Resumen de una vida

Este año que próximamente comienza se cumplirán diez años de la muerte de María, nuestra querida hija, hermana, sobrina, prima o amiga. Han sido años de paz y sosiego y siempre en espera del feliz reencuentro en el cielo. No se bien como se puede describir su vida,  fue una vida sencilla, como sencilla era ella. Recordando tiempos pasados es posible hacer un esbozo de como vivía, hay mucho escrito en su web, www.maria-garcia.com pero a pesar de ello voy a tratar de resumir algo de ella, de como vivía y de como pensaba. Son resúmenes sin orden alguno, escritos según me viene a la memoria.

María, antes que nada era una buena hija, hermana, sobrina, prima y amiga. Era sencilla y alegre, estudiosa, sabedora de la alegría del deber cumplido, ordenada,  amante de su familia y de sus amigos. Pocas veces la vimos enfadada, le gustaban los viajes, sobre todo los familiares, con cuanta ilusión esperaba las navidades para reunirse con la familia, con unos en año viejo y con otros en año nuevo. Disfrutaba de su casa y de sus cosas, casi todo le gustaba.

 Era creyente, católica para más datos, su religiosidad era profunda, esta  procedía de su cabeza y de su corazón. Rezaba, se sabia hija de Dios, amada por Él,  guiada por Él,  protegida por Él.  Confiaba en Dios, le amaba, yo creo que por encima de todo y de todos. Su esperanza la basaba en Él, de ahí  su alegría, por eso era difícil no verla alegre. La veces que la he visto decaída era como consecuencia del mal que se le ocasionaba. A pesar de ello, siempre lo resolvía acudiendo a la Virgen o refugiándose frente al sagrario.

Amaba a la iglesia y en la iglesia a todos los hombre, no había para ella discriminación de ningún tipo, ni por raza, ni por religión, ni por cultura, todas las personas para ella eran hijos de Dios, con la misma dignidad y derechos. Trataba a todo el mundo con el máximo cariño. Recordaba que Jesús había muerte por todos los hombres sin excepción, y que Él nos gano el perdón para todos. Nunca juzgaba, decía que solo Dios es el que juzga, que ni siquiera la Iglesia juzga, únicamente esta,  a través del sacerdote,  imparte el perdón de Dios al hombre cuando este se arrepiente.

De política pocas veces habló, si decía que el hombre, unos hombre se apropiaban de los bienes que a otros les corresponde, que la injusticia social era evidente, pero que esta no se resolvía con el marxismo sino con un sistema de impuestos más justo. Era contraria a toda pena de muerte, a las guerras, al aborto, a la eutanasia, y a todo tipo de violencia, pues decía que Dios, creador de la vida, conocía el mejor momento para la muerte  de cada uno, y que por tanto toda alteración de la muerte natural era contrario al designio de Dios, y por tanto al bien del hombre.

María que en los últimos años de su vida nunca dejó de asistir a la misa diaria, lugar de donde sacaba la fuerza para vivir, siempre decía que un rato de oración diaria y el examen al acostarse era fundamental para su vida