¿De dónde vengo?

 

Me analizo una vez crecida y observo alrededor mío. Me doy cuenta de que yo también he nacido, crezco y moriré como todo el mundo. Que sin hacer yo nada, se ha desarrollado en mí: la inteligencia, la voluntad, etc.

 

Entonces pienso ¿cuál es la razón de mi existir? ¿De dónde vengo y a dónde voy? si es que voy a algún sitio. ¿Cómo se formo el universo que observo?  Veo mi persona, mis padres, familiares, veo el amor, mejor lo noto, veo todo lo que me rodea, la muerte, la naturaleza, el funcionamiento y perfección de la misma, veo la enfermedad, el dolor, las guerras, las injusticias...

 

Pienso y pienso, deberé de saber algo más, porque mi actuación no puede ser arbitraria, deberá depender de mis conclusiones, estas por tanto tienen que ser importantes para mí, no puedo continuar viviendo sin tomar una determinación.

 

Da la impresión cierta de que sólo se ven dos posibilidades: ¿Es la materia la única causante de todo lo que existe? ¿Hay un ser superior que crea el universo y todo cuanto contiene?

 

Voy a empezar por la primera posibilidad. Si sólo somos materia y esta es la que se ha organizado sola, saco las siguientes conclusiones:

 

 

Si soy producto de la casualidad de las mezclas y reacciones que se dan en la materia, de las transformaciones energéticas y fenómenos conocidos o desconocidos, que más da, resulta que a esa materia-energía, alguien la ha tenido que hacer, o proyectar. Y si voy retrocediendo en el tiempo, porque el tiempo si que existe desde el momento en que hay transformaciones, ¿a dónde llego? A una materia-energía increada, que existe desde siempre. Puede ser cierto pero me cuesta creerlo.

Además, ¿cómo explicar la perfección del mundo y de todo cuanto contiene? Si partimos de un proceso evolutivo, fruto de la casualidad y afirmamos, porque eso sí lo sabemos, que la materia no es inteligente, no razona, ni tiene voluntad para perseverar en los experimentos, en las pruebas y más pruebas que habría que hacer, parece imposible conseguir lo que vemos.

Por otra parte, me falta confirmarlo, pero me parece que está ya demostrado que el universo tiene su tiempo, la materia ha tenido un principio. 

Por todo ello, a mi inteligencia le cuesta enormemente creer todo lo que he expuesto anteriormente; por otra parte, esto me alivia algo en mi desazón, veré si la otra posibilidad de razonamiento me parece más creíble y contesta mejor a mis interrogantes, que de esta manera han quedado sin respuesta.

 

Si el universo ha sido creado por un ser superior a nosotros, tiene que ser inmaterial, pues la materia se transforma, existiría entonces para él el tiempo, sería caduco como nosotros y no habría resuelto yo ningún problema, pues el interrogante entonces sería el mismo. Llamémosle entonces ser espiritual, creo que se puede llamar así a un ser no material. En este ser  espiritual veo, necesariamente, que tiene que ser todo poderoso (para crear el universo) además de existir desde siempre como ya lo he indicado antes. La gente le llama Dios, seguiremos con esta denominación.

Veo también claro que nos ha debido crear con algún fin, fin imposible de que nosotros lo descifremos si no nos lo dice él. Por ello pienso que se debe de haber manifestado de alguna manera al hombre, único ser inteligente de esa creación hipotética. Y en esa o esas manifestaciones haberle comunicado los misterios de la vida.

 

Las dos posibilidades me suponen un esfuerzo intelectual importante; como ya he visto los inconvenientes de la primara hipótesis, voy a seguir con el razonamiento de la segunda.

 

Veo en el hombre algo que la gente llama religiosidad natural, veo pueblos con religiones primitivas, y otros pueblos con religiones más establecidas. Para seguir avanzando analizaré las siguientes cuestiones: ¿Quién es el fundador de cada religión? ¿Qué dijo de sí mismo? ¿Qué dijeron los demás? ¿Cuál es su doctrina? Dogma y moral. ¿Cómo fue su vida? ¿Cuáles fueron sus obras?

          

De todas las religiones empiezo buscando aquellas en las que ese ser superior, hipotético creador del universo, se haya manifestado a los hombres. Digo se haya manifestado a los hombres haciendo referencia a lo que las propias religiones dicen. Y me encuentro con una cosa sorprendente; veo mucha gente que se dice o llama profeta, adivino, enviado, visionario, etc. Pero en ninguna más que en una, dice su fundador que precisamente él es Dios. Esta religión es precisamente la cristiana. Es, por tanto, la primera religión que analizaré, después seguiré con las demás. Otro motivo también por el que inicio por esta religión es debido a que es la mayoritaria en el mundo, aunque nunca mayoría es sinónimo de verdad.

 

Voy a partir de la base de que esta hipótesis es cierta, después analizaré los razonamientos existentes que tratan de probar su veracidad, y, por último, estudiaré las demás religiones y trataré de hacer un estudio comparativo.

 

La fe de un cristiano se basa en la persona de Jesucristo. Jesucristo, cuya vida y doctrina se recoge en los evangelios y en la tradición. Luego veremos su fiabilidad. En cualquier caso, voy a recoger aspectos parciales de su predicación; no voy a indicar otras cuestiones como: fundación de su iglesia, sacramentos, Trinidad, Virgen María, etc. Estas cuestiones las trataré aparte.

 

Jesucristo, nace en Palestina en tiempos de Herodes El Grande. Predicó por toda Palestina, enseñando a la multitud. Se dedicó a hacer el bien. Amaba a tódos los hombres. Perdonaba toda afrenta: golpes, salivazos, insultos, latigazos, etc. Perdonó inclusive hasta los que le mataron. Oraba en solitario y junto con sus discípulos. Era persona sacrificada y mortificada. Amaba especialmente a los niños. Igualaba la dignidad de la mujer a la del hombre. Perdonaba todo pecado. Nunca guerreó. Al discípulo que hirió a un criado, en el huerto le dijo: “Vuelve tu espada a la vaina; todo el que empuña espada a espada muere”. Vivió desprendido de todo. Murió sin nada.

 

Recojo sus mandamientos:

-Tengan fe en Dios. Adorarás al Señor tu Dios, a él sólo servirás. El Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Al Señor tu Dios amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.

-No jurarás. Digan sí cuando es sí, y no cuando es no.

-Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá: porque todo el que pide, recibe; y al que busca, halla; y el que llama, se le abrirá. Si dos de vosotros os reunís y unís vuestras voces para pedir cualquier cosa, estad seguros que mi Padre Celestial os lo dará. Pues donde hay dos o más reunidos en mi Nombre, ahí estoy yo en medio de ellos. Nos recomendó orar diciendo: Padre nuestro, Padre de los Cielos, santificado sea tu Nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan de cada día y perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, sino  líbranos del Mal. Hay que orar siempre, sin desanimarse jamás.

-Cumple los deberes con tu padre y con tu madre.

-No matarás. Y cualquiera que se enoje con su hermano comete delito. Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, porque Dios hace brillar el sol sobre malos y buenos y caer la lluvia sobre justos y pecadores. Porque si amáis sólo a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿Acaso no hacen eso también los malvados? Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Tenéis que perdonar a los que os han ofendido. No siete veces (que son muchas) sino setenta veces siete (es decir, siempre). Todo cuanto quisiereis que hagan los hombres con vosotros, así también vosotros hacedlo con ellos. Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Tened en cuenta que todos sois mis hermanos. A nadie excluyo.

-No cometas adulterio. Más todavía, el que mira a una mujer para codiciarla, ya en su corazón cometió adulterio con ella. Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, infidelidad matrimonial, codicias, maldad, vida viciosa, envidia, injuria, orgullo, robos, mentiras, chismes y falta de sentido moral. Estas son las cosas que hacen impuro al hombre. El Creador, en el principio, hizo al hombre y a la mujer y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los dos uno solo. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien , lo que Dios ha unido , no lo separe el hombre. El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si esta deja a su marido y se casa con otro, también comete adulterio.

-No hurtéis. No atesoréis tesoros sobre la tierra, atesorad más bien para el cielo, donde la polilla los hace desaparecer. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón. No puedes servir a Dios y al dinero. Evitad con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son esas pertenencias lo que dan la vida. Puede que esta misma noche te reclamen el alma. Así le pasa al que amontona para sí mismo en vez de trabajar para Dios. El que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío. Creedme, qué difícil es que un rico entre en el reino de los cielos. Pobres los ricos, porque ya tienen su consuelo. Pobres los que están saciados, porque después tendrán hambre. Cuidado con adueñarse de la llave del conocimiento. Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como si fuesen dueños. Pero no será así entre vosotros. Al contrario, el que quiera ser el más importante entre vosotros, que se haga servidor de todos; así como el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y dar su vida como rescate de la muchedumbre. Pobres los que ahora ríen, porque luego llorarán. Pobres de los que se habla bien. El que dé un vaso de agua fresca a uno de los míos, yo les aseguró que no quedará sin recompensa. No os preocupéis por vuestra vida, buscad primero el reino de Dios y su justicia. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho.

-Cuidado de no levantar falso testimonio. Cuidado con la hipocresía y la maldad. El Diablo desde el comienzo, es asesino de hombres. No ha permanecido en la verdad, porque en él no hay verdad. Yo, en cambio, os hablo la verdad. El que camina en la verdad busca la luz. Vosotros seréis mis verdaderos discípulos si guardáis siempre mi palabra, entonces conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.

 

También quiero recoger sus recomendaciones más importantes:

-Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto. No obréis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos. Cuando hagas limosna, hazla en secreto. Cuando ayunéis no os pongáis tristes, como los fariseos. No juzguéis, para que no seáis juzgados. No guiaros por las apariencias sino por lo que es justo. ¡Entrad por la puerta angosta! ¡Cuán ancha y espaciosa es la senda que lleva a la perdición!

-Todo el que se eleva será humillado y el que se humilla será enaltecido. Serás feliz cuando invites a los que no pueden pagarte, la recompensa la tendrás en la resurrección de los muertos.

Así, pues, todo el que escucha estas mis palabras y las pone por obra, se asemeja a un hombre que construyó sobre roca.

-Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los compasivos, porque ellos obtendrán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que hacen obras de paz, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa del bien, de ellos es el Reino del Cielo. Dichosos seréis cuando por causa mía os maldigan, os persigan, y os levanten toda clase de calumnias, alegraos y estad contentos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos.

-Hay que ser sal y luz en el mundo, hay que hacer buenas obras. Y si quieres llegar a la perfección, anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres. No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme. El que procure salvar su vida la perderá y el que sacrifique su vida por mí, la hallará

-Que los hombres cumplan los mandamientos de le ley de Dios. Pobre del que enseñe a desobedecerlos no entrará en el cielo. Hay que escuchar la palabra de Dios y ponerla por obra. Cuidado con los que no cumplen lo más importante de ley; la justicia, la misericordia y la fe. En verdad, en verdad os digo, el que comete pecado es esclavo del pecado. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros. Como yo os he amado, debéis amaros vosotros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, en que tenéis caridad unos con otros.

-El que recibe a un niño en mi Nombre, a mí me recibe. Tened cuidado de despreciar a uno de estos pequeños. Si alguno hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería para él que le atarán una rueda de molino al cuello y lo echaran al mar. Es imposible que no haya escándalos, pero pobre el que haga caer a los demás. Cuida, pues, que la luz que hay en ti no se vuelva confusión. Desgraciados los que descuidan la justicia y el amor de Dios. Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque el Reino de los Cielos es el que a ellos se parece.

-La Buena Nueva del Reino será proclamada por todas partes del mundo para que la conozcan las naciones, y luego vendrá el fin. En Galilea, al verle los discípulos después de la resurrección le adoraron y Jesús les dijo: Id, pues, y sed los maestros de todas las naciones: bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñadles a observar todo cuanto os he mandado. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea, se condenará. Y mirad: Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Y antes de la ascensión, en Jerusalén les recordó lo que ya les había dicho antes , cuando aún se hallaba entre ellos: Que el Mesías había de padecer y que al tercer día había de resucitar de entre los muertos; y que por su autoridad se había de anunciar a todas las naciones, la conversión a Dios por el perdón de los pecados. 

-Pero el que guarda mi palabra no morirá para siempre. Llagará la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para condenación. Sabed que vendré al final de los tiempos y recompensaré a cada uno según su conducta. Pero estad despiertos, pues no sabéis el día ni la hora. Feliz el siervo a quien el Señor al venir le encuentre bien ocupado, porque si no habrá llanto y desesperación. Cuando el Hijo del Hombre venga es su Gloria, todas las naciones serán llevadas a su presencia, a unos dirá: Tomen posesión del reino que ha sido preparado desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, pasé como forastero y me recibisteis en vuestra casa, anduve sin ropa y me vestisteis, estuve enfermo y me cuidasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. ¿Cuándo fue eso? En verdad os digo que, cuando lo hicisteis con algunos de estos más pequeños, que son mis hermanos, lo hicisteis conmigo. Y a otros dirá: ¡Malditos, aléjense de mí, vayan al fuego eterno,...Porque tuve hambre, sed, era forastero, no tenía ropa, estuve enfermo y encarcelado y nada por mí hicieron. ¿Cuándo fue eso Señor? En verdad os digo siempre que no lo hicisteis con mis hermanos conmigo lo hicisteis. Y estos irán al suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna. El día del Juicio los hombres tendrán que dar cuenta hasta de las palabras ociosas que hayan dicho. Todo árbol que no produce fruto bueno es cortado y arrojado al fuego. Por sus frutos los reconoceréis. El que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará. Estad alerta y orando en todo tiempo. Ya que no sabéis el día del fin. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de Dios, este entrará. A Jesús le preguntaron en una ocasión: ¿Qué obras buenas debo hacer para conseguir la vida eterna? Y contestó: honrar padre y madre y amar al prójimo como a sí mismo. 

 

Hay palabras de Jesús confortadoras, que quiero resaltar:

-El que creé en mí tendrá la vida eterna, y Yo le resucitaré en el último día. No llores, ten ánimo. Yo he vencido al mundo. No temáis a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; temed más bien al que puede echar el alma y el cuerpo al infierno. El que se mantenga fiel hasta el fin se salvará. Afánense, no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual uno tiene la vida eterna. Todo es posible para el que cree. Tu fe te ha salvado, vete en paz. El pan que Dios da es este que ha bajado del cielo y que da vida al mundo. Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed. El que cree tiene vida eterna. Habrá más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por noventa y nueve que no necesitan penitencia. Aquí tienen el pan que bajó del cielo para que lo coman y ya no mueran. El que come mi carne, vive de vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Venid a mí los que estéis cansados y agobiados, porque yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy paciente y humilde de corazón, y vuestras almas encontrarán alivio. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera. Se perdonará a los hombres todos su pecados, e incluso si hablaron mal de Dios en forma escandalosa, sin importar que lo hayan hecho repetidas veces (Claro que sólo pide arrepentimiento para entrar en el cielo, sino es uno mismo el que se excluye). Felices los que escuchan la palabra de Dios y la observan. No se aflija vuestro corazón. Tened fe viva en Dios y tenedla también en mí. No os dejaré huérfanos. Porque yo seguiré viviendo. La paz os dejo, mi paz os doy. No se aflija vuestro corazón ni se deje arrastrar por el miedo. Velad y orad para no caer en tentación. Cierto que la voluntad está pronta, pero el cuerpo es débil. Al crucificarle dijo: Padre, perdónalos: porque no saben lo que hacen .Dios os salve. No tengáis miedo. (Dijo a las mujeres al resucitar). La paz sea con vosotros. ¿De que os asustáis y porque admitís esas dudas? Mirad mis manos y mis pies. Soy yo (Primera aparición a los discípulos después de resucitar). Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis. Dichosos los que sin ver han creído. Al buen ladrón le dijo: Te lo digo con toda verdad, hoy estarás conmigo en el paraíso. 

 

¿Qué dijo Jesucristo de si mismo? 

-Yo soy el camino, la verdad y la vida. Que ha venido al mundo para anunciar el Evangelio. Venga a mí el que tiene sed; el que crea en mí tendrá de beber. Que vino para buscar y salvar lo que estaba perdido. Traer Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto verán. A liberar a los oprimidos. “Venid a mí todos los cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Que está en el mundo para servir y dar la vida por los hombres. Soy el buen pastor, el que da la vida por sus ovejas. Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo. Que no he venido a ser servido sino a servir. Evangelizo a los pobres y anuncio la liberación a los cautivos. Yo soy la resurrección y la vida. Soy el pan de vida para los que creen en mí. Yo Soy la Luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida. Yo soy Rey, pero mi reino no es de este mundo. Yo para esto nací y para esto vine al mundo: para declarar, como testigo, a favor de la verdad. Que debía sufrir mucho y ser rechazado, que iba a ser condenado a muerte y que resucitaría después de tres días. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Que ha venido al mundo para traer a los hombres la vida eterna. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Permaneced unidos a mí, que yo permaneceré unido a vosotros....Esto os lo he dicho, para que, estando en unión conmigo, tengáis paz. En el mundo habéis de encontrar tribulación; pero tened valor: Yo he vencido al mundo. Sin mí no podéis hacer nada. Permaneced en mi amor. El que cree en mí no morirá para siempre. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. El que vive y estuve muerto, y vivo por los siglos de los siglos. Dios conoce los corazones de los hombres. Yo soy la Resurrección. El que cree en mí aunque muera, vivirá. El que vive por la fe en mí, no morirá para siempre. Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto. El que me desprecia y no hace caso de mi Palabra, tiene quien lo juzgue y condene, será mi propia Palabra: ella lo juzgará el último día. Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabra no pasarán.

 

¿Qué dijeron los demás de El? 

Que era Dios. Que pasó su vida haciendo el bien. Le llaman: el Verbo de Dios, el Cristo o Mesías, el Señor, el Maestro. También: el Cordero de Dios, el Rey de Israel, Hijo de Dios. Tomás le dijo; Señor mío y Dios mío. Juan le llama “el verdadero Dios”. Pedro dijo: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que eres el Santo de Dios. Que todo la ha hecho bien. Nunca un hombre ha hablado como este. Juan al final de su evangelio dice: Este es el discípulo que, como testigo que es, certifica la verdad de estas cosas; y él las ha puesto por escrito; y sabemos que su testimonio es digno de fe.

 

¿Cuáles fueron sus obras?

Curó enfermos y leprosos. Sanó a cojos y paralíticos. Dio vista a los ciegos. Se compadeció de las gentes. Perdonó pecados y resucitó muertos. Calmó la tempestad y convirtió el agua en vino. Realizó multiplicaciones de panes y peces. Predijo su muerte y resurrección, y en la entrada a Jerusalén, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo: Ojalá en este día entendieras los caminos de la paz. Vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios. Lavó los pies a sus discípulos y les dijo; ¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien porque lo soy de verdad. Pues si yo, siendo como soy Maestro y Señor, os he lavado los pies, con mayor razón debéis lavaros los pies el uno al otro. Ejemplo os he dado, seréis bienaventurados si lo ponéis en práctica. Anunció que su cuerpo iba a ser entregado por nosotros, y que su sangre sería derramada por todos para el perdón de los pecados. Una vez muerto, resucitó al tercer día, tal como predijo. Dio ejemplo con su vida de lo que predicó. Se apareció varias veces a sus discípulos una vez resucitado.

 

Una vez expuesta la vida y doctrina de Jesucristo, debo reconocer que me conmueve, y me parece que todo lo ha hecho bien, yo al analizarla descubro que es entendible, coherente, inclusive bastante lógico. Si todo el mundo cumpliera de verdad esa doctrina, otra situación sería la vida del hombre sobre la tierra.

Pero hay una cuestión a mi juicio fundamental, que debo entender, y es; ¿Por qué Jesucristo ha venido a la tierra? ¿Porque ha sufrido de esa manera tan brutal?

Pregunto, leo, estudio y me encuentro con lo siguiente: El cristiano afirma que Dios al crear al hombre lo hizo libre, ¿por qué? Porque Dios que crea todo por amor, sólo espera del hombre correspondencia a ese amor; le pide sólo amor, pero para poder amar es condición necesaria disponer de libertad, sin libertad no es posible el amor. Dios ha querido crear hijos y no esclavos. Es por esto que Dios ha hecho al hombre libre.

Y es este hombre libre, quien pudiendo amar a su creador, no sólo no lo hizo, sino que pecó, y se alejó de Dios. De esta manera el hombre, se cerró; el mismo, las puertas de un paraíso que Dios le tenía preparado.

Dios pudo enfadarse, pero si se puede hablar así: Diremos que “Dios lloró”, pero fue preparando el camino para la reconciliación, Dios al que la fe cristiana lo ve como padre, quiso poner los medios para ello. Por eso, Dios mismo, en la persona de Jesús, quiso remediar este mal y abrir de nuevo las puertas al hombre.

Redención se llama. Dios quiso él mismo, llevar a cabo la redención del género humano, por eso se estableció en la tierra, naciendo de una Virgen, de la Virgen María, con la siguiente misión: redimirnos y darnos ejemplo de vida.

Claro que si nos fijamos sólo en lo de “redimirnos” quizá no se entiende bien, porque Dios podía habernos redimido del pecado cometido de otra manera, es más, Dios, nos podía haber redimido con sólo su querer. Pero entonces quedaba pendiente una cuestión de suma importancia, el mandamiento cristiano por excelencia, el único en verdad: el de la caridad. Si Cristo no nos hubiera dicho que hay que amar a todos, inclusive a los enemigos, como El nos amó, es decir, hasta dar la vida por los demás, ¿cómo lo habríamos aprendido? Seguro que no. Si Jesús nos lo hubiera dicho, pero no lo hubiera hecho El, ¿qué hubiéramos dicho? ¿Cómo habrían actuado los primeros cristianos? ¿Creemos que habrían dado la vida, como lo hicieron en la época romana? ¿Y en todos los tiempos? Además este sufrimiento de Cristo, ¿no será también para enseñarnos que, el sufrimiento es inherente a nuestra naturaleza caída? Puede que esto nos de también nuevas luces.

Es a mi juicio una cuestión fundamental en la fe cristiana. Este razonamiento parece convencer, aparte de otras cuestiones que pienso tratar; Dios muere por nosotros en la cruz, además de redimirnos; para que le sigamos en el amor al prójimo, para que amemos como El lo ha hecho. Por eso Jesús se encarna y muere en la cruz para redimirnos y darnos ejemplo de vida. 

Además, si no lo hubiera hecho así, cabe preguntarse otras cuestiones, como si no hubiera aprendido el hombre:

 

Además su presencia entre los hombres ha facilitado el entendimiento sobre:

La venida del Espíritu Santo, la Eucaristía, su presencia en el sagrario, la institución de los sacramentos; que El es el camino, la obediencia, sobre la humildad, sobre el trabajo, como poner en positivo los mandamientos del Sinaí; la presencia de la Iglesia, sobre Pedro como cabeza de ella; la forma práctica de perdonar los pecados, como restituir al matrimonio su verdadero significado, como practicar la oración y la penitencia, como hacerse como niños, etc.

 

Otro paso que tengo que dar es el siguiente; En Jesucristo pudieron darse las siguientes circunstancias: ¿Fue realmente Dios? ¿Nos engañó? ¿Estaba loco? Voy a empezar por las dos últimas, creo que a la vista de su vida y de sus enseñanzas, no tiene sentido pensar que trataba de engañar a nadie por varias razones: no se aprovechó de nada ni de nadie, vivió austeramente, sufrió toda clase de ultrajes y, al final, murió en la cruz. ¿Qué provecho pensaba obtener de todo ello? Ya se ve que ninguno. La locura también la descarto, porque una persona que predica una doctrina tan excelsa, precisamente tiene que tener un criterio, un raciocinio, una bondad y una cordura más bien extraordinaria.

He descartado completamente las dos últimas posibilidades, sólo me queda la primera, pero antes quiero ver el tema de la resurrección. Esta cuestión es de suma importancia, pues Jesús pone en relación su muerte y resurrección como signo de su Divinidad. Además la fe de los cristianos descansa sobre el hecho histórico de la resurrección. Pablo dice que si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Por esto quiero detenerme un poco en este tema.

¿El cuerpo de Cristo pudo ser robado? La hipótesis del robo y ocultamiento del cuerpo de Jesús es insostenible, porque: No lo robaron los enemigos de Jesús, iba contra sus intenciones e intereses; No pudo ser obra de los discípulos, se encontraban tristes y llorosos, tenían miedo a los judíos, tenían una profunda depresión moral. Además, los testimonios históricos afirman que los discípulos se quedaron muy sorprendidos al comprobar que el sepulcro estaba vacío, es más, no creyeron. Tomas dijo que si no metía los dedos en los agujeros de las manos y su puño en su costado, no creería. No fue robado por ladrones, los lienzos y el sudario con el que cubrieron el cuerpo de Jesús estaban en el sepulcro. 

Todo lo expuesto anteriormente, me va dando datos que iluminan mi entendimiento y me van dando esperanza en la vida. Si me inclino por esta solución al origen de la vida y del universo visible, deberé de analizar si esta hipótesis contesta a los grandes interrogantes que la vida plantea: ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi misión? ¿Qué es el amor? ¿Tiene sentido el dolor? ¿Hay verdades objetivas? ¿Tenemos los hombres la misma dignidad? ¿Por que? ¿Qué hay después de la muerte? En fin cuestiones cruciales que necesito saber. Porque mi felicidad va a depender en gran medida de ellas. 

 

Si parto de la hipótesis de la existencia de Dios y del cristianismo como religión verdadera, me encuentro con lo siguiente:

 

 

Ya sé que no lo he analizado todo, otras muchas cosas otros días comentaré: Mahoma, Alá, Buda, La Iglesia, La Trinidad, El Papa, los documentos antiguos existentes no cristianos, Confucio, el Inca, el judaísmo, la Virgen María, actas de los mártires, el agnosticismo, el demonio, etc. Ya se ve que los he escrito todos mezclados, pero lo he hecho adrede. 

 

Lo que si anticipo es que creo en el Dios de los cristianos. Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Eterno. Que en ese Dios, único, hay tres personas distintas, además del Padre está el Hijo y el Espíritu Santo; que el Hijo es Jesucristo, que se encarnó en las entrañas purísimas de la Virgen María, esposa castísima de San José, que permaneció virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Que Jesucristo, se estableció en la tierra, tomando nuestro cuerpo de hombre, haciéndose igual a nosotros en todo menos en el pecado, con la intención de redimirnos y darnos ejemplo de vida. Que predicó en Palestina, que como Dios que es, nos transmitió todo lo necesario para nuestra salvación. Que instituyó La Iglesia, como depositaria de su doctrina, contenida en Nuevo Testamento y en la Tradición. Que escogió a Pedro como cabeza de su Iglesia y el poder de perdonar los pecados y de predicar hasta el fin del mundo su doctrina, transmitiendo estas facultades de generación en generación. Que instituyó los sacramentos que conocemos, que entre ellos instituyó la Eucaristía, donde está presente su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Que murió, muerte de cruz, que fue enterrado y resucitó al tercer día según predijo. Que estuvo durante cuarenta días con sus discípulos, animándoles, e instruyéndoles hasta que subió a los cielos. Que envió al Espíritu Santo, el consolador, el santificador, para que estuviera con nosotros, en nuestras almas en gracia. Sé que voy a morir, pero espero oír como oyó el buen ladrón de boca de Jesús: “en verdad te digo, hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. Creo en que después de muertos resucitaremos, y creo en la vida eterna. Donde el tiempo no existirá ya, donde no habrá dolor, ni llanto. Sino paz, y felicidad. La Gloria por siempre.