En tu carpeta

Querida María:

Qué bien habéis sabido tú y tus hermanos que ninguno de nosotros hemos sido curiosos, jamás un armario, un cajón, una caja, el diario, nada se ha visto o leído que sea vuestro, ni una carta abierta sobre la mesa ha sido curioseada.

Por ello y ahora que observas las cosas desde el cielo, verás con qué prudencia y timidez vemos tus cosas, entre otras cosas para ordenar y tirar lo que no sirve y que Blanca pueda ocupar tu habitación.

Al hacerlo se me ha ocurrido escribirte cosas, que aunque tu ya no las necesitas, sí nos servirán a nosotros y además nos ayudarán a estar aun si cabe, más unidos.

Voy a empezar fijándome en las cosas que leías y tenías escritas o guardadas  de otros o tuyas, qué importa de quién, en aquel 2 de octubre de 1996, día en que fuiste al cielo.

Son cosas aisladas, muchas no tienen correlación, no importa, sólo pretendo, como he dicho, entrar algo en tu vida y tu pensamiento.

Tomo una de tus carpetas, empiezo por cualquier sitio y leo o veo:

Yo amo a San Sebastián.

El arte de vivir. No todo el mundo sabe hacerlo.

Fotos de animales.

Fotos de niños sonrientes y felices.

De nada vale correr, lo que interesa es partir a tiempo, mejor, ir por el camino correcto.

¿Qué tal si hay una guerra y no vamos nadie?

¿Basta admirarles? Ayúdales.(se ven niños recién nacidos)

Espacio sin tabaco.

Una foto de la Virgen Macarena, de luto.

Campaña contra el hambre. Tu indiferencia te hace cómplice

Todo el mundo en tu corazón.

Una foto del Papa rezando el rosario.

Una foto tuya dándole la mano al Papa (de cuando estuviste en Roma, en Semana Santa del año 1991)

Varias fotos de San Sebastián.

Una foto de Jesús del Gran Poder.

Tu vestido habla de ti.

Una pegatina "Salve, llena de gracia. Madre de Dios y de la Iglesia".