largo de toda la Biblia.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh . No explotarás a tu prójimo ni le despojarás. Si un extranjero viene a morar contigo en vuestra tierra no le molestaréis. No cometerás injusticia en juicio. No permanezcas indiferente frente al peligro de tu prójimo. Cada uno habéis de respetar a vuestra madre y a vuestro padre. No hurtaréis, ni mentiréis, ni os engañéis unos a otros. (Le 19)

Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros así como os amé. Mayor amor que éste nadie lo tiene : que dar uno la vida por sus amigos (Jn 15.12-13). 

Quien dice estar en la luz y aborrece a su hermano, está en las tinieblas hasta ahora. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay tropiezo en él (I Jn 1.9-10).

En esto hemos conocido la caridad, en que él dio su vida por nosotros: también nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Pues quien poseyere los bienes del mundo, y viere a su hermano tener necesidad, y cerrare sus entrañas, desviándose de él, ¿cómo la caridad de Dios mora en él? Hijuelos míos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con obras y de verdad (I Jn 3.16-18).

Amaros los unos a los otros; porque el que ama al otro ha cumplido plenamente la ley.(Rom 12.8)

Id, pues, y amaestrad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todas cuantas cosas os ordené. Y sabed que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28.19-20) . Id al mundo entero y predicar el Evangelio a toda la creación (Mc 16.15).

Tenemos claramente una gran responsabilidad, responsabilidad que no debemos olvidar pues hay omisiones nuestras que quedarán sin fruto. Posiblemente muchas de las cosas que Dios nos ha puesto en el camino para que las hagamos, nadie la hará si no las hacemos nosotros y perjudicaremos a nuestro hermano.

¿Pero hay una cuestión que quiero resaltar? Es verdad que toda desobediencia a Dios tiene una repercusión negativa para mi, y más, si le afecta también directamente al prójimo. Esta falta o pecado me perjudica. Si dejo pasar las oportunidades que la vida me presenta de ayudar al prójimo, deberé arrepentirme y rectificar en la medida de lo posible. 

Pero, que le ocurre a mi hermano, al que he dejado de ayudar ¿ Se verá perjudicado irreversiblemente? Creo que no, Dios en su efectiva providencia proveerá para que el medio que él quería utilizar, que ere mi persona, sea sustituida por otra, y si esta u otras , no actuasen adecuadamente, en último extremo, actuará Dios. Lo que yo no he sabido decir al oído de mi hermano, Dios se lo dirá al corazón.

Esta providencia de Dios, me servirá para no perder la paz cuando falle y no  inquietarme jamás,  deberé de confiar en Dios, pedir perdón, y empezar de nuevo. En la vida, siempre estamos comenzando y recomenzando.