Amar al mundo apasionadamente.
Mis padres se casaron el 27 de julio
de 1967 en la Iglesia de Santa María, en San Sebastián. Al
poco tiempo, el domingo 8 de octubre del mismo año, tuvieron la
oportunidad de asistir en Pamplona a la misa que celebró Monseñor
José María Escrivá de Balaguer en el campo universitario.
La homilía de esa misa, titulada:
"Amar al mundo apasionadamente", debió de ser muy importante para mi
padre pues me la comentó varias veces. No se si seré capar
de resumir cosas que de ella me dijo, pero trataré de hacerlo.
Las ideas que más le
impresionaron fueron cosas como las siguientes:
-
Que los laicos tenemos que encontrar
y tratar a Dios en en la vida ordinaria, y no sólo en el templo y en las
obras de caridad.
-
Que no hay que llevar una doble
vida, la cristiana por una parte y la civil por otra, que las dos están
entremezcladas.
-
Que el mundo es bueno, pues ha salido
de las manos de Dios, y el cristiano puede y debe participar en todas las
cuestiones civiles siempre que no sean una ofensa a Dios.
-
Que las cosas en apariencia intrascendentes,
tienen para Dios un valor muy grande cuando se hacen por amor a El.
-
Que nuestras acciones deben ser libres
y responsables, sin comprometer a la Iglesia con ellas. Y que
jamás representamos a la Iglesia en nuestro proceder.
-
Que el matrimonio es un camino de santidad,
y que se debe vivir de cara a Dios.
Y para ser fiel a esas impresiones,
y que no se malinterpreten, quiero poner los párrafos exactos de
la homilía, y que hacen referencia a lo que mis padres oyeron:
-
"Hijos míos, allí donde
están vuestros hermanos los hombres, allí donde están
vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está
el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es, en medio de las
cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos,
sirviendo a Dios y a todos los hombres".
-
"Lo he enseñado constantemente
con palabras de la Escritura Santa: el mundo no es malo, porque ha salido
de las manos de Dios, porque es criatura suya, porque Yavhe lo miró
y vió que era bueno. Somos los hombres los que lo hacemos malo y
feo, con nuestros pecados y nuestras infidelidades. No lo dudéis
hijos míos: cualquier modo de evasión de las honestas realidades
diarias es para vosotros, hombres y mujeres del mundo, cosa opuesta a la
voluntad de Dios".
-
"Por el contrario, debéis comprender
ahora -con una nueva claridad- que Dios os llama a servirle en y desde
las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio,
en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra
universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar
de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada
día. Sabedlo bien: Hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones
más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir".
-
"No hay otro camino, hijos míos:
o sabemos encontrar en nuestras vidas diarias al Señor, o no lo encontraremos
nunca".
-
"Os aseguro, hijos míos, que cuando
un cristiano desempeña con amor lo más intrancendente de
las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios".
-
"En la línea del horizonte, hijos
míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad
se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria..".
-
"Un hombre sabedor de que el mundo -y
no sólo el templo- es el lugar de su encuentro con Cristo, ama ese
mundo, (...)".
-
"Tenéis que difundir por todas
partes una verdadera mentalidad laical, que ha de llevar a tres conclusiones:
a ser lo suficientemente honrados, para pechar con la propia responsabilidad
personal; a ser lo suficientemente cristianos, para respetar a los hermanos
en la fe, que proponen -en materias opinables- soluciones diversas a la
que cada uno de nosotros sostiene; y a ser lo suficientemente católicos,
para no servirse de nuestra Madre la Iglesia, mezclándola en banderías
humanas".
-
"Y esta cristiana mentalidad laical os
permitirá huir de toda intolerancia, de todo fanatismo ..".
-
"Y ahora, hijos e hijas, dejadme que
me detenga en otro aspecto -particularmente entrañable- de la vida
ordinaria. Me refiero al amor humano, al amor limpio entre un hombre y
una mujer, al noviazgo, al matrimonio. El amor, que conduce al matrimonio
y a la familia, puede ser también un camino divino, vocacional,
maravilloso, cauce para una completa dedicación a nuestro Dios".
La homilía completa está
publicada en el libro "Conversaciones con Monseñor Escrivá
de Balaguer", con el título; "Amar al mundo apasionadamente".
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