Conversiones por el amor.

Siempre me ha llamado la atención favorablemente las conversiones al catolicismo de personalidades ateas, agnósticas y de otras religiones, las últimas que he leído han sido las de Scott Hahn, Ministro Presbiteriano y la de Israel Zolli, Rabino Jefe de Roma, estas últimas han sido conversiones racionales, pues las hay también místicas. Zolli que al bautizarse tomo el nombre de Eugenio, en su autobiografía dice algo llamativo sobre el amor, y  no puedo menos que hablar sobre ello.

Dios es Amor. Por amor, el hombre sale al encuentro de Dios. Por amor, Dios enciende el corazón de los hombres. En el amor, por el Amor, el hombre se encuentra con Dios. Él, el hombre, va al encuentro de Dios y Dios le sale al encuentro.

En el camino que lleva del hombre a Dios y de Dios al hombre, este último se encuentra con todos los demás hombres, con todas las demás criaturas de Dios. El hombre que ama en Dios, en las criaturas ama. Quien ama, y lo hace en gran medida, ama a Dios.

El hombre y lo creado son fruto del amor de Dios. Dios es amado, deseado y buscado por el hombre porque ha sido creado por el amor de Dios-Amor. El hombre busca el Amor del que es origen. El hombre busca la patria de su espíritu, de su alma.

Por amor, el hombre que ama a Dios sufre y goza. En el hombre que sufre con amor habita Dios. Todos los dolores, así como todas las alegrías, llevan a Dios al hombre que lo ama.

El amor ofrece al hombre el conocimiento de Dios por encima de todos los dolores y alegrías que son puras contingencias. Quien es feliz lo es con independencia de que llueva o luzca el sol. Quien está lleno de tristeza no goza ni en las horas meridianas de un día luminoso.

El amor es más fuerte que la muerte. El amor es vida sin muerte. El amor nace del Amor, vive y crece en la luz del Amor, y el Amor es vida, y la Vida no conoce la muerte.

Quien ama, sabe amar, conoce el amor y a Dios-Amor. Quien ama, busca y encuentra a Dios, no a la luz de la razón, al menos solo de la razón, sino a la luz del amor que es fuente de toda la vida, a la luz de la gracia.

Quien ama a Dios, Lo conoce; Lo comprende, Lo busca, Lo invoca, está cerca de Dios, siente a Dios cerca de él. Lo siente en sí mismo, se consume de amor por Dios, en Dios se sumerge y con Dios se funde en una vida sin muerte.

Jesús, solo Jesús conoce a Dios hasta el punto de decir: "Vuestro Padre es Mí Padre (Jn 20,17). A los discípulos dice: "Quien a mí me conoce, conoce también al Padre" (Jn 8,19;14,7). En Jesús conocemos al Padre. Quien ama a Jesús ama y conoce a Dios. Quien ama, comprende. No quien comprende a Dios Lo ama, sino quien Lo ama Lo comprende. Lo comprende porque conoce y reconoce el Amor: Jesús quiere ser amado con ese amor con el que él mismo amó al Padre, y que también es el mismo amor con el que el Padre le amó.

El amor es la más alta forma de conocimiento. El amor es el más alto misterio de la vida. El amor es esencia una, única, indivisible. El amor no es producto del querer. El amor se quiere a sí mismo, quiere lo que es objeto del amor y, a su vez, transforma al sujeto en amor vivo. El hombre que ama puede decir: yo soy un amor, un amor vuelto hacia Aquel que es el Amor, Dios-Amor.

El hombre que ama no construye el amor. El hombre no posee simplemente el amor, sino que es poseído por el Amor.

Dios llama y el hombre escucha su voz. Dios sabe llamar. Llama siempre. Hay quien acoge su voz y quien le rechaza. Y así es como el hombre que escucha la llamada aparece como traidor o vil a los ojos de quien no ha oído ni oye la voz de Dios.

El hombre que ama no construye el amor, sino que es el amor el que transforma y reconstruye al hombre. Así pues, no es el hombre quien da vida al amor, sino el amor el que confiere al hombre una vida alta e imperecedera, esa vida que Dios da al hombre.

Quien no ama así, con todo el corazón y con toda el alma, no te entenderá, Dios del amor: a Ti, Dios-Amor.